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Tal cual

Se dirá que somos 8 millones de cobardes. Desde luego que sí, lo acepto con algo de pena pues yo creía estar vacunado contra el susto. Pero la vacuna no surtió efecto porque ya empieza a manifestarse lo que será el estilo de la II Era Uribista.

27 de junio de 2018 Por: Jorge Restrepo Potes

Solía el doctor Ricardo Hinestrosa Daza en sus tiempos de rector de “mi colegio”, como él llamaba al Externado de Colombia, cuando iniciaba su cátedra de Sucesiones en el quinto curso de la carrera de Derecho, hacer una pregunta elemental que a esas alturas todos los alumnos debíamos responder acertadamente. Ese día escogió al azar a uno y el tipo quedó mudo como una ostra. El Maestro dijo: “Mal comienza la semana el que ahorcan el lunes”, y esa sentencia quedó grabada en mi memoria.

Eso podría decir yo ante el comienzo del mandato de Iván Duque, que si bien inicia el 7 de agosto, ya se siente que el Gobierno de la segunda Seguridad Democrática arrancó con motor de alta potencia.

Y, desde luego, también arrancó el culto a la personalidad, tan común en los regímenes de las extremas, pues los zurdos también caen en esas posturas zalameras. Me asombra que una persona a quien juzgaba de recio criterio se atreva a proclamar que Duque es el Kennedy colombiano. Creí que se refería a George Kennedy, el magnífico actor de cine norteamericano del siglo pasado, al que siempre lo pusieron de reparto -de segundón-, el mismo papel que sus parciales le asignaron al nuevo Mandatario, porque de Uribe no se zafa sino alguien con el ‘pedigrí’ de Juan Manuel Santos.

Otro pontifica que los 8 millones de votos que obtuvo Petro son producto del odio a Uribe, y ahí sí taca burro porque ese mundo de gente no tiene odio por el líder paisa, sino físico miedo, terror, pavor. Cuando intuyo que Uribe regresará, por interpuesta persona, a la Casa de Nariño, me veo tembloroso, como me sentía de niño frente a la pantalla del Teatro Boyacá, agarrado a los brazos de la butaca esperando que el noble señor de Transilvania levitara del féretro que le servía de lecho.

Se dirá que somos 8 millones de cobardes. Desde luego que sí, lo acepto con algo de pena pues yo creía estar vacunado contra el susto. Pero la vacuna no surtió efecto porque ya empieza a manifestarse lo que será el estilo de la II Era Uribista.

Uribe cuenta con mayoría en el Congreso, formada por su propio partido y por los tránsfugas que se subieron al carro de la victoria, como los sedicentes liberales, y por supuesto puede hacer lo que le venga en gana en ambas cámaras. A propósito, ¿a César Gaviria no le remordería la conciencia al ordenar a las bancadas liberales aceptar el aplazamiento de la votación del estatuto procedimental para que pueda operar la JEP? Es bueno recordarle que el proceso de paz fue apoyado por el partido, que respaldó a Santos en su programa estelar.

Pero lo que es el colmo fue lo que le escuché en televisión a uno de los asesores de Duque, cuando dijo que Gustavo Petro no representa a la oposición y que por tanto no tiene el presidente electo razón alguna para entrevistarse con él, porque en Colombia no existe sistema parlamentario en el que se deslindan gobierno y oposición. Que esos 8 millones son una masa amorfa y que Petro no es más que un político que no pasará de hacer bulla en las calles, sin consecuencia alguna para el próximo presidente.

Entonces, ni yo, ni los 8 millones de compatriotas que expresamos nuestra inconformidad en las urnas, existimos. No falta sino que le quiten la curul a Antanas Mockus. Así gobiernan los autócratas. Tal cual. Pero la misma democracia, si no la extinguen, da instrumentos para su propia supervivencia, pues mientras más oscura es la noche más clara es la aurora.

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