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¡Suenan los clarines!

Cali ya prendió luces y todos los caleños están invitados a estos días de alegría y sana convivencia. Celebremos la vida en este año difícil que termina. ¡Démonos el abrazo de la Paz!

11 de diciembre de 2017 Por: Aura Lucía Mera

Se prendió Cali. Con las velitas y la iluminación de la ciudad, la más bella en años, un corrientazo de energía positiva se va apoderando del ambiente. Luces, música, villancicos, carránganos con sus tambores, parque de atracciones, salsa, regalitos, abrazos, reuniones cálidas, ganas de ceder el paso en los trancones, de premiar con algo a los saltimbanquis de los semáforos, moños de colores, amigos secretos. ¡Se vive, se siente, Cali es diferente!

Cada cual tiene sus preferencias y sus gustos. Y hay para todos los gustos. Salsódromos. Viejotecas. Carros antiguos. Toros. Delirio. Los pavos ya se están adobando, se huele en el aire el aroma de buñuelos, se desempolvan las barbas guardadas de los Papás Noel, los niños se aseguran de que sus Cartas al Niño Dios le hayan llegado y los arbolitos verdes se llenan de luces y globitos en las salas. Los pesebres ya se armaron y María y José miran en la lontananza el pesado caminar de los reyes.

Mi pasión vital son los toros. Vengo de ver las corridas de Latacunga en esa placita coqueta dedicada a San Isidro Labrador. También en la centenaria Belmonte de Quito, con su Festival nocturno dedicado a la Virgen, con la Salve Rociera cantada en vivo y los Oleeee Oleee Oleee salen de miles de gargantas mientras los faroles iluminan el paseíllo.

Esta temporada Cañaveralejo se viste literalmente de luces. Los carteles de su Tauromagia son los mejores. Los principales lidiadores del mundo taurino se darán cita desde el 26 de diciembre, tarde en que sonarán los clarines para dar comienzo al ritual milenario, esa danza, esa fusión, ese frente a frente del Toro y el Hombre, donde no existen libretos preconcebidos, ni ensayos previos. Ese ritual sagrado donde la vida y la muerte se quitan las máscaras, se conocen, se aman y se despiden después de una fusión apasionante de entrega y arte.

Tendremos la oportunidad de ver a Ponce, Manzanares, Roca Rey, Padilla, Colombo, Castrillón, Perera, Ritter, Cayetano. También a López Simón, Castella, Bolívar, David Mora y Valencia. Los más altos en el escalafón taurino de la temporada que acaba de terminar en España y Francia, Lima y Ecuador.

Los he seguido de cerca, son los mejores. Personalmente extrañaré la magia de Morante de La Puebla y José Tomás, pero la verdad es que no se puede pedir más.

Alfonso Otoya y su equipo han logrado regalarle a Cali, para su Feria, las figuras más importantes. Trabajo de filigrana, inmejorable. Serán los 60 años de Cañaveralejo más apoteósicos. Ya Manolo Molés cada día de semana en este Diario nos ha ido contando sobre estas figuras.

Las ganaderías de primera. Salento, Fuentelapeña, Paispamba, Las Ventas, Achury Viejo, entre otras, son garantía del lucimiento de los lidiadores.

Invito de corazón a los caleños a copar hasta las banderas esta Copa Taurina. A los aficionados. A los que jamás han presenciado este ritual único. A los jóvenes. A los que la atacan porque no la conocen. A los que sienten curiosidad pero nunca han ido. Los invito, repito, a disfrutar, conocer y dejarse llevar por la magia del Toro de lidia y su lidiador vestido de luces. Fiesta eterna que jamás se repite porque cada tarde es única, porque cada toro es único, porque cada lidia es única y forman ese conjunto de instantes irrepetibles que dejan huella indeleble en las retinas y en el corazón.

Sí. Ya suenan los Claros Clarines, las amazonas se preparan, se alistan los claveles, los caballos entrenan, los ganaderos exponen sus mejores ejemplares, los lidiadores y sus cuadrillas seleccionan los trajes, la Plaza se engalana para celebrar sus 60 años por todo lo alto. Cali ya prendió luces y todos los caleños están invitados a estos días de alegría y sana convivencia. Celebremos la vida en este año difícil que termina. ¡Démonos el abrazo de la Paz!

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