Columnistas
El socio estratégico y mejor amigo
Debemos preguntarnos cómo y en qué momento Colombia pasó de ser una nación mayoritariamente crítica del proyecto de Maduro a elegir en el poder a un gobierno que de manera abierta ha decidido asociarse con ese régimen.
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1 de sept de 2025, 02:23 a. m.
Actualizado el 1 de sept de 2025, 02:23 a. m.
Desde hace varios años, y de manera creciente, la mayor crisis política de América Latina sigue concentrándose en el país con el que Colombia comparte su más importante frontera terrestre. En medio de una abierta ruptura con la democracia en Venezuela, el más incómodo de los vecinos plantea un constante desafío para nuestro país en términos de nuestro futuro comercial y diplomático con el resto de la región. Lo que diga Colombia sobre lo que ocurre en el país vecino es especialmente relevante para toda la comunidad del hemisferio.
Por eso llama por completo la atención y deja las más preocupantes dudas la forma en que el gobierno Petro ha decidido acercarse en materia de política y defensa con el más cuestionado de todos los gobiernos de la región. Y deja toda clase de inquietudes que mientras todos los estados democráticos del mundo han rechazado y desconocido la elección de Maduro, el gobierno Petro lo ha elevado a roles como garante de diálogos de paz y socio de una nueva zona bilateral desde la cual se toman decisiones militares conjuntas. Nadie le pide a Petro romper relaciones con el ilegítimo mandato de Maduro, pero convertirlo en su nuevo mejor amigo y en su aliado de toda clase de nuevos proyectos siembra un enorme cultivo de desconfianza.
Está claro que de las decisiones políticas de nuestro Gobierno dependen las condiciones de vida de millones de personas que habitan cerca de la frontera, por lo que el asunto debe manejarse con mesura y sin dosis alguna de impulsividad. Pero lejos de cualquier estrategia construida sobre la diplomacia y la necesidad de preservar una buena relación con todos sus aliados regionales, el gobierno Petro ha preferido priorizar su sesgo ideológico y aliarse con el más incómodo de todos los vecinos del hemisferio. Incluso cuando eso significa poner en riesgo la importante y vieja alianza con Estados Unidos.
Debemos preguntarnos cómo y en qué momento Colombia pasó de ser una nación mayoritariamente crítica del proyecto de Maduro a elegir en el poder a un gobierno que de manera abierta ha decidido asociarse con ese régimen. De fondo resulta inexplicable que el presidente Petro haya escogido crear una alianza estratégica y una sociedad cargada de enorme responsabilidad con uno de los personajes menos confiables de la política global, que fue capaz de cometer fraude electoral ante los ojos del mundo entero sin la menor vergüenza. Una cosa es mantener desde los buenos términos y la estabilidad una relación con un vecino tan importante para Colombia, a pesar de su escandalosa crisis política, y otra es elevar a su desacreditado dirigente al rol de socio de los más ambiciosos proyectos.
Pero no solamente por eso es preocupante el creciente acercamiento de Petro con el régimen de Maduro. Cuesta entender por qué Petro ha dado un giro poco estratégico hacia una de las figuras políticas más impopulares y odiadas por los colombianos, y que su futuro en el poder es cada vez más incierto. Mientras Petro a diario crea nuevas tensiones con gobiernos de todo el planeta, incluyendo a otros vecinos –para aclarar a quienes argumentan que Petro no responde a Maduro para no desatar una crisis con un vecino– como Perú, Brasil y Ecuador, Maduro, en cambio, solo ha recibido palabras de moderación y poca contundencia.
La decisión en Colombia en 2026 será más sencilla de lo imaginado: será, además de muchos otros factores, el momento de votar a favor o en contra de un proyecto político que decidió aliarse con el más indeseable régimen de toda la región, y que desde entonces no ha hecho otra cosa que reivindicarlo.

Politólogo de la Universidad de los Andes con maestría en Política Latinoamericana de University College London. Es analista político para varias publicaciones nacionales e internacionales, y consultor en temas de política pública, paz y sostenibilidad.
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