Columnistas
El llamado de la Iglesia
Un gesto por la reconciliación nacional...
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12 de ago de 2025, 02:47 a. m.
Actualizado el 12 de ago de 2025, 02:47 a. m.
El insulto y la agresión que se han estado utilizando en el debate político colombiano, no solo son algo desafortunado, sino que traen consecuencias, porque están incitando al odio, y muy cerca, a la violencia.
El primer paso para que esta surja es la descalificación del contrario u opositor. El segundo paso es percibirlo como una amenaza o enemigo, para lo cual resulta necesario degradarlo en su condición de semejante (como otro ser humano) que merece consideración y respeto por su vida, aun en medio de las diferencias o desentendimientos.
En esta hora dolorosa, pero también de enormes riesgos para Colombia, vale la pena retomar el llamado reciente de la Iglesia Católica consignado en el documento ‘Invitación para las Altas Autoridades de las Instituciones del Estado Colombiano’, en el que se destaca la necesidad de “escucharnos, valorarnos y respetarnos en hermandad”, así como en “desarmar y armonizar la palabra” para superar los conflictos políticos y sociales.
Esta interpelación está en la misma línea de un llamamiento reciente del Papa León XIV animando a “desarmar el lenguaje” como una forma de promover la paz y la reconciliación.
La iniciativa de “desarmar el lenguaje” implica entre otras cosas: eliminar la agresividad y la confrontación evitando discursos que fomenten la violencia, el odio y el fanatismo; usar lenguajes que sanen y construyan puentes apropiando palabras que promuevan la empatía, la comprensión y el respeto mutuo; el fomento de una comunicación para la paz que valore la escucha, el diálogo y la búsqueda de acuerdos, en lugar de la confrontación y la polarización; y dar razón a la esperanza como un testimonio de fe, mostrando el amor de cristo a través de un lenguaje que refleje la verdad y la bondad y siembre comunión.
En un gesto por la reconciliación nacional, la Iglesia Católica, a través de la Conferencia Episcopal de Colombia, convocó hace un par de meses a un encuentro fraterno con las más altas autoridades del Estado con el objetivo de crear un espacio de ‘respiro’ ante la polarización, promoviendo el diálogo constructivo y para desarmar el lenguaje.
En entrevistas previas, el cardenal Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá, hizo un llamado a los líderes políticos: “Queremos que sepan, que no están solos, que el país deposita su esperanza en una dirigencia capaz de trabajar, unida con humildad y sensatez”. Monseñor recalcó que este no es un escenario para grandes anuncios, sino para construir acuerdos mínimos que permitan avanzar hacia la paz social, como el Papa León XIV lo dice “practicando un lenguaje desarmado”.
En su papel de facilitadora del diálogo, la Iglesia propuso tres ejes fundamentales para la construcción de paz: primero, la disminución de los discursos confrontacionales; segundo, la identificación de consensos mínimos en temas prioritarios para la nación; y tercero, el compromiso colectivo con el bien común por encima de intereses particulares. “Cuando prevalece la voluntad de entendimiento, siempre es posible encontrar caminos de reconciliación”, afirmación que sintetiza el espíritu de este encuentro interinstitucional realizado.
Muy cerca al espíritu de este llamamiento, la Defensoría del Pueblo, la ONU y de nuevo, la Iglesia Católica, han estado llamando a un compromiso por un proceso electoral libre y en paz en Colombia. Como bien lo dijera monseñor Héctor Fabio Henao, encargado de temas de paz en la Conferencia Episcopal, “todos debemos trabajar en la implementación de una política de no violencia. Necesitamos desactivar los odios y desescalar el lenguaje violento”.
Estos llamados valen la pena retomarlos en momentos en que la oración por Miguel Uribe es ya pidiendo por su descanso eterno.

Especialista en Cultura de Paz y Derecho Internacional Humanitario y Ciencia Política y Resolución de conflictos. Ha trabajado con instalacias del gobierno nacional, departamental y local así como entidades internacionales en temas de Convivencia, Reconciliación y Memoria Histórica. A estado en las transiciones de la guerra en varias naciones como Nicaragua y El Salvador y acompañó el proceso de reintegracion a la vida civil del M19 en Colombia
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