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Verde pálido

Los verdes no encontraron ellos mismos su propio centro, no articularon un proyecto que le diera sentido, organización y permanencia para liderar ese nuevo electorado no partidista

6 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Lo que hoy se conoce como Alianza Verde tuvo su primera presentación en sociedad hace quince años bajo el nombre de Opción Centro, que pretendía aglutinar fuerzas ‘alternativas’ caracterizadas por su posición de centro, es decir no extremas ni sectarias. Años después adquirió la denominación que actualmente tiene y con ella su característica principal de colcha de retazos, que no otra cosa podía salir de un acuerdo político entre tres exalcaldes de Bogotá tan diferentes como Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón, en conjunción con visiones y estilos políticos tan disímiles como Antonio Navarro Wolff, Sergio Fajardo y Claudia López.

Los verdes han estado en sincronías con Gustavo Petro cuando era líder del Movimiento Progresistas, actual Colombia Humana, apoyándolo como candidato a la Alcaldía de Bogotá aunque no a la Presidencia de la República. Y también las tuvo con el Partido de la U de Juan Manuel Santos cuando estuvieron en la alianza de gobierno desde 2010, luego de que su candidato, Antanas Mockus, fuera vapuleado en una segunda vuelta en la que Santos le aplicó una trituradora implacable liderada por el venezolano JJ Rendón y todo el cacicazgo nacional y de la que el candidato verde dijo haber sido víctima de una campaña sucia, con bastante razón. Pero el ímpetu de la Ola Verde se apaciguó calmadamente en las playas del clientelismo de la Unidad Nacional hasta 2013 cuando se retiró, para presentar la grimosa candidatura presidencial de Enrique Peñalosa que quedó de último en la primera vuelta.

Luego los verdes volvieron a apoyar a Santos en el referendo de los acuerdos de paz. Es decir, integraron la alianza de gobierno cuando debían mantenerse independientes y se salieron cuando debían haberla integrado. Geniales.

El movimiento se va difuminando poco a poco, es cierto que tiene una fuerza parlamentaria que sobre todo en Senado se hace sentir, pero la escena que brindan frente a las próximas elecciones es sombría. Ya no parece indiscutible que ganen en Bogotá donde se enfrentan al candidato de su antiguo aliado Gustavo Petro. En Cali Jorge Iván Ospina presenta su programa de gobierno con el patrocinio de la Alianza Verde y el Partido Liberal, pero el twitter del candidato es profuso en alusiones a la Colombia Humana que lo respalda. En Nariño no tiene candidato a pesar de que el actual gobernador es verde. En Antioquia están en alianza con La U y los liberales y en el Atlántico con el petrismo en la gobernación y contra el petrismo en la alcaldía de Barranquilla.

No estoy muy seguro que al elector joven que tiende a calificarse como independiente o sin partido le signifique algo la muy vaga propuesta verde. Creo más bien que esos sin partido toman sus decisiones políticas de manera bastante coyuntural y se desplazan entre candidaturas y proyectos políticos disímiles y el ejemplo más claro es el supuesto bastión verde de Bogotá, una ciudad que en 2006 votó masivamente por Álvaro Uribe, que prefirió a Santos sobre Mockus en 2010 casi doblándolo; luego prefirió a Oscar Iván Zuluaga en la primera vuelta en 2014, pero en el referendo de 2016 y las presidenciales de 2018 votó contra los proyectos apoyados por Uribe.

Los verdes no encontraron ellos mismos su propio centro, no articularon un proyecto que le diera sentido, organización y permanencia para liderar ese nuevo electorado no partidista cuyas claves de comportamiento y decisión políticas parecen aún pendientes de ser descifrados. En cambio, las rencillas de sus líderes reflejaron bien que en época electoral les importan más sus ambiciones que las ideas.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos