El pais
SUSCRÍBETE

Nueva era 20-20

Entonces podemos unir nuestras manos y nuestros corazones, apelar a lo más bello de la condición humana, confianza y gratitud para seguir adelante.

30 de diciembre de 2019 Por: Vicky Perea García

Solo hay dos alternativas: o se sube al carro del cambio o el cambio lo atropella. No hay manera de quedarse en la mitad. En este escenario se debe escoger porque no existen términos medios, no hay grises. O es una persona anquilosada, vieja, con espejo retrovisor o se suelta y acepta el devenir del mundo. Que es estrepitoso, acelerado, imparable. En todos los ámbitos de la condición humana hay movimiento. Este comienzo de década va a ser ‘con todos los juguetes’ y aceptando el peso y valor de la juventud. Irreverente, desafiante, inconforme, indignada, cuestionadora, solidaria. ¿Qué mundo nos dejan? Lo están preguntando pero también lo están cobrando…

Los retrovisores de los vehículos tienen como objetivo ayudar a ver el panorama para evitar un choque. Son necesarios y por momentos salvadores. Pero cualquiera que maneje sabe que no puede guiarse mirando solo el retrovisor. ¡Imposible! ¿Qué vehículo adelanta direccionado únicamente por un espejo retrovisor? ¿A dónde llegaría? Le serviría como prevención pero nunca como motor de empuje en busca del camino a seguir. Adelante están los destinos, las rutas, la vida, lo que está por construirse. En este momento tan especial, cambio de año y comienzo de década, con un número fantástico 2020 (consulte a un numerólogo) es necesario recalcar que no se puede vivir mirando para atrás, ni haciendo añoranzas de tiempos pasados. La vida nunca se devuelve por más que se quieran vivir situaciones semejantes. Ni usted, ni los que lo rodean, ni el mundo son los mismos. El continuo cambio impide (afortunadamente) que los hechos se repitan. Por lo mismo, la salud mental pasa por el hecho de aprender a desprender y mirar para adelante.

No es sano empezar nuevo período con añoranzas enfermizas porque estas envenenan el espíritu. Es allí donde el pasado hace daño. Cuando se quiere regresar, cuando no se logra desapegar de lo que ya sucedió. Porque tampoco se puede idealizar el pasado, no podemos ser tan ilusos. A su lado deben existir jóvenes y niños que están cuestionando. ¿Qué mundo nos dejan? ¿Qué es lo que añoran? Es posible que estos jóvenes no sepan muy bien cómo será el futuro pero es obvio de que si tienen total claridad que no lo quieren como el pasado. No van a repetir.
Pueden equivocarse, tienen derecho a hacerlo, pero lo anhelan diferente. La naturaleza posiblemente sea la reina de la película. En torno a ella construirán (ellos y nosotros) sus vidas y sus agendas. Naturaleza, equidad y respeto por la diferencia. No más paradigmas viejos donde el patriarcado, el autoritarismo, el modelo económico hicieron de las suyas. Las generaciones mayores tenemos que aceptar el cuestionamiento. El mea culpa pasa por admitir que nos equivocamos pero queremos contribuir desde la experiencia y no desde la imposición.

Parece que lo que definitivamente nos une es el miedo. Como dice la cuántica, estamos frente a un mundo de posibilidades. Y hay miedo en los espíritus porque el porvenir está por hacerse. Entonces podemos unir nuestras manos y nuestros corazones, apelar a lo más bello de la condición humana, confianza y gratitud para seguir adelante. Confía, aquí está mi mano, mi corazón y mi experiencia. Dame tu ímpetu, tu nueva mirada y tu juventud para que juntos construyamos lo que está por venir.

Sigue en Twitter @revolturas

AHORA EN Gloria H