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Ecos del pasado

Reptando entre los pasillos del Congreso fue descubierto la semana pasada un...

23 de agosto de 2010 Por: José Félix Escobar

Reptando entre los pasillos del Congreso fue descubierto la semana pasada un proyecto de ley mediante el cual una cándida parlamentaria pretendía imponer censura a las portadas de los medios impresos, para que se abstuvieran de exponer demasiados centímetros cuadrados de piel humana, o ilustraciones tildadas de violentas. De la inocuidad del intento censor hablan por sí solos sus alcances: las tales escenas no se podrían publicar en las portadas, pero no se dijo nada sobre el interior de las publicaciones... Mucho más viejo que la prensa libre es el esfuerzo represor. De hecho la atmósfera de libertad de que disfrutamos -casi siempre sin apreciarla- es el fruto de una larga lucha contra todas las formas de absolutismo. La libertad de prensa es, en consecuencia, un activo insustituible de la civilización y ni en juego podemos arriesgarla. En últimas, de nada sirve reprimir. Es la suma del sano criterio de los periodistas y del buen gusto de los lectores, la que finalmente decide. Cuando falla de manera aparatosa el primero (como en la bochornosa portada de una Yidis tan pasada de kilos como escasa de neuronas), el alud de críticas de los lectores se encarga de sepultar cualquier intento parecido.Horacio Vásquez-Rial, un escritor argentino, anotaba hace poco que el Tercer Mundo sufre de una preocupante epidemia de “atrasismo”. Es decir, de una incomprensible tendencia a abrazar modelos desuetos, fórmulas erradas y sistemas cuyo fracaso fue catastrófico. El estado censor y entrometido debió darse por sepultado cuando cayó el Muro de Berlín. Pero no. Auténticos dinosaurios como el ex coronel Chávez Frías se encargan de reeditar una y otra vez los errores del pasado.Ahora el tirano del vecindario se vino con una abierta censura al diario El Nacional, de Caracas, por haber osado publicar en su portada una tétrica fotografía: cadáveres amontonados sin consideración ninguna en la morgue de Caracas. Es obvio para cualquiera que el periódico no quería explotar el morbo, sino denunciar, como era su deber, el alarmante estado de inseguridad que se vive en la Venezuela del ex coronel golpista. Inseguridad que es negada por el régimen de manera sistemática y obsesiva.Pero también Correa en el Ecuador, Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia las han emprendido contra la prensa. Quizás el caso más preocupante es el de Argentina, donde el matrimonio gobernante ha usado sin pudor las herramientas del Estado para machacar a la familia Noble Herrera, propietaria del diario Clarín. Han recortado la pauta del periódico, han propiciado varias causas judiciales contra los Noble Herrera, les han roto unilateralmente contratos y concesiones. Los Kirchner conocen una vieja táctica fascista: golpeando a uno se les advierte a todos.Del profesor Luis López de Mesa se sospecharon ciertas simpatías por sus contemporáneos, los fascistas. Pero, por paradoja, nuestra historia guarda una frase suya, que resume la esencia del gobierno democrático: “El partido político, la prensa y el parlamento representan la columna vertebral de las democracias modernas”.

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