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Historia para no olvidar

Se iniciaban los 80 en Cali. Todavía no había caído la ciudad...

13 de noviembre de 2012 Por: Aura Lucía Mera

Se iniciaban los 80 en Cali. Todavía no había caído la ciudad en manos de depredadores. La FES era un faro que iluminaba con luz propia, dirigida por Hugo Lora Camacho. La Corporación Financiera del Valle estaba en su esplendor, la Cámara de Comercio pisaba duro. Se creaban empresas, se apoyaban gestiones culturales. Pero algo importante estaba pendiente. Cali no contaba con una clínica de alto nivel, con  equipos de última tecnología, donde se pudieran tratar con éxito enfermedades de alto riesgo, como las cardiovasculares, el cáncer, los transplantes, cirugías complejas.Se reunieron Álvaro Garcés Giraldo, Hugo Lora Camacho y los doctores Martín Watemberg, Gabriel Velázquez Palau, para lograr que se convirtiera en realidad lo que parecía un sueño quijotesco. Álvaro Garcés Giraldo  prestó su oficina en el Edificio Garcés,  y con la asesoría de la Fundación Santa Fe en Bogotá  elaboraron un proyecto de responsabilidad social para conseguir la financiación. Abrieron un Centro de Salud en el barrio El Diamante que recibiría el nombre de Fundación Valle del Lili.Álvaro Garcés con la venia de su señora Alice Echavarria,  prestaron su casona para trasladar la sede, donde funcionó por varios años dirigida por Martín Watemberg, especialista en cardiología, acompañado por Jorge Araujo Grau  y Pastor Ortega, médicos de bandera, luchadores incansables, repletos de ilusiones para sacar adelante el proyecto. La Fundación se fue consolidando. Se inició el voluntariado, se ampliaron los servicios y la cobertura. Álvaro Garcés Giraldo, enamorado de este sueño, donó el terreno, antiguo Ingenio Melendez, terrenos de cañaduzales.La  financiación la consiguieron  con el apoyo de la Empresa Privada y ayudas internacionales. Cada empresa se hizo cargo de sacar adelante un pabellón  especializado  y dotarlo con los mejores equipos. Imposible no nombrar a Antonio Obeso de Mendiola, a Armando y Mary Garcés Giraldo, Carlos Ardila Lule, entre los que hicieron posible la Fundación  Valle del Lili. Álvaro Garcés, Martín Watemberg, Jorge Araujo, Pastor Ortega Gabriel Velazquez Palau, Hugo Lora  Camacho, al fin  pudieron poner la primera piedra, de lo que años después sería este imponente conjunto de edificios, donde funciona, con la mejor tecnología, los mejores profesionales, un voluntariado dedicado, uno de los mejores Centros  Médicos de América Latina. La Fundación Valle del Lili se convirtió en realidad. Estos quijotes lo habían logrado.El próximo lunes 19 Cali le rinde un  homenaje a Martín Watemberg. Sin su dedicación, sin su pasión por el servicio, sin su profesionalismo y ética, sin ese amor que siempre irradió  a todos los pacientes, personal médico y auxiliar, la Valle del Lili jamás habría existido. Su huella está impresa  en el alma y el espíritu de la Fundación. Los que hemos sido  sus pacientes, hemos necesitado una mano amiga, una palabra cálida, un mensaje de optimismo, lo llevaremos siempre dentro del corazón.Hombres y mujeres de diferentes edades y  condiciones socioeconómicas asistirán en masa a  arropar a Martín en este homenaje en el Club Colombia el lunes 19. Pero más que acompañarlo, lo que queremos es decirle, y en esto me tomo la vocería , decirle que lo queremos, que la Fundación no es lo mismo sin él. Que extrañamos  su sonrisa cálida  paseando por los corredores, siempre amable, vigilante de que todo marchara como un relojito. La Fundación no solo son los equipos ni los médicos, ni los auxiliares, ni los patinadores. La Fundación es la suma de  miles de detallitos, tal vez imperceptibles para muchos. La Fundación es una gran familia. Y a esta gran familia, pacientes incluidos, que  se extiende por toda la ciudad, extraña a Martín, es como si se hubiera quedado huérfana de papá. Ojalá que Cali, una ciudad amnésica por tradición, recuerde siempre, y la transmita a sus hijos, esta  historia para no olvidar.

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