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Libros, libros, ¡libros!

El tiempo no alcanza. Al escoger un autor estamos dejando de lado otras opciones, pero podemos comprar sus libros.

4 de febrero de 2019 Por: Aura Lucía Mera

Se termina el Hay Festival en Cartagena pero los libros nos quedan para siempre. También en el recuerdo, el abrazo anual con que celebramos el reencuentro los asiduos, unidos por el mismo amor a la palabra escrita. Un ritual tácito y solido.

Las filas bajo el sol del mediodía o arropados en la brisa fuerte de las tardes. Los refrescos en la placita de Santo Domingo. El taconeo y el run run de voces que llenan de música los callejones empedrados. Ese microcosmos que se convierte en el ombligo del universo y gira solamente alrededor de la palabra, como lo hace la tierra alrededor del sol.

El tiempo no alcanza. Al escoger un autor estamos dejando de lado otras opciones, pero podemos comprar sus libros.

Los conversatorios abarcan multitud de temas. Ficción. Poesía. Biografías. Ciencia. Geopolítica. Medio ambiente. Medicina. Política. Cuentos infantiles. Libros sensacionales y bodrios ilegibles. Para todos los gustos.

Autores polémicos. Aburridos. Melancólicos. Punzantes. Estremecedores. Frívolos. Presentadores geniales y otros que merecen la guillotina porque despedazan la charla.

Preguntas que no preguntan nada y desconciertan a la audiencia. Preguntas filudas como flechas envenenadas.

Ya todo es recuerdo. Cuesta aterrizar a la procaz realidad. A la noria de la polarización. A la politiquería cotidiana. Siento un nudo de rebeldía mezclado con tristeza. Como decía una monja de mi colegio: “Se casan, se van de luna de miel, se va la miel y se tienen que quedar con la luna”.

En este caso es regresar al tierrero después de haber vivido las mieles de las palabras y de la inteligencia, y escuchar una y otra vez que la paz sí es posible, que la armonía es posible, que no existe una verdad única, que somos hermanos, que todos podemos ayudar a un mundo mejor, más amigable, más tranquilo, más digno. Palabras que se convierten en balas de amor.

Que sí es posible, si queremos todos. Y sentir que estamos despedazándonos a trocitos, dejando un mundo arrasado a nuestros descendientes, mostrándonos las garras y afilando las armas. ¡Qué espanto!

Vuelvo a los libros. Son nuestra salvación, los que nos dan la esperanza de un mundo mejor.

Me impactaron ‘Ordesa’, de Manuel Vilas. ‘Ellos hablan’, de Lydia Cacho. ‘El fin del Alzheimer’, de Dale Bredesen. ‘Solenoide’, de Mircea Caartaarescu. ‘Donde nadie me espere’, de Piedad Bonnet. ‘Caín y Abel’, el documental sobre las fotografías de Jesús Abad Colorado. El encuentro de Enrique Santos, Antonio Caballero y María Jimena Duzán. ‘Brújula para el mundo contemporáneo’, de Diana Uribe. Entre otros.
Gracias al Hay Festival pudimos desconectarnos unos días y lograr un poco de cordura para que la demencia no nos arrastre en este lodazal. Aire puro. Esperanza. Saber que, siempre, después de las noches más oscuras, ¡sí sale el sol!

***

Posdata.
Magnífica noticia. El escritor español Manuel Vilas, autor de ‘Ordesa’, libro-tsunami que nos retuerce el alma, ¡aceptó la invitación de asistir a Cali al Festival de Literatura Oiga Mire Lea en septiembre!

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