Columnistas
La economía vudú de Trump
Lo que sí sería posible es la sustitución de trabajadores tratando de llenar las vacantes que dejen los millones de inmigrantes ilegales deportados con inmigrantes antiguos ya legalizados.

Ha reaparecido la ‘economía vudú’, es decir, las propuestas de política económica irreales o simplistas, que se supone tienen efectos mágicos o milagrosos en la economía, sin tener en cuenta los riesgos involucrados ni los efectos colaterales. Así fueron calificadas despectivamente las propuestas del candidato Ronald Reagan en 1980, pero no por sus oponentes demócratas, sino por su copartidario republicano George H Bush en las primarias de ese partido.
Ahora, el premio nobel de economía, Paul Krugman, afirma que muchas de las promesas electorales de Trump son una nueva generación de ‘economía vudú’: son mentiras que no se van a cumplir, y si lo hacen, no hay magia que le sirva para alcanzar los objetivos planeados y si van a tener efectos contrarios.
Para ‘hacer grande a América otra vez’ (Maga, por sus siglas en inglés), en materia económica, Trump ha prometido bajar los precios, crear un millón de empleos y reducir los déficits gemelos, el fiscal y el externo. Estos objetivos son impecables y todo el mundo los comparte. El problema son los instrumentos que propone usar Trump; los más destacados son aranceles a las importaciones, recorte de impuestos a los ricos junto con recorte de programas públicos, deportar millones de inmigrantes y producir más petróleo.
La receta de recortar impuestos, con la esperanza que esto acelere el crecimiento y genere mayor recaudo tributario que disminuya el déficit fiscal, es el ejemplo clásico de la ‘economía vudú’, que ha fracasado y ha llevado a grandes aumentos del déficit fiscal y la deuda pública. Para no repetir ese fracaso, la magia que ahora propone Maga es la subida de aranceles a las importaciones.
La propuesta es agresiva: un arancel general de 10 % a todas las importaciones, 25 % a las provenientes de México y Canadá y 60 % a las de China. Trump dice que este arancel es un impuesto que pagarán los extranjeros y que estos mayores ingresos reducirán el déficit fiscal. Los mismos asesores del convicto presidente reconocen que es una medida imposible de aplicar porque generaría retaliaciones de todos los países y golpearía el comercio mundial con grandes prejuicios para EE.UU.
Pero aun si se lograra imponer estos aranceles, es un gran error pensar que es un impuesto que pagarán los extranjeros; por el contrario, son un sobreprecio que pagarían los consumidores norteamericanos en los bienes importados, o en los domésticos que utilizan materia primas importadas. En otras palabras, presionarían la inflación en contra de la otra promesa de bajar los precios.
En cuanto al millón de nuevos empleos, no parece factible en un país con una tasa de desempleo de 4 % que es cercana a los mínimos históricos y que para efectos prácticos se considera casi de pleno empleo. Lo que sí sería posible es la sustitución de trabajadores tratando de llenar las vacantes que dejen los millones de inmigrantes ilegales deportados con inmigrantes antiguos ya legalizados. El problema es que esos que hoy se consideran nativos no están dispuestos a trabajar por los bajos salarios que les pagan a los chicanos y sudacas. O suben los salarios, presionando la inflación o se cae la producción por falta de trabajadores.
En economía no hay magia, vudú, ni almuerzos gratis. Va a ser muy difícil que Trump cumpla sus promesas económicas, pero la magia de las redes sociales le permitirá seguir mintiendo con impunidad.
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