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Fernando Posada | Foto: El País

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Que Cuba no sea el referente

Las palabras del presidente Petro defendían lo que siempre la izquierda colombiana ha mitificado sobre el sistema cubano: que es un sistema que supuestamente garantiza alimentación, salud y educación.

18 de septiembre de 2023 Por: Fernando Posada

La semana pasada el presidente Petro acertó al cuestionar públicamente al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, luego de meses de ambigüedad frente a tres gobiernos de izquierda en América Latina, que en su momento fueron algunas de las más visibles caras de un giro político de la región, pero que con el paso de los años mostraron un claro distanciamiento de las ideas democráticas. Es el caso de los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Con ese distanciamiento público ante las prácticas inhumanas del régimen Ortega, el presidente Petro alcanzó dos aciertos: no solo se alejó en ese momento de izquierdas antidemocráticas, sino también recibió un insulto de parte de un dictador como Ortega, que es algo que debe enaltecer a cualquier líder demócrata. Rechazar la persecución que en ese país han sufrido la prensa, la iglesia católica y los opositores es un deber de cualquier defensor de la democracia.

Pero este domingo, Petro decidió borrar ese gesto con el codo al defender el régimen político de los Castro en Cuba, en medio de una respuesta al expresidente Duque, con un tono que carece del carácter sereno y diplomático que se esperaría del pronunciamiento del Presidente de la República.

Las palabras del presidente Petro defendían lo que siempre la izquierda colombiana ha mitificado sobre el sistema cubano: que es un sistema que supuestamente garantiza alimentación, salud y educación. Claramente, la libertad de opinión, de prensa o de asociación, así como también la capacidad de construir proyectos de vida autónomos no hace parte de esa lista de valores nacionales cubanos que el presidente Petro hizo.

Desde los años de la Revolución Cubana, la historia de los Castro, sus discursos y la caída de Batista se han convertido en uno de los principales referentes de la izquierda latinoamericana.

Fueron varios los grupos guerrilleros que buscaron replicar esa historia a lo largo y ancho de América Latina, y Colombia no fue un caso aparte. También muchos sectores de la izquierda democrática defendieron y buscaron promover los logros de ese sistema en materia de alcance en la salud y la educación.

Pero la represión, la falta de libertades y el establecimiento de la dictadura castrista fueron todos elementos que cambiaron por completo el significado del régimen cubano en América. En pleno Siglo XXI, cualquier izquierda moderna debe desmitificar ese sistema anacrónico e inhumano y dejar de presentarlo como un modelo a seguir.

Son desconcertantes y preocupantes las posturas del presidente y varios integrantes del gobierno nacional con respecto al gobierno cubano. Recientemente, en una visita a Cuba, la vicepresidenta Francia Márquez resaltó que los médicos cubanos que el gobierno Petro ha buscado traer al país de manera masiva son los ‘mejores del mundo’ –cosa que está lejos de ser cierta y que ningún ranking sustenta– y que no cuestiona el sistema de gobierno de ese país porque respeta la autodeterminación de los pueblos.

Es una clara contradicción que el mismo gobierno que ha abierto peleas por decisiones democráticas de países como Chile, España y Salvador responda con ambigüedad ante lo que ocurre en Cuba, con la excusa de que respeta esa ‘autodeterminación’. Esto bien podría esperarse de un líder político de la más ortodoxa izquierda hace unas décadas en Colombia, pero resulta inaceptable de parte de dirigentes del Siglo XXI que por encima de todo están en el deber de promover los valores de la democracia y los derechos humanos.

¿Cómo es posible que un gobierno que dice defender la vida y la democracia al mismo tiempo busque presentar una cara amable de un sistema que es sinónimo de represión y antítesis de la democracia? Cualquier líder de una izquierda moderna está en el deber de distanciarse del régimen cubano y dejar de verlo como un modelo a seguir.

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