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El mirador blanco

Recuerdo hace cinco años. Los sueños de Maurice Armitage y sus hijas...

22 de febrero de 2011 Por: Aura Lucía Mera

Recuerdo hace cinco años. Los sueños de Maurice Armitage y sus hijas Vivianne, Christine y la sonrisa amorosa de Patricia mamá parecían irrealizables. Un sueño quijotesco, casi inviable. Trabajar con la comunidad de Siloé para pintarlo de blanco, construir un mirador, un teatrino, y así devolverle a este barrio, originalmente formado por mineros venidos de Barbato, desplazados por la violencia partidista, que se fueron asentando paulatina y continuamente en esa ladera occidental de Cali para poder sobrevivir, trabajar la mina y ofrecer a sus familias un presente y un futuro alejados de la sangre y los odios atávicos que ya desangraban al país.El Cali urbano siempre le dio la espalda a esta comunidad. Por navidades los ciudadanos del cemento miraban hacia arriba y comentaban que estas humildes viviendas eran “lindas”, porque se parecían al pesebre. Pero eso era todo. Con el pasar de los años, Siloé se atiborró de problemas como la falta de oportunidades, la indiferencia de sucesivos gobiernos municipales, el desempleo, la falta de recreación que sumieron a sus pobladores en la más baja autoestima, el resentimiento y la rabia. Siloé, de pesebre navideño, pasó a ser símbolo y foco de inseguridad. Pandillas juveniles, combos rivales, sicarios, apartamenteros, adictos al consumo de drogas y al tráfico de ellas.Siloé parecía no tener un futuro. Como si se le hubiera negado el derecho a que por sus calles saliera el sol. Muchos habitantes de un costado no se atrevían a pasar al otro por temor a ser asesinados. Imperaba el miedo, el pesimismo. Creo que sintieron que para ellos no había otra oportunidad “sobre la tierra”.De pronto surge ‘Pintatón’. Sidoc , de la mano de la Fundación Nueva Luz y el Centro Cultural La Red, con el apoyo de los líderes de la comuna, inició el cambio. “Para cumplir los sueños tenemos que pintarlos”, dando paso a la transformación física, urbanística y social de ese sector de nuestra ciudad, por tantos años abandonado y estigmatizado.“Yo amo a Siloé. ¿Y Usted?”, es la pregunta que Siloé le hace a Cali, desde las paredes del Mirador. Renació el sentido de pertenencia. Subió la autoestima. Los jóvenes empezaron a palpar que sus vidas sí tenían futuro, los hogares se llenaron de macetas con flores y, así, lo que antes era un terreno abandonado, propenso a derrumbes que habían cobrado la muerte de cinco personas, se abrió desde el sábado pasado como el punto de encuentro de actividades culturales, lúdicas, sociales. Siloé le regala a Cali el mirador más bello. Desde su enorme terraza se divisa el horizonte privilegiado de nuestro Valle. El desarrollo de la urbe. Las infinitas posibilidades de ver nuestra ciudad bajo otros prismas. La Fundación Fanalca regaló un parque lleno de flores, senderos y juegos para los niños. Empresas de ingeniería, arquitectura, trabajadoras sociales y la comunidad lograron convertir el sueño en realidad.Una bandera de Colombia, izada a 40 metros de altura, ondea mecida por la brisa que viene del mar. Los sueños se vistieron de blanco. Cuatro mil viviendas irradian su luz sobre la urbe. Siloé se abre como un polo turístico, artesanal, de encuentro y desarrollo. Atrás quedaron los años aciagos de desesperanza y dolor. Cali tiene la obligación de mirar esta comuna con admiración, respeto e integrarse a ella. Recorrer sus calles empinadas. Llegar a lo alto del Mirador. Acariciar las enredaderas florecidas. Siloé nos da ejemplo. Gracias Maurice, Vivianne, Christine, Patricia. Nos acaban de demostrar que con la comunidad, soñando juntos, se puede construir una Cali mejor.Cito de nuevo a Gonzalo Arango: “...Une tus manos a nuestras manos, para que el mundo no esté en pocas manos sino en todas las manos” ...porque... “Una mano más una mano no son dos manos... son manos unidas...”. Caleños, démonos la mano. Todos somos Cali.

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