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Decenas de personas participan en una misa cerca a la escuela primaria Enrique Rebsamen. | Foto: EFE

MÉXICO

México un mes después de la tragedia: diez momentos que unieron al país azteca

Desde la incertidumbre tras el terremoto que dejó más de 369 víctimas, hasta las múltiples muestras de solidaridad que le dieron ejemplo al mundo.

19 de octubre de 2017 Por: Jamir Mina Quiñónez/ Reportero de El País  

Que la tierra se mueva con una fuerza sobrenatural capaz de derrumbar edificios, que sobre esos escombros varias personas perdieran la vida, que la ciudadanía se agrupara en un solo sentir para ayudar y reconstruir desde los destruido, que con cada sobreviviente la alegría sobrepasara todos los sentimientos, que en medio de la tragedia se diera ejemplo de unión y entereza, así ha sido el panorama de México desde aquel martes 19 de septiembre a la 1:14 p.m.

Sin lugar a dudas,  el vaivén de circunstancias ha marcado los días posteriores de aquella tragedia que enlutó a un todo un país y le dio ejemplo de unión al resto del mundo. 

Fatídico 19 

19 de septiembre. Esa es la fecha que los mexicanos jamás podrán olvidar; primero, porque fue precisamente ese día de 1985 cuando la naturaleza golpeó fuertemente con un terremoto que dejó centenares de víctimas y Ciudad de México semidestruida; segundo, porque cuando se conmemoraban 32 años de ese suceso, la tierra se movió de nuevo con una intensidad de 7.1, lo que generó la muerte de más de 369 personas y varios edificaciones derrumbadas en la capital. 

Dos horas antes del reciente sismo, los mexicanos habían salido a las calles para conmemorar el terremoto del 85 con un simulacro que no logró apaciguar los fatídicos desenlaces del sismo ocurrido a la 1:14 p.m., hora de México. 

El epicentro del movimiento se localizó en el límite entre los estados Puebla y Morelos, a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, Morelos, y a 120 kilómetros de la Ciudad de México, y la profundidad fue de 57 kilómetros.

Los minutos posteriores fueron de caos, centenares de personas coparon las calles, donde ya se veía el desastre: el terremoto había cambiado sustancialmente el panorama en Ciudad de México. 

Momentos de pánico 

En su momento, caleños radicados en México le relataron a El País los minutos posteriores al terremoto: "Cuando salí me puse a llorar porque me tocó ver caer un edificio y presenciar la explosión de una azotea de otra edificación. Pensaba en la gente que podía estar ahí y eso me producía mucha tristeza; además, la gente caminaba por medio de las vías sin importar que un carro las atropellara. Todo el mundo quería evitar una posible caída de más edificios", contó Margarita Solano. 

"Cuando terminó el temblor no hacía falta ver noticias o redes sociales para saber que había sido devastador (...) en la calle me sentía en una escena de Hollywood, con edificios derrumbados, incendios, toda la gente en la calle con polvo en la cara, llanto, confusión. En total conté nueve edificios colapsados. El tráfico fluía en sentido contrario a mí y eso me hacía sentir como en las películas cuando la gente evacúa la ciudad", relató Adriana Botero, una caleña radicada en México desde hace siete años.

Lea también: ¿Cómo es vivir hoy en Ciudad de México? Así nos lo contaron cuatro caleños

El panorama en el Distrito Federal era impensado, así como el de el estado de Puebla. "Asimilar que eso estaba pasando fue lo más duro para la gente", dijo la periodista mexicana Vannesa Job. 

Angustia por los desaparecidos 

Hacia las 3:20 p.m. las comunicaciones colapsaron en Ciudad de México,  la jornada laboral se suspendió, la mayoría de personas salió en busca de sus familiares, algunos al llegar vieron sus edificios caídos y sin razón de sus allegados.

Inmediatamente comenzaron las labores de búsqueda y reporte de edificios colapsados, las autoridades de socorro no daban abasto con las emergencias. Cada 20 minutos había una persona rescatada, muchas salieron con vida, otras no contaron con esa suerte. La incertidumbre era el factor dominante. 

Con el puño en alto 

Esa noche del 19 de septiembre y madrugada del 20 los rescatistas trabajaron sin descanso, y la gente a la espera de sus familiares aguardaba en silencio cada vez que había un puño en alto -señal de no hacer ruido porque se escuchaban sonidos desde los escombros-. 

La señal se convirtió rápidamente en una bandera de la tragedia, ese puño en alto enmarcaba la esperanza de hallar vida entre las ruinas. 

"Si bien es de lamentar este saldo, es de reconocer por encima de esta tragedia, de este dolor y de esta pena, la gran solidaridad que primó entre los mexicanos", expresó el presidente de México, Enrique Peña Nieto. 

México solidario 

El miércoles, un día después de la tragedia y tras varias réplicas que obligaron a muchos a dormir en la calle, las ayudas en las zonas afectadas empezaron a llegar desde muchos puntos. 

Voluntarios vencieron el miedo y acudieron a las zonas afectadas para hacer labores de rescate. La solidaridad desbordó la tragedia y le robó el protagonismo a la muerte. 

Escuela Enrique Rébsamen 

Sin lugar a dudas, la cara visible de esta tragedia fue la escuela Enrique Rébsamen, lugar donde murieron más de 20 personas, incluidos niños, tras el desplome de la edificación. 

Igualmente, niños y profesores se quedaron atrapados entre los escombros. Tan solo 7 personas salieron con vida.

Las miradas del mundo estaban puestas sobre este sitio, desde donde se alimentó la historia de la niña Frida Sofía, que al final terminó siendo un mito creado por algunos medios de comunicación.

La última esperanza 

Tras diez días de intensos trabajos de rescate, las posibilidades de hallar vida entre los escombros cada vez se disolvía más y a pesar de que familiares de los atrapados no se resignaban y llegaban hasta con altavoces para enviar mensajes de aliento a los que aún estaban bajo los escombros, el gobierno mexicano suspendió las labores de búsqueda. Muchos sueños se quedaron entre el polvo.

Demolición de edificios 

El 7 de octubre, 18 días después de la tragedia, las autoridades mexicanas ordenaron la demolición de al menos 160 edificios afectados por el terremoto, muchos de ellos en ruina, pero aún con desaparecidos entre los escombros, aunque ya sin posibilidades de vida. 

"Esto es lo que da más tristeza. Yo me senté, me senté a llorar y no veía que estaba llorando. Solo veía cómo caían las cosas. Las lágrimas le salen a uno cuando menos lo piensa", señala Jorge Martínez, damnificado por el sismo. 

Un recorrido sin palabras

Hoy, un mes después de aquel acontecimiento natural, los mexicanos volvieron masivamente a las calles, tal cual como lo hicieron en el simulacro, dos horas antes del terremoto, pero esta vez no hubo palabras. Fue una movilización en silencio y con el puño en alto para conmemorar a las víctimas. 

Un nuevo comenzar

Las enseñanzas tras el terremoto de México hacia el mundo fueron muchas: capacidad para levantarse de golpes tan fuertes, solidaridad para socorrer a las víctimas, unión para alimentar la esperanza y entereza para pasar la página y utilizar la tragedia como aliciente para transformar su sociedad. 

Como aquella canción de Luis Miguel, los mexicanos demostraron de qué manera se debe llevar a un país en la piel. 

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