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Santiago Cruz Hoyos

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Pájaros vs. aviones

En Colombia, las especies con las que más ocurren incidentes con los aviones son justamente los gallinazos y las palomas.

31 de marzo de 2024 Por: Santiago Cruz Hoyos

A veces, cuando Carlos Porges pilotea un avión, le sucede: ve a lo lejos un punto negro que de repente se convierte en una mancha roja en el vidrio de la cabina; un ave estrellada. Carlos es pajarero – “amo todo lo que vuele” – y por eso cuando eso sucede se sienta mal, “me da guayabo”.

La anécdota la narra para ejemplificar lo que quiere decir: en la mayoría de los frecuentes choques entre pájaros y aviones, las que salen perdiendo son las aves. Entre 1000 incidentes, uno termina en una emergencia. Las aeronaves por lo general apenas sufren abollonaduras. Sin embargo, aquello no deja de ser un riesgo para la seguridad aérea y, por supuesto, una enorme amenaza para las aves.

Alguna vez, Carlos chocó con el tren de aterrizaje extendido contra un águila. El golpe dañó un cable hidráulico, que afectó uno de los sistemas independientes con los que contaba el avión, pero pudo aterrizar sin problemas.

En otras ocasiones no se corre con la misma suerte. La emergencia aérea más famosa causada por el choque entre un avión y los pájaros es la conocida como el Milagro del Río Hudson. Sucedió el 15 de enero de 2009, cuando el vuelo 1549 de US Airways que iba entre Nueva York y Charlotte chocó poco después de despegar con una bandada de gansos canadienses, unas aves que pueden pesar hasta 7 kilos. El impacto dañó ambos motores, por lo que el piloto decidió amerizar sobre el río Hudson. Todos los pasajeros fueron rescatados.

En un informe de la Aerocivil se lee que los choques entre pájaros y aviones son tan antiguos como la “aeronavegabilidad”. La primera víctima fatal fue Calbraith Perry Rodgers, pionero de la aviación estadounidense. Hizo el primer vuelo transcontinental en avión a través de los EE. UU. del 17 de septiembre de 1911 al 5 de noviembre. El 3 de abril de 1912 su avión se estrelló con un ave en las costas de California, lo que causó el accidente en el que falleció.

En 1960 ocurrió otra tragedia. Mientras despegaba del aeropuerto de Boston, varias aves golpearon los cuatro motores de un avión que se vino al suelo. Murieron 62 personas.

Hace unos meses, en febrero de 2024, fue noticia una emergencia en Colombia. El vuelo AV8545 de Avianca que cubría la ruta entre Barranquilla y Medellín debió regresar al aeropuerto después de que un ave chocara contra uno de los motores. Según la aerolínea, en 2023 se reportaron 774 impactos de aves, lo que representa un incremento del 13,6 % con respecto al 2022.

Andrea Pacheco Garzón es bióloga, ornitóloga, guía de observación de aves y experta en prevenir que los pájaros merodeen los aeropuertos para prevenir incidentes, que en la mayoría de los casos ocurren en los momentos más complicados del vuelo, despegue y aterrizaje.

Andrea explica que en los aeropuertos y las zonas cercanas se debe evitar los árboles frutales que atraen a los pájaros, o los cuerpos de agua. También se debe mantener el pasto muy cortos y conjurar los basureros.

Otras son las llamadas medidas de dispersión: ubicar parlantes para reproducir el canto de aves rapaces, como el águila y espantar a los pájaros más pequeños. También hay medidas “reactivas”, como usar luces o pólvora, y en algunos aeropuertos cuentan con perros o drones en forma de halcones.

“Pero es complejo disminuir los incidentes entre aves y aviones y que estos lleguen a cero, porque hay situaciones que se salen del control del mismo aeropuerto, como el tema de las basuras, que es lo más complicado. En los aeropuertos donde hay gallinazos, es porque hay basuras, o mataderos o granjas cercanas. Las palomas comunes son complejas también porque les dan de comer en las plazas de los pueblos y sus poblaciones tienden a aumentar. Ellas permanecen en grupo”, dice Andrea.

En Colombia, las especies con las que más ocurren incidentes con los aviones son justamente los gallinazos y las palomas. En los aeropuertos cercanos al mar los choques por supuestos son más frecuentes con aves marinas, y ese hábitat hace que todo sea más difícil de controlar.

En cualquier caso lo que se procura es eso: que volar sea seguro tanto para las personas, como para los pájaros. Finalmente, somos nosotros los que ocupamos su espacio.

Pero a veces ocurre lo siguiente, cuenta el piloto Carlos Porges: cuando se sienten amenazadas en vuelo, las aves, por instinto, guardan las alas. Enseguida se dirigen en picada directamente hacia el posible depredador o la amenaza, es decir el avión. Por eso los pilotos deben estar tan atentos cuando hay pájaros cerca: estos hacen justo lo que no deberían.

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