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Rosas

Gracias al estupendo libro de Margarita Londoño ‘Cuando la opera llegó a Rosas’ supe de ese remoto lugar enclavado en la Cordillera Occidental, dejado de la mano de Dios y obviamente de todos los gobiernos desde la...

22 de abril de 2019 Por: Aura Lucía Mera

Gracias al estupendo libro de Margarita Londoño ‘Cuando la opera llegó a Rosas’ supe de ese remoto lugar enclavado en la Cordillera Occidental, dejado de la mano de Dios y obviamente de todos los gobiernos desde la Independencia. Enclave crucial para unir Popayán con Pasto, o sea Colombia con Ecuador. El ingeniero Uribe White fue el encargado del trazado y se radicó en la zona con toda la maquinaria y su cuadrilla.

Por otra parte, el contrabando de anís llegaba hasta Popayán desde Pasto a lomo de mula, donde los contrabandistas tenían que sortear una y otra vez los abismos escalofriantes de esos caminos de herradura.
Todos. Payaneses, políticos de tierra fría, ingenieros, contrabandistas, putas y comerciantes se reunían en Rosas alrededor de la única cantina, centro de intrigas, romances clandestinos, conjuras y proyectos.

Pasan los años. Esta carretera sigue con su trazado original y nadie le ha puesto mano. Ni El Cauca ni Nariño ni el Gobierno Central de turno han comprendido la importancia del mantenimiento de esta vía que congela el ombligo del pánico cuando se transita por ella. Montañas enteras cortadas a tajo y sin taludes amenazan constantemente con derrumbarse y llevarse por delante lo que encuentren a su paso.

Hasta que sucedió la tragedia anunciada. El alud que con un rugido estremecedor en medio de la noche se tragó hombres, mujeres, niños, casas, animales en un santiamén. Tragedia que se ha podido evitar. Pero los muertos son campesinos sin nombre, ni votos, seres anónimos que no cuentan sino cuando la muerte los arrastra y por eso los gobernadores y alcaldes de esos dos departamentos no mueven un dedo ni les importa un carajo lo que sucede a su población rural.

Oportuna la presencia del presidente Duque, que llegó desafiando la noche y la lluvia en un helicóptero que lo transportó de Popayán a Rosas. No quiero ni imaginarme cómo logró aterrizar. Este acto de solidaridad con las víctimas, víctimas de la desidia de los gobernantes departamentales, no se puede quedar allí, en un acto de presencia y reubicación de algunas casas.

Tiene que haber sanciones. La responsabilidad directa cae sobre las autoridades. Sobre todos esos organismos llenos de burocracia y corrupción que se roban el dinero, no lo invierten y dejan que sucedan estas tragedias, y siguen tan campantes como si no hubieran sucedido nada. Presidente Duque, usted tiene el bastón de mando. Usted puede cambiar el rumbo de “que aquí no hay responsables porque es la naturaleza implacable”. Frase manoseada desde Armero, cuando la tragedia que lo sepultó también fue la crónica de una muerte anunciada a la que ningún mandatario le puso bolas, y así con las que suceden casi a diario en el país. Sí hay responsables. Y tienen que pagar las consecuencias.

Presidente Duque, hace falta su presencia en el departamento del Cauca. Le supieron vender muy bien el miedo de reunirse cara a cara con los líderes de la Minga. Y esos doscientos metros de distancia son un abismo insondable. No iban a atentar contra usted. Áulicos, perversos con intereses creados lo ‘aculillaron’. Todavía está a tiempo de dialogar con ellos, sin manipulaciones de Fouchés detrás del trono. Ese Departamento es un despelote sin Dios ni ley. Usted puede ponerlo en cintura con voluntad política y autoridad.

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La Filbo llega con todos los arreos. Libros importantísimos como el del expresidente Juan Manuel Santos -ameno, sincero, ágil de leer y revelador- y ‘Sodoma’ de Frederick Martel, serán los platos fuertes. Ya me los leí y me quito el sombrero. En próximas columnas comentaré sobre las obras de Julio César Londoño y Alonso Sánchez Baute. ¡’Sacrificio de Dama’ y ‘Leandro’ valen la pena disfrutarlos!

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