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El narcisista en casa

Para identificar al narcisista escondido en el seno de la familia es necesario informarse y perder el miedo.

15 de octubre de 2019 Por: Carlos E. Climent

Cuando comencé a escribir para una población no especializada, recién jubilado de la universidad, uno de los temas de mi preferencia era el de los trastornos de personalidad. En especial el antisocial y el narcisista, tratado varias veces en este espacio y en varios libros de divulgación.

Nuevamente el tema es el narcisismo, del cual si bien tengo presente su importancia, frecuencia y el daño que hace a sus allegados, no deja de sorprenderme la enorme dificultad de sus víctimas para protegerse de sus acciones destructivas, especialmente cuando el que presenta las características patológicas es uno de los progenitores.

El narcisista está presente en todas partes. Pero donde es más incontrolable es en el seno de la familia. Estadísticamente parece ser más frecuente entre los hombres que entre las mujeres. Pero cuando son las madres las que sufren del trastorno puede ser mucho más difícil de detectar porque su campo de acción está marcado por el disimulo y porque se da por descontado que la madre es siempre amorosa. Pero hay que recordar que hay madres muy frías e indiferentes que son unas artistas para fingir afecto y por lo tanto sus conductas no las ven sino los que conviven muy de cerca con ellas. En cambio un padre narcisista es muy evidente porque no tiene necesidad de ocultarlo y más bien se ufana de sus conductas.

No se requieren sino unas pocas de las características que se enumeran a continuación para sospechar que se trata de un narcisista:

Frío, sin sentimientos, pero que según las circunstancias puede fingir afecto y manifestar un comportamiento seductor o amable.

Grandioso, arrogante, omnipotente, dominante, pretencioso o prepotente, que se cree con derecho a un trato especial sin merecérselo.
En su interacción con los demás predominan el egoísmo y su incapacidad absoluta de sacrificio.

Permanentemente está buscando ser el centro de atención, pues tiene enormes necesidades de reconocimiento, admiración y alabanza.
Siempre tiene la razón. En consecuencia, nunca se la concede a nadie. Es intimidante pero por regla general nadie lo contradice, pero si se le lleva la contraria puede reaccionar de manera violenta.

Con frecuencia se comporta de manera abusiva o insensible, especialmente con las personas en una posición de inferioridad. Sus allegados callan por temor o porque dependen de él o porque creen que no tienen opción distinta a aguantarse ese martirio.

El no reconocerle méritos a nadie es una evidencia de gran valor diagnóstico que señala la “incapacidad de ponerse en los zapatos del otro”, es decir, la falta de empatía y desinterés en los demás. Esa es una característica narcisista que, en ausencia de otras, debe prender las alarmas.

Nadie tiene porqué vivir sometido a una tiranía. En el caso del narcisista en casa, sus víctimas, después de ilustrarse sobre el tema y evaluar bien sus posibles riesgos, pueden compartir con otros miembros sanos de la familia para enfrentar al narcisista. De esa manera podrían perder el miedo, minimizar el daño y optar por una vida mejor.

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