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El fin del bolígrafo

El Pacto Histórico sentó una especie de jurisprudencia al configurar las listas a Senado y Cámara a través del voto popular y así, en el orden de los votos alcanzados por cada aspirante, se conformaron las listas.

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Jorge Restrepo Potes
Jorge Restrepo Potes | Foto: El País

20 de nov de 2025, 03:01 a. m.

Actualizado el 20 de nov de 2025, 03:01 a. m.

El 26 de octubre ocurrió algo trascendental en la política colombiana, pues ese día se puso fin al imperio del bolígrafo, con el que los jefes de todos los partidos y movimientos elaboraban las listas de candidatos a las corporaciones de elección popular, Senado, Cámara de Representantes, Asambleas departamentales y Concejos municipales.

El Pacto Histórico sentó una especie de jurisprudencia al configurar las listas a Senado y Cámara a través del voto popular y así, en el orden de los votos alcanzados por cada aspirante, se conformaron las listas.

Desde que ingresé a la vida política, en las tres oportunidades que llegué, dos a Cámara y una a Senado, fui sometido al imperio del bolígrafo de mis jefes liberales, pero en esas elecciones gocé del favor salido del “paper mate” de Carlos Holmes Trujillo Miranda.

El Partido Liberal del Valle del Cauca convocaba la Convención Departamental, que se reunía generalmente en el Salón ‘Adolfo Aristizábal’ del Hotel Aristi.

Los aspirantes a las corporaciones colmaban el sitio con los llamados delegados. Yo llenaba un bus en Tuluá con los 30 seguidores que respaldaran mi nombre en la asamblea roja.

Tenía que darles plata a todos, pagarles lo que consumieran de alimentación, y no podía faltar la media de aguardiente para cada uno. Se iniciaban los interminables discursos y cuando la ebria concurrencia gritaba vivas a sus candidatos, una figura importante pedía la palabra y presentaba una proposición por la que se investía de plena autorización a los líderes principales para que constituyeran las planchas a las corporaciones. Alguien me dijo que era más importante un milímetro de jefe que un kilómetro de delegados.

Carlos Holmes, Gustavo Balcázar y Marino Renjifo se desplazaban a un restaurante de la Avenida 6ª, y a eso de las tres de la mañana regresaban al recinto de la convención, y uno de ellos leía las listas. La asamblea lanzaba vivas al Partido y aprobaba el trabajo de los tres líderes.

Ahora, el Pacto Histórico sometió al voto popular la elaboración de sus listas a ambas cámaras del Congreso, y allí aparecen personas que jamás habían intervenido en política, pero que se acercan a las ideas del presidente Petro.

Aparte el escogimiento de Iván Cepeda Castro como candidato del Pacto Histórico a la presidencia de la República, ese partido, que aún no ha recibido la personería jurídica por parte del Consejo Nacional Electoral, ha dado cabal muestra de su vocación democrática al someter a los dos aspirantes a la presidencia, Iván Cepeda y Carolina Corcho, al examen de sus copartidarios. Triunfó Cepeda y la doctora Corcho será cabeza de la lista cerrada al Senado.

En el futuro, todos los partidos tendrán que seguir el ejemplo de la colectividad de los progresistas. Ya nadie aceptará que el bolígrafo de los altos dirigentes forme a su leal saber y entender las listas para elegir a quienes vayan a las corporaciones legislativas.

Ese es un paso fundamental en bien del proceso democrático colombiano.

Los únicos perjudicados con este ejemplo del Pacto Histórico son aquellos que esperaban ser delegados a las convenciones regionales, pues se quedarán sin la lechona, sin los viáticos y sin el caldo de la Licorera del Valle.

Abogado con 45 años de ejercicio profesional. Cargos: Alcalde de Tuluá, Senador y representante a la Cámara, Secretario de Gobierno y Secretario de Justicia del Valle. Director SAG del Valle. Columnista de El Pais desde 1977 hasta la fecha.

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