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El respeto

Las instituciones públicas y privadas son reflejo de los valores prevalentes en...

12 de diciembre de 2016 Por: Gustavo Moreno Montalvo

Las instituciones públicas y privadas son reflejo de los valores prevalentes en sus ámbitos de poder. Los humanos tendemos a creernos más de lo que somos, y por eso con frecuencia faltamos al respeto que merecen los semejantes y requiere nuestro entorno. Hace muchos años la aerolínea Aces, propiedad de los cafeteros, se comprometió con el respeto como regla central de su conducta y la de sus colaboradores. El asunto puso a pensar a los colombianos, pero la empresa se integró con Avianca y el principio se esfumó. Hoy la sociedad producto de la fusión aplica prácticas comerciales restrictivas en las rutas que controla. Hace un par de años Bancolombia, la más importante institución bancaria del país, decidió comprometerse con el objetivo de ponerle alma a su negocio. Este año sus clientes han sufrido perjuicios reiterados por errores de gestión cibernética.El respeto no solo se enuncia: se practica. Además es condición necesaria para la armonía. La cosa no es de decisión: es obligación. Ni siquiera es preciso escribirla en las normas: ellas lo suponen. Toda teoría legítima de la justicia es, en últimas, producto del análisis de la sociedad. Como todo evoluciona, la aplicación de principios cambia, pero la regla del respeto no solo debe preservarse sino robustecerse para enfrentar con los retos de sostenibilidad social, económica y ambiental de la especie. Urge impulsarla en todos los ámbitos. Respetar es no calumniar, no despojar, no perjudicar sin fundamento, no agredir. El uso de mecanismos coercitivos para defender derechos debe canalizarse en forma exclusiva a través de los conductos previstos por la ley, y no por mano propia. Suena fácil, pero no lo es tanto: respetar conlleva ver las cosas desde la perspectiva de los demás. Hemos llegado al final de una larga negociación con las Farc. El acuerdo no demuestra respeto de los negociadores por el pueblo, en quien reside la soberanía en Colombia. Si lo hubiera habido, se habría hecho el esfuerzo de redactar unos artículos claros, concretos y efectivos con fuerza de norma constitucional de carácter transitorio, y someterlos al voto vía referendo, en vez de presentar un texto de 310 páginas, tras la derrota en las urnas de otro, de 297 páginas. Ya es muy tarde para enderezar los pasos; solo queda esperar que todo el proceso a desarrollar hacia adelante tenga buenos resultados, no haya tropiezos legales, y el gobierno sea eficaz en la ocupación de los territorios hoy en poder de las Farc y en muchos otros sitios, incluidas barriadas de las ciudades, donde hoy la violencia privada impera. Tras esta experiencia violenta de medio siglo debemos construir una sociedad fundada en el respeto. ¿Queremos?