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Álvaro Guzmán Barney

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Reconocimiento y pretensión

Esta formación sociológica me llevó a entender el valor de la ‘la objetividad’ en el ejercicio de la investigación, entendida como la necesidad de poner en tela de juicio los prejuicios...

3 de enero de 2024 Por: Álvaro Guzmán Barney

Para una columna de principios de año, me parece importante compartir algunos hechos personales y orientaciones valorativas que me han marcado profesionalmente y que subyacen a mis escritos periodísticos. En primer lugar, el impacto en mi formación sociológica, iniciada en la Universidad Javeriana en 1968, con las enseñanzas de Hernando Gómez Buendía, continuada con la Maestría y Doctorado en el New School en Nueva York, con Charles Tilly y en la Universidad del Valle con Álvaro Camacho Guizado.

El primero me introdujo en la teoría sociológica. Siendo un pensador liberal por excelencia, Hernando me dijo que no podía ser buen sociólogo, a menos que estudiara a fondo el primer volumen del Capital de Marx. Charles Tilly me enseñó que la teoría sociológica era solamente un medio y no fin para investigar las sociedades, asunto que debía emprenderse ante todo empíricamente, siempre en perspectiva histórica y comparativa para poder sacar conclusiones.

Álvaro Camacho me comprometió a fondo con la enseñanza de la sociología en Univalle donde logramos, con otros colegas, la acreditación de alta calidad del primer programa de sociología en Colombia. También me llevó por las sendas de la investigación, mostrando el papel de la intuición y la importancia de ver las realidades sociales de manera distinta. En el campo de la violencia, trabajando en una perspectiva aún hoy incomprendida: tener en cuenta que las violencias son múltiples y que aquella “de la calle puede ser más importante que la del monte”.

Esta formación sociológica me llevó a entender el valor de la ‘la objetividad’ en el ejercicio de la investigación, entendida como la necesidad de poner en tela de juicio los prejuicios, las corrientes de moda; la necesidad de conceptualizar de manera desapasionada y precisa con definiciones lo que se quiere investigar ‘descentrando el sujeto’ (Piaget); el imperativo de traer a cuento las visiones alternativas que están en discusión sobre la mesa y de hacer explícita la visión que se propone de lo que se quiere investigar.

Formular una hipótesis para argumentar que siempre puede ser falseable. Este concepto de ‘objetividad’ es totalmente distinto del concepto de ‘neutralidad valorativa’ con el que se ha buscado identificarlo hoy en cierta academia. La objetividad nunca ha pretendido ser neutral, debe sustentarse en la argumentación y en los valores que presupone como punto de partida. Cierto, no puede ser la imposición de una visión ideologizada, hoy imperante en un mundo polarizado, en el que se busca identificar los desarrollos científicos con polos ideológicos antagónicos.

También, progresivamente, la formación sociológica me llevó a entender que el conocimiento debía articularse con el diseño de políticas sociales y con prácticas de intervención. La sociología me permitió entender los intereses y conflictos que se mueven en los pequeños grupos y articularlos con los macro procesos y la defensa del bien público que no siempre se identifica con los intereses individuales.

En el fondo, he buscado entender los conflictos de interés y las demandas de los distintos grupos sociales. Los grupos subalternos históricamente han buscado el reconocimiento de derechos y de esta manera han contribuido a la formación del Estado. Los grupos en el poder no son homogéneos y un problema clave por resolver hoy es si es posible avanzar en la democratización de la Sociedad y del Estado, colectivamente, sin acudir a la violencia. Creo que esto es posible, desarmando los espíritus.

El cambio se logrará con alianzas entre los de arriba y los de abajo. Reconozco el valor que me ha dado la formación profesional y pretendo seguir insistiendo en desarrollar el conocimiento y una política de no violencia.

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