Carta a Falcao
Se me hace que es la mejor foto que te han tomado en tus 31 años de vida...
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24 de feb de 2017, 01:10 a. m.
Actualizado el 3 de may de 2023, 01:30 p. m.
Se me hace que es la mejor foto que te han tomado en tus 31 años de vida. La publicamos enorme hace dos días en nuestra portada y salió igual en montones de periódicos a lo largo y ancho del planeta.
Aparecés volando, brazos y piernas hacia atrás, suspendido en el aire como un Ícaro desafiante. No se te ve la cara, Tigre, pero no importa.
La miro de nuevo y se me antoja pensar que gritaste ese gol con una furia contenida por largo tiempo. Estás sacando pecho frente a un estadio repleto de gente que te recordaba fracasado. Y, si la hubo, no sabes cómo me alegra esa rabia. Porque a veces un hombre necesita conectar con su energía más oscura para seguir siendo luz a cada paso.
Tu foto también me ha traído el recuerdo de un gran escritor de ese país que es tu casa desde hace varios años. Albert Camus, Premio Nobel de Literatura, relató una vez las enseñanzas que le dejó el fútbol en sus años mozos. “Pronto aprendí que el balón nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me sirvió mucho en la vida”, dijo.
Vos no jugás de arquero, como lo hizo Camus, pero esa frase te calza a la perfección justo ahora, cuando el mundo del fútbol celebra lo que muchos llaman tu ‘resurrección’.
Suena feo decirlo, Tigre, pero lo cierto es que fueron muchos los que te dieron por muerto. En Argentina, en Portugal, en Inglaterra, en Francia, y sobre todo en esta Colombia a la que le has dado tantas alegrías.
Aunque nos llevaste al Mundial de Brasil con tus goles mágicos, muchos aquí te olvidamos mientras vos sufrías. Las redes sociales, los micrófonos de la radio y los corrillos de estadio destilaban ironía y burlas sobre tus desgracias. No te sorprendás. Así somos aquí. Tristemente, la ingratitud es parte de nuestra identidad.
Pero “el balón nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga”. Y ahora te ha llegado a vos de nuevo a los pies, y lo estás usando no solo para escribir una bella historia de revancha, sino también para darle una poderosa lección a este país.
Los futbolistas no piensan mucho en estas cosas, pero te lo explico:
Colombia es como vos, Tigre. Aquí no nacimos bendecidos por un talento sobrenatural como el de Messi, y por eso nos ha tocado a todos construirnos a pulso. A fuerza de gambetear la adversidad nos volvimos, como vos, cazadores del área; gente que desarrolló un instinto poderoso para embocar el balón de los sueños en el arco de lo imposible.
Pero a diferencia tuya, Tigre, aquí no hemos aprendido la principal lección del fútbol: siempre hay que levantarse y seguir jugando.
La ignorancia y la soberbia nos hacen creer que el camino es fácil. Que no es necesario correr los 90 minutos para ganar. A Colombia se le olvida jugar en equipo, Tigre. Desdeñamos el poder de lo colectivo y arriesgamos siempre en la individual. Por eso nos golean la corrupción, la violencia y la pobreza.
Aquí abundan los motivos para indignarse con ‘tarjetas rojas’ injustas, pero elegimos dedicar mucha energía a la indignación y muy poca a la acción. Y después elegimos el olvido. Y, ante todo, somos expertos en perder la fe, la esperanza y la confianza en lo que somos.
Si todos aquí tuviéramos tan solo un poco de la humildad que vos tuviste para asumir la caída; si fuéramos tan disciplinados como vos lo fuiste para seguir entrenando aunque estuvieras en la banca; si lográramos mantenernos valientes, orgullosos y esperanzados aún en las horas más oscuras, como vos, este país sería muy distinto.
Así que te doy las gracias por recordarme eso, Tigre. En realidad, te confieso, a mí no me importó mucho que tu equipo perdiera el lunes. La vida me ha enseñado a amar la trama más que el desenlace. Y más allá de lo que venga para vos en el futuro, hoy me pongo de pie, te aplaudo y te doy mi respeto
( ... Y de fondo suena la melodía de ‘Volver a empezar’.
Alejandro Lerner - 1997 )

Periodista y economista. Melómano apasionado, autodidacta obsesivo y enamorado eterno de Cali. Nadie le quita 'lo bailao'
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