Oda a Maduro
El episodio de Aida Merlano ha tenido un aspecto positivo: la cantidad de analistas y tuiteros que salieron del closet.
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8 de feb de 2020, 10:22 a. m.
Actualizado el 26 de abr de 2023, 01:10 p. m.
El episodio de Aida Merlano ha tenido un aspecto positivo: la cantidad de analistas y tuiteros que salieron del closet, que creen que Maduro es en el fondo un buen tipo, que juega con apego a las reglas de la diplomacia, que cumple con el derecho internacional, que si se le pone la otra mejilla se conmueve y no cachetea.
Los múltiples desafíos que enfrenta Colombia en su relación con Venezuela tienen nombre propio: el chavismo y su exponente actual Nicolás Maduro Moros. No podemos tan rápido olvidar que fue el inquilino de Miraflores quien en 2015 durante el gobierno de Juan Manuel Santos, expulsó de manera violenta e inhumana a unos dos millares de paupérrimos compatriotas residentes de la zona de frontera despojándolos de sus bienes y enviándolos por las trochas a territorio colombiano. Tampoco se puede olvidar que Chávez en uno de sus arranques, tras la muerte de Raúl Reyes, envió 10 batallones de tropas a la frontera con Colombia que si no fuera porque los blindados se vararon en el camino, hubieran podido desencadenar una situación de altísimo riesgo. ¿Cuántos colombianos han sido detenidos arbitrariamente en Venezuela por ‘paramilitarismo’, cargos que usa el régimen como cortina de humo?
Como vecino tenemos a un sátrapa, violador de los derechos humanos, carcelero de opositores políticos, quien ha sumido a su pueblo en la desesperanza, destruido su economía, aniquilado las instituciones republicanas y despedazado el tejido social. La otrora poderosa Pdvsa en una sombra de sí misma. Gracias al socialismo del Siglo XXI unos 5 millones de venezolanos han abandonado su patria en búsqueda de algún futuro. Un vecino cuyo patrón de comportamiento frente a Colombia se ha caracterizado por el cinismo elevado a su máxima expresión, que le da refugio a lo peor de la criminalidad colombiana, para que aquí piensen algunos que se puede “hacer negocios con él”, qué si tuviéramos un ‘backchannel’ o algún tipo de conducto regular, el señor nos hubiera entregado a Aida Merlano para dar cumplimiento a la circular roja emitida por Interpol. Como decía un político local: “Mamola”. Poco tiene Colombia qué ganar en este momento, estableciendo relaciones de cualquier índole con Miraflores a pesar de los miles de trinos que así lo sugieren.
El apoyo y reconocimiento de Colombia y medio centenar de países a Juan Guaidó se fundamenta en una diplomacia de principios y valores cuyo objetivo es promover el retorno de la democracia a Venezuela. El cerco diplomático le ha restado margen de maniobra a Maduro y sus áulicos cuya permanencia en el poder depende en buena parte de los esbirros cubanos.
El episodio de la vicepresidente venezolana Delsy Rodríguez tratada como una criminal en España, recibida clandestinamente por el ministro de Transporte José Luis Ábalos a quien le tocó salir a dar explicaciones y la posterior huida de Rodríguez a Qatar revelan a un régimen acorralado. La misma Delsy Eloina que ingresó por la ventana a una reunión de Mercosur en Buenos Aires a la cual le habían prohibido la entrada.
El apoyo internacional que ha recibido Juan Guaidó en sus giras recientes quizás no le alcance para derrocar a Maduro, pero suscita esperanza en un futuro mejor para el bravo pueblo. La trágica historia de la dictadura venezolana no ha concluido, es mantenida por el fúsil, ese mismo que en un acto de defensa de la democracia se le volteó a Evo Morales a finales del año pasado y lo sacó del Palacio Quemado antes que lo escriturara a perpetuidad.
Sigue en Twitter @marcospeckel

Analista internacional para varios medios en Colombia y el exterior. Fue profesor de la Universidad de Externado hasta 2022 y es actual docente de la Universidad del Rosario. Colaborador y columnista de El País desde el 2001.
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