Valle del Cauca: cuando la innovación deja de ser promesa y se vuelve realidad

No soy caleña. Desde Bogotá, donde dirijo Connect, una red que articula universidades, empresas, gobierno y emprendedores en el país, miro a las regiones como ecosistemas, actores, conexiones, brechas y oportunidades. Desde esa perspectiva, hay algo claro: el Valle del Cauca está en un momento distinto de su historia de innovación.

Durante años, desde afuera, se habló del Valle en clave de crisis o conflicto. Pero esa mirada omite un rasgo estructural: su profunda tradición de innovación social y empresarial. El Banco de Occidente, Mayagüez, Tecnoquímicas, Octopus Force, Fanalca, Colombina, BIvien o la Fundación Valle del Lili han transformado sectores con nuevas tecnologías, modelos de negocio y gestión del talento.

En Colombia solemos hablar del ‘potencial’ de las regiones. El Valle ya salió de esa etapa: hoy muestra desempeño medible y sostenible. Cali es el tercer ecosistema de startups del país, con más de 230 emprendimientos mapeados y 9,9 millones de dólares en capital levantado en 2024. Además, ocupa el tercer lugar en ciberseguridad en Latinoamérica, el sexto en software como servicio (SaaS) y el noveno en healthtech, según el índice global más reciente.

Ese desempeño se sostiene en una arquitectura institucional que articula universidades, empresas y gobierno con foco en transferencia, no sólo en investigación. El Distrito de Innovación e IA (NIDO), impulsado por la Cámara de Comercio de Cali, la Gobernación del Valle, la Alcaldía de Cali y aliados como Connect, lo ejemplifica: 3500 personas impactadas, 974 emprendedores y empresas acompañados, más de 2 millones de dólares en capital movilizado, 500 empleos generados y aumento de 35 % en las ventas de los negocios vinculados. No es un piloto, es una plataforma de resultados.

La Cámara de Comercio de Cali ha construido este terreno con apuestas de largo plazo como Valle Impacta. En paralelo, Compromiso Vallese consolidó como una de las iniciativas de innovación social relevantes del país, al articular sector privado y sociedad civil.

Colombia convierte relativamente bien el conocimiento en valor, pero necesita aumentar la inversión en ciencia, tecnología e innovación y descentralizarla. En 2025 vimos una corrección saludable: la innovación se territorializa y muestra retorno económico. Las organizaciones que participaron este año en el Premio INNPACTA reportaron 1.600 millones de dólares en ingresos derivados de innovación en 2024. El país dejó de hablar sólo de ideas y empezó a monetizarlas, y el Valle está entre los territorios que mejor encarnan ese giro.

La tracción vallecaucana se explica por tres factores: una alta densidad de talento con investigación aplicable; sectores intensivos en conocimiento —salud, bioeconomía, agroindustria, manufactura— que demandan soluciones sofisticadas y las pagan; y una gobernanza colaborativa. Cuando esas piezas encajan, la innovación deja de ser discurso y se convierte en contratos, escalamiento y exportaciones.

También hay señales simbólicas que cambian narrativas. Que Cali y el Valle del Cauca sean región y ciudad invitadas a la décima edición del Open Innovation & Investor Summit 2026 (28 y 29 de abril, Ágora Bogotá), un encuentro que espera 3000 asistentes de 20 países, es el reconocimiento a un ecosistema que ya compite en ligas mayores. Para el Valle, es una oportunidad de tejer alianzas con redes globales y atraer inversión.

Tres tareas son clave: (1) priorizar compras públicas y corporativas de innovación para que más pilotos se conviertan en contratos; (2) alinear capital local, público y privado; y (3) consolidar métricas compartidas que permitan seguir la productividad, empleo y exportaciones tecnológicas. La discusión ya no es si el Valle tiene potencial en innovación, sino cómo impulsarlo más.