Obvio
Para comenzar de verdad el año una conocida lista: maltrato; muerte; sur...
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9 de ene de 2014, 12:00 a. m.
Actualizado el 22 de abr de 2023, 05:11 p. m.
Para comenzar de verdad el año una conocida lista: maltrato; muerte; sur de la ciudad; dinero vs vida; ostentación del poder; es decir, esa Colombia que no quiere entender que la guerra está ahora es en ciudades que como Cali se han poblado mucho y muy rápidamente. Otra semana será el momento de su bello valle, cordillera y vegetación y clima, y de una entrañable querencia en alguna hacienda, cinco razones para insistir en vivir aquí; y hay otras.Con justísima razón nos preocupamos por el maltrato equino y cada vez más por el taurino, pero inexplicablemente muy poco por el de los bípedos, es decir los peatones. Incluyendo a las Autoridades que poco caminan por la ciudad y no se han dado cuenta de que Cali no tiene andenes, que la mayoría los puentes peatonales no sirven para nada, y que no entienden que la cacareada movilidad no es apenas el transporte colectivo público, al que se accede caminando.La vía a la muerte es cosa de todos los días en esta ciudad con calles en mal estado y pésimas demarcación y señalización, y donde las riñas y las pandillas (con armas robadas en la Brigada) y los accidentes de tránsito, la mayoría no producidos por conductores con nivel cero de alcoholemia sino por los que no saben manejar, matan más gente que la guerra, y desde luego peor si son borrachos de verdad y asesinos en potencia; no es sino abrir el periódico.El Sur de Cali está sitiado pero no solo el día de la cabalgata decembrina, sino cada vez más todos los días, pues con una imaginación inaudita toda la ciudad buscando apartarse de la ciudad se trasladó poco a poco allá (a la no ciudad), incluidas universidades y colegios, con el beneplácito de un Oficina de Planeación que nunca ha sido capaz de gestionar un plan urbano y que hace años no cuenta con uno de verdad, pues la ciudad real ni siquiera aparece en sus planos.Lo del dinero versus la vida es aquí cosa de toda la vida, desde la salud hasta la compra de la Justicia, pasando por la arquitectura la que se considera buena si está a la moda y es costosa y no porque sea apropiada al clima, paisaje y tradición. Y los carros grandes y caros son para muchos nuevo ricos de ahora y de antes un símbolo social (en vez de obras de arte o una casa que lo sea y una biblioteca) más que un medio privado de transporte, que en beneficio de todos debe ser eficiente y económico.Finalmente, la ostentación de poder y no la búsqueda de sana y significativa diversión, caracteriza casi todos los eventos en Cali. Desde el ballet hasta la bullaranga semanal en la bien llamada Plazoleta de la caleñidad pues en eso, el ruido y no de cultura, consiste ahora lo caleño por culpa del narcotráfico, en cuya penalización se insiste mientras en otro estado de Estados Unidos, Colorado, acaba de ser permitida la mariguana para fines recreativos.Las anteriores son las mismas cinco razones aducidas para bajarse de la Cabalgata (El País, 05/01/2014). No hay, pues, motivos para el orgullo de ser caleño del que habla el alcalde Guerrero, ni para que ahora sí se acabe (sería como tirar el sofá) ante la poca autoridad de las Autoridades que han sido incapaces de organizarla de nuevo, como hace medio siglo pero claro, no había traquetos armados a caballo. En lo que acierta es que el MÍO funciona o es un fracaso; obvio.

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, y en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998.
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