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Doctrinas

La más grave, disociadora y perniciosa es la llamada ‘doctrina Putin’

5 de marzo de 2023 Por: Vicky Perea García

Somos contemporáneos de la vigencia y extensión de ciertas doctrinas. La más grave, disociadora y perniciosa es la llamada ‘doctrina Putin’. Hace poco más de un año al dictador ruso se le ocurrió dar valor a un reclamo territorial contra su vecina Ucrania y tomó como causa nacional la recuperación de unos 30.000 kilómetros cuadrados, área insignificante para una enorme nación que tiene 17 millones de kilómetros cuadrados.

Tal como lo ha precisado con toda su autoridad el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, la ‘doctrina Putin’ debe ser borrada cuanto antes de la faz de la Tierra, porque se abrirían incontables litigios territoriales que llevarían al traste la paz global que se obtuvo en 1945 al término de la Segunda Guerra Mundial. Cabe recordar que este gran conflicto bélico surgió por las pretensiones de los nazis de anexarse territorios que en alguna época estuvieron bajo el mandato alemán.

Solo en América y desde el Siglo XX, podrían resurgir el litigio que llevó a Bolivia a perder su salida al Pacífico. Y no faltaría el demagogo populista que pretendiera deshacer la paz entre Colombia y Panamá, tras la separación de esta última nación de lo que es hoy nuestro país. De igual forma, Venezuela con toda certeza reclamaría por la fuerza la región de Esequibo.

En América del Norte ha surgido la doctrina ‘Amlo’. Se trata de la desfachatada hipocresía del presidente mexicano López Obrador, quien tiene dos facetas bien marcadas: es un manso cordero frente a los Estados Unidos y a sus grandes empresarios que están poblando de factorías la franja fronteriza de México con la potencia del norte. La última gran inversión es una gigantesca planta de producción de autos eléctricos cerca de Monterrey.

La otra faceta del presidente López Obrador es la que expone ante los demás países de América latina: o bien guarda vergonzoso silencio (como en el caso de la dictadura Ortega – Murillo de Nicaragua); O bien interviene en forma descarada en los asuntos internos de un país soberano (como en el caso de Perú).

Mientras tanto, en Colombia se afianza la doctrina del ‘yo primero’. Cualquier grupo de personas se arroga el derecho de obstaculizar a los demás en su vida que debería ser normal. Por todas partes del país y ante la falta de autoridad, brotan los ejemplos de esta perniciosa doctrina.

¿Que los vecinos de la represa del Guavio quieren que les mejoren la carretera? Entonces taponan del acceso a la Hidroeléctrica. ¿Que las víctimas de inundaciones en La Mojana desean con toda justicia que les arreglen su problema? Entonces bloquean la carretera que conduce del interior al Caribe.

¿Que el gobierno nacional se demoró siete meses sin definir la fusión de dos aerolíneas hasta que Viva Air explotó por iliquidez? Entonces de la mano de la doctrina del ‘yo primero’, los frustrados pasajeros impiden a todos los demás la toma de sus vuelos, con las graves consecuencias que hemos estado presenciando.

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Posdata. Seguimos insistiendo en que el mayor éxito del presidente Petro en sus siete meses de gobierno ha sido la normalización de relaciones con Venezuela, en una plena demostración de sensatez gubernamental. Pero para lástima de nuestro país el actual espectáculo que está brindando la familia Petro es simple y llanamente vergonzoso.

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