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Catatumbitos

Los cuerpos de socorro tienen que pedir permiso y el acompañamiento de la Policía, que a su vez tiene que solicitar refuerzos para acceder a este sector.

18 de febrero de 2025 Por: Bernardo Peña Olaya
Bernardo Peña
Bernardo Peña | Foto: El País.

No me refiero a Arauca, Norte de Santander y Cauca, sino a la Cali estilo Catatumbo, controlada por el microtráfico, las mafias, el desorden y donde la ausencia de autoridad hizo que los gobiernos perdieran el control sobre ella.

Comienzo con la parte alta de Siloé, donde se presentaron emergencias, y los bomberos sortearon el peligro de ser atracados, como le ocurrió a un equipo del noticiero 90 Minutos que trataba de llegar. Los cuerpos de socorro tienen que pedir permiso y el acompañamiento de la Policía, que a su vez tiene que solicitar refuerzos para acceder a este sector.

En los alrededores de la terminal de transportes y frente al parque Pacífico, un enorme elefante blanco abandonado, mandan los talleres y lavaderos de buses que ocupan las calles generando ruido, basuras y congestión. Las llantas viejas son quemadas en un lote abandonado; los andenes están ocupados y destruidos por buses y chatarra, los vecinos no saben qué más hacer para pagar más seguridad privada y suplir la presencia de la Policía y el Tránsito.

Hasta una clínica tiene invadida con ambulancias una de las calles. Este sector paga impuestos del estrato 5.

Más al norte, frente a Vipasa, también estrato 5, está La Isla, un ‘territorio insular’, aislado de la presencia estatal, donde reina el microtráfico. Hace unas semanas cayó un expendio de droga sin que haya menguado la clientela de alucinógenos, como serpiente de mil cabezas a la que le cortan una y le salen dos.

El centro, perdido hace muchos años, cuyas calles tienen dueños, y el espacio público se alquila y se vende. El comercio formal tuvo que resignarse a convivir con la informalidad.

Hacia el sur, Santa Elena, un ‘tapón del Darién’ que ninguna Administración ha podido destrabar. Atravesada en la movilidad de Cali con sus congestionadas calles y donde se mueve lo legal e ilegal en el ‘planchón’, un sector de la galería por donde es poco recomendable circular. El canal de aguas negras de la Carrera 29 es un muladar con toneladas de basura.

Y no se trata de invadir la ciudad con policías y soldados, se trata de hacer cumplir las políticas públicas de seguridad y convivencia. Que el lote abandonado sea intervenido porque el abandono genera inseguridad; que la calle invadida sea despejada; que el establecimiento que genere ruido sea sancionado; que quien genere polución sea multado; que las obras inconclusas sean terminadas; que el desgobierno de las mafias, los invasores y los habitantes de calle sea reemplazado por la presencia del Estado. Si no es así, ni Cali ni bella.

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