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Charlar en casa

Y en consecuencia, los espacios más indicados para la charla son las salas y comedores, pero también, en los climas calientes y templados del trópico.

21 de diciembre de 2022 Por: Benjamin Barney Caldas

Por supuesto en las casas se habla todo el tiempo, pero solo a veces se conversa y menos aún se charla, que es, según el DLE, hablar mucho, sin sustancia o fuera de propósito; lo que se hace con los visitantes ya sean amigos o parientes, principalmente en un almuerzo y después de sobremesa, y más en una comida, ya toda una cena, y después; pero rara vez antes, al desayuno, y apenas con los que coincidan de la familia y no salgan antes o después, y no pasa de un par de comentarios. Y en consecuencia, los espacios más indicados para la charla son las salas y comedores, pero también, en los climas calientes y templados del trópico, los corredores, balcones, terrazas y azoteas.

Las salas se deberían concebir más como el estadero sabroso para las charlas con los ocasionales huéspedes de la casa y no apenas para ostentar, vacías de gentes y voces, las pretensiones de sus anfitriones; basta con dos cómodos sofás y alguna silla que miren a una chimenea, en los climas fríos del trópico, o rodeando una grata mesa de centro, en los calientes, y en este caso con vista afuera, al paisaje, pues en estas no hay fuego que mirar salvo el de los arreboles del atardecer, que María miraba enamorada desde el corredor de la Casa de la Sierra de la hacienda El Paraíso en el valle alto del río Cauca, o los entremeses y aperitivos puestos en ella.

Los comedores primero que todo deben ser para comer, está claro pero, para que no sea apenas para alimentar el cuerpo, hay que concebirlos también para alimentar el espíritu con sabrosas charlas sobre comidas y bebidas, y, pero mejor después, sobre varios temas mezclados con inteligencia y humor en la sobremesa, ahora con bajativos. Las mejores mesas para charlar son las redondas o cuadradas, o las largas que sean lo suficientemente cortas para que se pueda charlar de una cabecera a la otra sin tener que subir la voz; y los comedores no precian de vistas que distraigan la de los alimentos y bebidas y las caras de los que comen, beben y charlan.

Por su parte los corredores, balcones y terrazas son ideales para charlar al atardecer y entrada la noche en los climas calientes y medios del trópico, y las azoteas son una delicia, ya con el cielo estrellado; y más sabroso si en ellos además se come y se bebe y luego se fuma un delicioso habano recostado en una sabrosa hamaca; quedando las salas solas y solo para ostentar. Mientras que en los climas fríos la sala será para acompañar en silencio las chimeneas, así no estén en uso, y estas para hacer compañía a los que allí charlan; basta con mirarlas y recordar para calentarse y proceder a charlar de espaldas a la chimenea para que los demás paren bolas.

Pero los urbanitas charlan cada vez más fuera de casa en bares, cafeterías y restaurantes, en los que lo que se habla o se charla es tan importante como lo que se come y bebe y con quien, para no tener que recurrir a oír lo que se comenta, y se ve, en las mesas vecinas, o esperar que aparezca algún simpático conocido; o el cruce de una atractiva persona por lo que en este caso resulta más atractivo y animado charlar fuera de casa que hacerlo en casa. Pero sin duda los restaurantes más agradables para charlar, beber y comer son los que más se parecen a las casas con sus sabrosos corredores, balcones, terrazas o azoteas, y además no toca cocinar si no se quiere.

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