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Tesoros del 2022

Es barato, consuela, entusiasma, te ofrece un conocimiento del mundo y la experiencia para abordar diferentes temas.

21 de diciembre de 2022 Por: Gerardo Quintero

Decía la fallecida escritora y crítica estadounidense, Elizabeth Hardwick, que el regalo más grande es la pasión por la lectura. Es barato, consuela, entusiasma, te ofrece un conocimiento del mundo y la experiencia necesaria para abordar diferentes temas. A lo anterior le agregaría lo que dijo cientos de años atrás el pensador oriental Confucio, cuando nos regaló una de esas sentencias contundentes y hermosas alrededor de la lectura: “No importa lo ocupado que puedas pensar que estás, debes encontrar tiempo para leer o entregarte a la ignorancia autoelegida”.

Este 2022 dejó una serie de tesoros literarios que como cada año les comparto porque, además, sería egoísta no intercambiar con algunos de ustedes mis lecturas favoritas. Algunos lectores, como el querido ‘Gines de Pasamonte’, me han hecho unas recomendaciones fabulosas. Con afecto, aquí les dejó estas lecturas para que al final podamos decir, como lo advirtió la escritora Cassandra Clare, “fueron los libros los que me hicieron sentir que tal vez no estaba completamente solo”.

Empiezo con lecturas políticas: ‘Presidentes sin pedestal’, con una escritura mordaz, Nicolás Pernett nos revela muchas de las verdades ocultas de nuestros líderes. ‘La impunidad del poder’, de Ramón Jimeno, nos traza las luchas de dos hombres que los une el apellido Velásquez. ‘La izquierda al poder en Colombia’, de Léon Valencia, una visión histórica de los diferentes movimientos de izquierda y su avance hasta llegar a la presidencia de Gustavo Petro.

Históricos y de análisis de violencia: ‘En busca de la Colombia perdida’, con la claridad y el análisis de siempre de William Ospina. ‘30 hechos que cambiaron la historia de Colombia’, interesante ejercicio de Rafael Pardo. ‘Colombia, las razones de la guerra’, repaso de Jorge Orlando Melo de cómo en el país se ha construido un imaginario de que la violencia es legítima cuando se utiliza para someter a enemigos políticos. ‘El mapa criminal de Colombia’, de Ariel Ávila, aborda las nuevas (?) realidades violentas del país. ‘Personalidad y poder’, de Ian Kershaw, ensayos sobre la manera en que algunos personajes insólitos y peligrosos terminaron ejerciendo el poder.

Periodísticos: ‘Calderón, El reportero invisible’, de Diego Garzón, una interesante semblanza de uno de los mejores periodistas de investigación. ‘Mariposas y murciélagos’, del peruano Julio Villanueva Chang, la evolución de un cronista. ‘El mundo secreto de la mafia’, de Alirio Bustos, susurros, anécdotas, historias de un veterano reportero del mundo judicial. ‘El último rey’, de Olga Wornat y ‘Las sombras rojas’, de Carmen Andrea Rengifo, desgarrador e intenso relato.

Novela histórica: ‘El cartógrafo del infierno’, narración con gran ritmo de Harold Kremer, que transcurre en la Buga de los años cuarenta. ‘Cada oscura tumba’, del médico Octavio Escobar, una historia alrededor de los ‘falsos positivos’. ‘Madre Sierra’, de Juan Martín Fierro. ‘La Bestia’, Premio Planeta, de Carmen Mola, que en realidad son tres autores.

Narraciones potentes: ‘Salvo mi corazón, todo está bien’, de Héctor Abad, buena prosa, sensible, contundente. ‘Los hechos casuales’, de Juan Carlos Botero cimentada en la ficción, contiene detalles autobiográficos que hay que descubrir entre líneas. ‘Cómo vivir en vano’, la esperada secuela de la exitosa novela, ‘Cómo perderlo todo’: vigorosa, como todo lo que escribe Ricardo Silva Romero. ‘Mil pedazos’, de Rosario Caicedo, honestidad a fondo de la hermana de Andrés. ‘Leer es resistir’, desde su título Mario Mendoza nos demuestra el poder de las palabras y la potencia liberadora de escribir.

Y no puedo dejar de lado los libros salseros: ‘Cali, Salsa forever’, de Rafael Quintero; ‘La salsa en tiempos de nieve’, del profesor Alejandro Ulloa; ‘Si en Nueva York llovía en Cali no escampaba’, de Lisandro Penagos; '71 días. Retrato de Héctor Lavoe en Cali, escrito por Alejandro Aguirre; ‘El Legado’, de Carlos Molina, y, disculpen la impertinencia, pero también incluyo mi libro ‘Ecuajey, historias salseras, de rumba y nostalgia caleña’. Todo para demostrar que la salsa también resiste en Cali.

Gracias a todos por la paciencia para navegar en esta columna, a todos los amigos les deseo un feliz año y muchas lecturas para lo que viene.

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