¿Ilusión pasajera?
Si la paz de Colombia fuese una mesa de cuatro patas, tres de las patas están rotas.
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9 de feb de 2020, 08:06 a. m.
Actualizado el 26 de abr de 2023, 01:13 p. m.
Si la paz de Colombia fuese una mesa de cuatro patas, tres de las patas están rotas. El desarme y desmovilización de un número muy importante de guerrilleros es la pata en buen estado sin estar exenta de problemas. Las otras tres no lo están, al punto de poner en riesgo el objetivo del proceso. El Eln, fortalecido, ocupa cada día más las zonas antes en poder de las Farc, el narcotráfico está disparado, y la JEP no ha fallado el primer caso.
Nadie con uso de razón, independiente de su ideología o filiación política, debe negar la importancia para el país de que 7000 guerrilleros dejaran las armas. Independiente de si las entregaron todas (es claro que no lo hicieron), del número creciente de disidentes (incluidos dos de sus cabecillas) y de haberse hecho los locos con el reclutamiento de menores y la entrega de sus fortunas (con el silencio cómplice del equipo negociador).
Pero la desmovilización estaba amarrada a la recuperación de parte del Estado, de los territorios ocupados por las Farc y a evitar que los otros grupos armados se crecieran. Un reciente informe de la Fundación Ideas para la Paz, FIP, evidencia el fortalecimiento del Eln, su consolidación en zonas donde ya estaba y su expansión a las que dominaban las Farc. Informe desolador, pues sugiere que la verdadera paz de Colombia está lejos.
Indica la FIP que el Eln tendría alrededor de 5000 hombres en armas y un número similar de milicianos e integrantes de células especializadas. Y da cuenta de su expansión en el Cauca, Valle, Chocó, Antioquia, Boyacá, Casanare, Arauca, Guainía, Vichada y Meta, entre otros departamentos. Y cómo en algunos de estos (Bajo Cauca, Catatumbo, y norte del Chocó) suplantó -entiéndase que le compró- a las Farc los negocios criminales que tenía.
Esto es delicado por el crecimiento de una guerrilla que estaba diezmada, y porque ese fortalecimiento se dio entre 2015 y 2018, es decir, en pleno proceso de paz. Evidencia que el plan de alistamiento y de llegada del Estado a zonas de las Farc, con inversiones billonarias -hoy en el ojo del huracán- y la recuperación y control territorial de parte de las autoridades, falló. Y lo obvio: el cese al fuego con el Eln fue un error monumental.
Igual ocurre con el narcotráfico. Uno de los objetivos del acuerdo era reducirlo; se logró el efecto contrario. En parte, porque se puso en marcha un programa de sustitución que incentivó la siembra de coca, al tiempo que se prohibió, con argumentos amañados, la aspersión aérea de glifosato. Resultado: un país inundado en coca y narcotráfico. Grave, pues este flagelo ha sido el principal combustible de la violencia durante cuarenta años.
La JEP es la tercera pata rota. Más allá del bochornoso episodio de ‘Santrich’, en el que se atravesó como mula muerta para evitar su extradición -y ahí están las consecuencias- lleva tres años de entrada en vigencia y no ha proferido la primera sentencia. Mientras tanto, pareciera obsesionada en asumir investigaciones propias de la justicia ordinaria y obviar a víctimas contrarias a la ideología predominante de sus integrantes. Un fiasco.
No hay acuerdo de paz perfecto. En todos se da un pulso entre el fin y los medios: qué ceden las partes para lograr el objetivo de cesar la violencia. Y en todos hay disidencias y líos. Colombia no iba a ser la excepción. Es ahí cuando debe analizarse, en conjunto, el resultado. Sin desconocer las bondades del acuerdo y el avance en su implementación, el balance a la fecha no es el mejor: tres de las cuatro patas de la mesa, están rotas. Ojalá sea posible repararlas pues de lo contrario la paz no será más que una ilusión pasajera.
Sigue en Twitter @FcoLloreda

Abogado y doctor en política de la Universidad de Oxford. Se desempeñó como Ministro de Educación, Embajador en La Haya, Alto Consejero Presidencial para la Seguridad Ciudadana, y Director de El País de Cali. Actualmente es Presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo, gremio de la industria de hidrocarburos.
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