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Con Álvaro Leyva, Petro cumple

Leyva canciller no representa el consenso de Petro con fuerzas políticas, sino el compromiso de cambio con la gente que lo eligió presidente.

26 de junio de 2022 Por: Vicky Perea García

La designación de Álvaro Leyva Durán como el próximo ministro de Relaciones Exteriores del Presidente electo no es sorprendente sino consecuente con lo que ha sido Gustavo Petro como político, con lo que fue su campaña y con su discurso asumiendo la victoria el 19 de junio pasado.

Creo que desde mediados de los 80 no tenemos un canciller con tanto peso social y político como el que ahora nombra Petro. Leyva empezó en el conservatismo ortodoxo y su compromiso con la paz lo llevó hacia la izquierda. Tiene una impresionante trayectoria pública en el Ejecutivo y el Legislativo que incluye la Asamblea Constituyente de 1991. Personalmente tiene tanta heráldica encima que es inútil descalificarlo de resentido social promotor de la lucha de clases que es el estribillo que le aplicarían a cualquier otro.

En el discurso en el Movistar Arena en Bogotá en la noche de la elección, Petro dijo que la política exterior de su gobierno giraría sobre dos ejes: paz y liderazgo en el cambio climático, mejor dicho, Paz y Desarrollo, dos conflictos globales con expresiones locales, dos grandes contradicciones hemisféricas, de cuyo enfoque depende una política exterior de alineamiento o una de multipolaridad. Petro, escoge la segunda, y señaló que el diálogo internacional sobre cambio climático debía partir de la premisa de una responsabilidad principal de los países industrializados cuyo modelo de consumo causa el calentamiento global. Una forma de decir que en los problemas globales, las soluciones deben expresar responsabilidades comunes pero diferenciadas según el nivel de desarrollo de los países.

La historia de compromiso de Leyva con la paz le da credenciales para entender el proyecto. Además acumula tantos años en el trabajo desde la intimidad de los escenarios en los que la paz se discutió, fracasó, se intentó y finalmente se acordó, que debe tener las ideas suficientes para llevarlo a cabo. Durante el proceso de paz del gobierno Santos fue uno de los pocos que tuvo la clarividencia de advertir tres años antes de la debacle, la inconveniencia de ligar los acuerdos de paz a un referendo o a un resultado electoral. Lo hubieran oído.

Su tarea será compleja, una política multipolar tiene amplias áreas de fricción con Estados Unidos, además de las que existen por la lucha contra el narcotráfico. Pero hay que dar pasos inaplazables que nos distancian de los intereses de Washington pero le sirven a Colombia, como por ejemplo la normalización de las relaciones con Venezuela. La construcción de un escenario latinoamericano más sólido y menos dependiente de los intereses hemisféricos de Estados Unidos pasa por normalizar las relaciones con Cuba. La necesidad de enfrentar los efectos colaterales del enfoque que se le ha dado a las pretensiones con Nicaragua exige un manejo diplomático distinto de la inútil verbosidad del exembajador Alfredo Rangel a quien Managua le retiró credenciales.

Con este nombramiento, Petro manda un mensaje: el acuerdo nacional es necesario y exige unos compromisos inamovibles con otras fuerzas políticas de respeto a la propiedad privada, al marco fiscal y el gobierno de la ley. Pero fue elegido para desarrollar un programa de gobierno, lo que implica otros inamovibles esta vez ante sus electores; una política exterior orientada al consenso internacional sobre la paz y el cambio climático es uno de ellos.

Leyva canciller no representa el consenso de Petro con fuerzas políticas, sino el compromiso de cambio con la gente que lo eligió presidente. Los primeros gabinetes siempre son los equipos de ensueño, si Leyva es el primero, el baremo está muy alto, que sea para bien.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos