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Bolívar en 1819 y hoy

La gloria de Bolívar creció sin detenerse desde 1819. Dos siglos después, la imagen, el legado, el buen nombre y hasta los restos físicos del Libertador han sido profanados por los bárbaros del chavismo.

24 de febrero de 2019 Por: José Félix Escobar

No hay ninguna duda: fue en el año 1819 cuando la gloria de Simón Bolívar se convirtió en inatajable. A inicios de ese año Bolívar se encontraba en la región de Apure preparando lo que sería su próxima campaña política y militar. En febrero el Libertador se desplazó a la ciudad de Angostura donde se celebró un Congreso imaginado por Bolívar para hacer efectiva la democracia representativa que reemplazaría al régimen monárquico español.

Bolívar regresó a la región de Apure en compañía de los soldados ingleses que lo apoyaban. En marzo y abril de 1819 las tropas de Morillo avanzaron hacia los Llanos en persecución de los rebeldes. Bolívar y Páez ordenaron la tierra arrasada, quemando pastizales y cultivos para dejar sin abastecimiento al enemigo. Las tropas realistas tuvieron que retornar a las montañas después de grandes penurias.

Bolívar da un giro inesperado y decide atacar a las fuerzas realistas de la Nueva Granada, por la ruta del Casanare. Había que pasar ríos caudalosos, y luego subir a la cordillera por páramos de intenso frío. El grueso de sus hombres eran llaneros acostumbrados al calor de las sabanas, por lo cual la decisión fue muy arriesgada. Dicen que el autor de esta idea fue Santander, convencido de que las fuerzas españolas de Sámano y Barreiro descansaban tranquilas al enterarse de que el escenario de la guerra estaba en Venezuela.

En julio el grupo de Bolívar llegó en muy malas condiciones a Boyacá. Allí el fervor de la gente por la causa de la Independencia se encargó de aprovisionar a los soldados patriotas. El ejército del Libertador recibió el refuerzo de muchos voluntarios y Bolívar tomó la decisión de atacar. Buscaban el camino hacia Santafé de Bogotá, la capital del Virreinato, depósito de grandes riquezas y de muchas armas de la Corona. Las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá significaron la derrota militar de los españoles.

La gloria de Bolívar creció sin detenerse desde 1819. Dos siglos después, la imagen, el legado, el buen nombre y hasta los restos físicos del Libertador han sido profanados por los bárbaros del chavismo. La obsesión del coronel Hugo Chávez por parecerse a Bolívar lo llevó a ordenar la remoción de los restos del Libertador y entregárselos a un grupo de técnicos cuya misión era reconstruir el rostro de Bolívar a partir de lo que se encontró en su tumba. El resultado de ese trabajo es una grotesca deformación de la figura del libertador.

La Venezuela tradicional honró la memoria del Libertador denominando ‘bolívar’ la unidad monetaria nacional. Pero la estupidez militante de los economistas del chavismo hizo que el bolívar se devaluara hasta los límites catastróficos de la Alemania de los años 1920 o de Zimbabue, la trágica nación del África. En muchas calles la diáspora venezolana enseña con tristeza los billetes representativos de unos bolívares que no valen nada.

Pero quizás el mayor insulto a la memoria de Bolívar consiste en la apropiación de ese glorioso nombre para aprovecharlo en la descripción de las brigadas de matones organizadas por Chávez y Maduro. La Guardia Nacional Bolivariana es la misma agrupación de represores que se oponen hoy al ingreso de medicinas y alimentos a la nación venezolana. El tenebroso Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) es la policía política de la dictadura chavista. Como para no creerlo…

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