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El silencio del liberalismo

Pareciera que el partido y sus dirigentes se limitan en tratar de mantener las débiles uniones al interior de este para poder mantener un número de curules que después le permitan tener margen de negociación con el nuevo gobierno. Burocracia pura.

16 de enero de 2022 Por: Alfonso Otoya Mejía

Me sorprende que a escasos dos meses de las elecciones legislativas y de consultas en nuestro país, el partido liberal y su director guardan un profundo silencio. No solo sobre a qué candidato van a apoyar para las elecciones presidenciales, sino que sus listas al Congreso las veo muy publicitadas.

En un inicio, y ante la renuncia de Alejandro Gaviria a la rectoría de la Universidad de los Andes, César Gaviria, director del Partido Liberal hizo pública su preferencia y cercanía con ese candidato. Sin embargo, con el paso de las semanas y mientras se tejían las diferentes dinámicas de coaliciones, esta relación se deterioró.

Incluso antes de ese episodio que generó diferencias al interior del partido, este ya estaba dividido en tres grandes facciones. Unos, encabezados por Humberto de la Calle y Juan Fernando Cristo que se encontraban tratando de consolidar una candidatura de centro. Otros, como el senador Luis Fernando Velasco haciéndole ojitos a Petro y tratando de que el partido se adhiriera a esa candidatura. Por último, estaba la posición del oficialismo liberal que planteaba la posibilidad de tener candidato propio y que este debía ser Alejandro Gaviria.

Hoy el liberalismo no está haciendo ni presencia ni campaña, tampoco está unido en torno a un candidato que defienda las tesis liberales. Está preocupado por la maquinaria y el manzanillismo. No se ocupa por orientar a la mayor fuerza electoral del país, representado en casi dos millones y medio de votos en la cámara de representantes, para que sea una fuerza determinante en las elecciones presidenciales. Pareciera que el partido y sus dirigentes se limitan en tratar de mantener las débiles uniones al interior de este para poder mantener un  número de curules que después le permitan tener margen de negociación con el nuevo gobierno. Burocracia pura.

Es increíble que el partido más antiguo de Colombia, que además representa o debería representar ideales hoy más vigentes que nunca, no esté liderando las propuestas ideológicas para generar los cambios que nuestro país requiere. Lo más indignante es saber que esto ocurre aún habiendo buenos militantes en sus filas que proponen y tratan de liderar cambios, pero son silenciados por las maquinarias de las microempresas electorales de unos caudillitos de dudosa reputación.
Personas inteligentes y trabajadoras que, de seguir así, se irán del Partido Liberal, llevando ahí sí a la perdición.

Todo ocurre por simple cálculo político. La lista al Senado del Partido Liberal no está encabezada por un líder nacional que pueda movilizar a los miles de colombianos de pensamiento liberal. La cabeza de lista fue entregada bajo la misma dinámica de cálculo político al senador más votado en el 2018, Lidio García. Un cacique regional que llegó al Senado por primera vez en el 2010 y del cual tampoco sabemos mucho de su gestión.

Para nadie es un secreto mi pensamiento liberal. Por esto mismo quisiera que el partido recuperara su voz, para que volviera a luchar por las transformaciones sociales que requiere nuestro país. Quisiera que recuperara las discusiones ideológicas en su interior, para de esta forma y de manera colectiva lograra liderar y transformar nuestra sociedad. La ideología liberal no ha perdido vigencia, lo que ha perdido vigencia es el comportamiento de sus dirigentes. Es hora de renovar, despertar y dejar el tenebroso silencio.