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Que te importe lo que importa

Vale más aferrarte a la gente que siempre estuvo y estará para ti, a tu fuerza interna para no dejarte tumbar y al creer en tu valor como ser.

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Paola Andrea Gómez.
Paola Andrea Gómez. | Foto: El País.

28 de sept de 2025, 12:12 a. m.

Actualizado el 28 de sept de 2025, 12:12 a. m.

Y si nos animamos un día a aflojar la carga tras la espalda; a liberarnos de los nudos del cuello; a despejar la mente de lo que produce estrés, y a darle su justa proporción a tantas cosas que nos amargan la existencia…

Si recordamos que este viaje tiene un principio y un final, que no sabemos cuándo ocurrirá, pero sí que tenemos un aquí y un ahora… Si dejamos ir tanta tontería acumulada en el camino; si nos permitimos la sonrisa y el abrazo propio; la alegría de nuestros triunfos y la oportunidad de mascullar y soltar los fracasos…

Si nos maravillamos con el milagro de un nuevo día; el sol iluminando el horizonte, la naturaleza abrigando la vida, los pajaritos cantándole a la mañana… si agradecemos esa oportunidad de la página diaria, de nuestra familia y sus sueños; del tener un café calientito; de la ilusión y las metas que nos impulsan.

Si nos permitimos respirar, sin desconocer los afanes; saludar a quien encontramos a nuestro paso; consentirnos frente al espejo; hablarnos bonito; advertir la posibilidad del nubarrón, pero tener listo el paraguas y enfrentarlo… porque los días lluviosos aparecerán y las tormentas humanas, que son las más peligrosas, vendrán con su fuerza a desestabilizar, pero está en ti darles la importancia que merecen.

No podemos predecir lo que el camino pondrá en frente, ni las personas que vayamos a encontrar, o las circunstancias que tendremos por lidiar; lo que sí podemos manejar es el peso que les demos a las mismas y eso puede sonar tan fácil al leer, pero tan difícil al soportar… vale más aferrarte a la gente que siempre estuvo y estará para ti, a tu fuerza interna para no dejarte tumbar y al creer en tu valor como ser.

Date la posibilidad de asumir la vida con otra actitud, liberada de los egos que son pésimos consejeros y en los momentos estelares hacen levitar, mientras en los difíciles azotan contra el piso y te hacen creer que no vales… o las personas tormenta que llegan y te aplastan porque no tienen otra manera de hacerse visibles o fuertes, más que a costa del chantaje emocional o el anularte con palabras y acciones, hasta hacerte la vida de cuadritos, si lo permites.

Nada de lo que pase fuera está en tu control, pero sí lo que tu interior emana, tu energía suprema, así como la madurez y tranquilidad para poner las cosas en su lugar, sin más o menos valor que el que las mismas tienen. Y cuando todo parezca no ir tan bien, para, respira, mira alrededor y también en tu interior; en las gavetas archivadas, en los monstruos que dejaste crecer, en la visualización de ti frente a ellos.

Y de nuevo, deja ir el ego, sin renunciar a la ambición sana. Los espejismos del poder, el triunfo y el reconocimiento social suelen ir y venir, pero al principio y al final eres tú contigo: nadie más, por más que te quiera, puede vivir tu vida por ti.

Que te importe lo que importa: tu gente, tu energía, tu vida, tus hazañas y aprendizajes, tus derrotas, tus sueños y metas. Y a todo lo demás, déjalo ir, que nada te perturbe, ni nadie te dañe. Vive la vida, mira que se va y no vuelve.

***

Posdata. A quienes cada domingo leen a esta servidora y le permiten estar en el primer lugar de los columnistas más leídos del Valle, en la reciente encuesta de Cifras&Conceptos, ¡Gracias, totales!

@pagope

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