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El poeta funerario

Supe de su existencia cuando una amiga caldense, en épocas de universidad, declamaba unos versos que un poeta en Manizales le dedicaba a su novia de nombre Lía.

6 de diciembre de 2019 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Supe de su existencia cuando una amiga caldense, en épocas de universidad, declamaba unos versos que un poeta en Manizales le dedicaba a su novia de nombre Lía: “Toda vestida de blanco / toda sentada en un banco / toda llena de melanco / Lía”.

Era imposible no preguntar por el autor de semejante divertimento: Aparicio Díaz Cabal. Unos años después tuve la dicha de trabajar en dos épocas de mi vida en Manizales y obviamente preguntaba con curiosidad por el vate, que tenía versos como: “En el jardín de mi casa /cierta vez cultivé un geranio /se me murió /¿sería por el veranio?”. Esta poesía ecológica se complementaba con otra: “En el jardín de mi casa / cultivé cierta vez un anturio / Y de no visitarlo / se me murio”.

Aparicio era dueño de una funeraria, ‘La Equitativa: Deportiva y Cultural’. Siempre escuché que tenía diseñado su propio ataúd, multicolor como su alma. No entendí por qué escogió tan luctuosa actividad empresarial pero no me extrañaría que fuera parte de su humor negro. Precisamente uno de sus eslóganes publicitarios era: “En un cuarto muy oscuro / tengo guardado un lúgubre ataúd /¿Será para Ud?”. Otro lema era: “Nadie se quedará sin enterrar por mi culpa” o “La gente se muere por ir al cementerio San Esteban”.

Su poesía era construida para sorprender y divertir, como en este: “Al otro lado del río / peleaban dos toros pintos / El uno era colorado / Y el otro salió corriendo”.

Hizo poesía política: “De luto está la liberal bandera / Por la muerte del General Herrera / Y como si no fuera bastante / Está muy enfermo el General Bustamante”. O este otro, “Asesinos Galarza y Carvajal / Que matasteis brutalmente a Rafael / Sino hubierais hecho tal / Como estaría de contento él”.

En sus cantos a la mujer, era evidente que en su entorno inmediato la belleza no era abundante pero esto no era impedimento para inspirarse en ellas: “Era María Luisa tan gorda / y su figura tan fofa / que no cabía en el sofa”. O este otro: “El hombre que aborrece a la mujer / Merece que le den / un tiro por doquier”.

Gloria eterna a este inolvidable poeta y enterrador quien nació en Palestina (Caldas) en 1909 y falleció a los 70 años en nuestro Manizales del alma, después de fructífera vida en la cual vio reír con su poesía y llorar en su funeraria.

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