ALEMANIA

El mundo recuerda a las víctimas del Holocausto en su día

Un 27 de enero del año 1945, tropas pertenecientes a los soviéticos liberaron a los prisioneros del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau.

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27 de ene de 2021, 03:22 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 05:44 a. m.

Cada 27 de enero se conmemora el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, personas que fueron asesinadas mediante prácticas discriminatorias por su color de piel, creencias religiosas y origen étnico.

Un 27 de enero del año 1945, tropas pertenecientes a los soviéticos liberaron a los prisioneros del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, lugar al que fueron enviados alrededor de 1.300.000 personas, de las cuales murieron el 90% de ellas, que en su mayoría eran judíos. 


Adicional a esto, durante la Segunda Guerra Mundial 6.000.000 de personas murieron por razones,  xenofobia y sus diferencias culturales.

El Papa Francisco dedicó unas palabras en conmemoración de las víctimas durante la audiencia general de este miércoles, asegurando que toda la comunidad debía estar atenta para que no se repitieran esos hechos de violencia y brutalidad. 

"Recordar es una expresión de humanidad, recordar es signo de civilización, recordar es condición por un futuro mejor de paz y fraternidad, recordar es también estar atentos porque esto puede suceder de nuevo, comenzando por las propuestas ideológicas que quieren salvar un pueblo y terminan por destruir un pueblo y la humanidad", dijo el religioso. 

Las Naciones Unidas establecieron el 1 de noviembre del 2005 el aniversario de estos hechos que provocaron la muerte de miles de personas. 

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Sobrevivientes denuncian antisemitismo en  Alemania

Charlotte Knobloch, sobreviviente del Holocausto, advirtió el miércoles contra el resurgimiento del antisemitismo en Alemania, que se propaga sobre todo en internet y en las manifestaciones de los opositores a las restricciones anticovid-19.

"El pensamiento y el discurso antisemitas encuentran de nuevo una voz en las manifestaciones antimascarillas", lanzó la presidenta de la comunidad judía de Múnich y de Alta Baviera, en un discurso en el Bundestag con motivo de la ceremonia anual en memoria de las víctimas del nazismo.

Dirigiéndose en particular al Jefe de Estado alemán, Frank Walter Steinmeier, y a la Canciller Angela Merkel, Charlotte Knobloch hizo referencia a las estrellas amarillas idénticas a las impuestas a los judíos bajo el régimen nazi y llevadas por algunos manifestantes que protestaban contra las medidas coercitivas vinculadas con la epidemia.

Múnich tuvo que prohibir el uso de estos signos, marcados con un "no vacunado", llevados por manifestantes que aseguraban erróneamente que la vacunación contra el covid-19 sería obligatoria.

Charlotte Knobloch, una de las personalidades más escuchadas de la comunidad judía en Alemania, también denunció el papel de internet, vertedero y receptáculo, según ella, "del odio y de la denigración de todo tipo".

La expresidenta del Consejo Central Judío de Alemania también destacó "el odio contra los judíos" que se arraiga "en el medio de la sociedad, donde se rechaza la aceptación de los valores democráticos, pero también donde no se dice judío sino sionista y donde el Estado de Israel es difamado".

Y dirigiéndose a los 88 diputados del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), les espetó: "No puedo fingir que no me preocupa que estéis sentados aquí. Ustedes seguirán luchando por su Alemania. Y nosotros seguiremos luchando por la nuestra".

Sobrevivientes del Holocausto en Israel 

En la pantalla del ordenador del centro de llamadas aparece el rostro afable de Naomie Lichthaus, una israelí de 86 años que, como otros supervivientes del Holocausto, busca romper a distancia su necesario aislamiento causado por la pandemia.

En su pequeño apartamento de Haifa, una gran ciudad del norte de Israel, Naomie Lichthaus dispone de una tableta para contactar o ser contactada por el centro de llamadas de la asociación Yad Ezer La-Haver ("Una mano tendida a un amigo", en hebreo), que ayuda a los sobrevivientes del genocidio nazi.

Este domingo de enero, Naomie pide un andador. Sin esperar, Murad Marehi se sube a su moto y se lo lleva. "Estamos en buenas manos", exclama Lichthaus a la llegada del joven voluntario, asegurando que con la pandemia "afloran los recuerdos".

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Nacida en el gueto de Chernivtsí, otrora ciudad rumana situada actualmente en Ucrania, Naomie era una niña cuando la Segunda Guerra Mundial estalló.

Y lo que vio, "nunca" lo olvidará, como el día en que dos ucranianos entraron en su casa y apalearon a su madre porque era judía, recuerda.

"Llamamos cada día a más de 3.500 personas", explica Shimon Sabag, fundador de esta oenegé con sede en Haifa, ciudad portuaria donde muchos judíos procedentes de Europa echaron el ancla.

A su juicio, los miles de supervivientes del Holocausto que aún viven en Israel han "padecido lo peor" y ahora sufren terriblemente por la pandemia del coronavirus y sus sucesivos confinamientos.

"Calle de los supervivientes"

No muy lejos del centro de llamadas, en una avenida apodada la "Calle de los Supervivientes", un hogar acoge a 100 de ellos que se encuentran en la recta final de sus vidas y viven en apartamentos de la asociación. Allí pueden poner fin a su soledad y, en épocas sin pandemia, disfrutar.

"Estamos acostumbrados a estar activos. Hay un club donde jugamos a las cartas, pero ahora todo está cerrado y todos se quedan en su casa", lamenta Sara Leibovitz, de 93 años. "Es muy duro, nos aburrimos".

Oriunda de Rumanía, esta mujer fue deportada siendo adolescente con su familia a los campos de Transnistria, donde vio a sus padres morir de tifus.

Las reglas de distanciamiento obligaron a cerrar el refectorio de la residencia, que tuvo que adaptarse para repartir las comidas.

"Yad Ezer me da un techo, comida, ropa y todo lo que necesito", agrega la mujer, cuyo rostro se ilumina al abrir una bolsa de plástico que le acaban de dar y que contiene un plato caliente.

"Es duro porque estamos solos, pero aquí tenemos la suerte de que cuidan de nosotros. Nos tienen en cuenta, nos respetan", declara con voz cansada Haya Caspi, una superviviente rumana de 88 años, mientras espera que vengan a buscarla para ir a vacunarse contra el coronavirus.

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