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La línea delta

Ya se pronunciaron pontífices de la verdad: el hecho de que Colombia tenga en el momento la peor tasa del mundo, con más de 700 muertos diarios, “nada tiene que ver con las marchas”.

1 de julio de 2021 Por: Vicky Perea García

El fenómeno es universal. La vacuna está disponible para todos en Estados Unidos pero solo el 40% de los jóvenes ha acudido, mientras que los viejos ya pasan el 80%. ¿Quiénes la rechazan? Los de más bajo nivel educativo. ¿Qué más evidencia se requiere, para probar éxito indiscutible de la vacunación? Con un poco más del 50% de la población vacunada, el número de muertes por covid ha caído a menos del 10% de los 3000 en que estuvo varios meses. Y con restricciones sociales eliminadas.

Los datos estadísticos son fríos y no permiten captar el sufrimiento. Es fácil pasar por alto lo que significa para una sociedad reducir 3000 muertos ¡cada día! Eso hace posible hablar con tanta banalidad del asunto, recurriendo a datos parciales y conceptos descaradamente tendenciosos.

No son solo las muertes, que traumatizan familias y empresas. Muchos han conocido, ahogados por el llanto, el martirio de familiares hospitalizados. Pasar días en un corredor, esperando que se libere una cama o una conexión a oxígeno. Médicos exhaustos, abrumados, forzados a tomar las decisiones más crueles: cómo priorizan sus esfuerzos y limitados recursos.

El horror de estar aislado de allegados, rodeado de luces, aparatos y sonidos, viendo morir a los vecinos de cama, agobiado por el malestar, y la ansiedad de no saber cuándo lo van a intubar, ni cuales son las circunstancias en que se va a tener que despedir de este mundo.

Después de espantarnos con Wuhan, Bérgamo fue el primer susto que tuvo Occidente. El brote ocurrió después de un partido de fútbol. La tragedia se veía aterradora. Vino luego Madrid, que tuvo su pico después de una marcha masiva y clamorosa. Luego Estados Unidos batió récord mundial, mientras Trump promovía ruidosos mítines. Son muchos los sitios con brotes trágicos, donde se ha podido establecer la asociación con eventos públicos en los que la gente grita o canta.

Pero en Colombia le teníamos que mezclar ideología a la epidemiología. Ya se pronunciaron pontífices de la verdad: el hecho de que Colombia tenga en el momento la peor tasa del mundo, con más de 700 muertos diarios, “nada tiene que ver con las marchas”.

Si tuviésemos algo de coherencia social, deberíamos estar encausando a todos los que promovieron las marchas en conjunto con los que afirman con cara de sabios que no hay relación entre miles de marchas y miles de muertos por covid.

Es probable que ya circule entre nosotros la variante Delta, más contagiosa, más letal, especialmente en jóvenes. Además engañosa porque los síntomas iniciales son distintos (cefalea, debilidad, neumonía, sin tos, ni fiebre) y hay más test falsos negativos. Es posible que con tan alta tasa de contagios, generosamente distribuidos por ardientes jóvenes, tengamos también nuestra propia variante a la que podremos llamar ‘primera línea’ en reconocimiento a sus promotores.

El desastre está creado y es urgente acelerar la vacunación, abriéndose a todas las edades, y dejar bien claro que son las bulliciosas aglomeraciones las que explican nuestra debacle.

Hay quienes imaginan a la naturaleza diezmando a homo sapiens por haberse multiplicado tanto. Difícil confirmar. Pero no hay duda que está usando a los menos sapiens para diseminar el virus.

AHORA EN Alberto Castro Zawadsky