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Hugo Chávez Frías asumió la presidencia en febrero de 1999 y se quedó en el poder catorce años, hasta su muerte, víctima de cáncer. | Foto: EFE

VENEZUELA

El sombrío panorama de Venezuela después de 20 años de chavismo

Analistas coinciden en que en sus dos décadas en el poder, ese régimen acabó con la mayoría de instituciones democráticas.

9 de diciembre de 2018 Por: Juan Francisco Alonso / corresponsal en Caracas, Venezuela

Hoy, 9 de diciembre, más de 19 millones de venezolanos están llamados a las urnas para elegir 2459 concejales. Sin embargo, encuestas recientes auguran que apenas el 15 % de los convocados participarán en la elección. De cumplirse este pronóstico la abstención sería histórica.

¿Por qué de esta situación? En primer lugar la oposición anunció que no participará por considerar que no hay condiciones para hacerlo en igualdad de condiciones; segundo, y posiblemente la de mayor peso, un alto porcentaje de los ciudadanos creen que el voto es inútil para resolver la crisis política, social y económica del país.

Posiblemente este es el legado más importante, en el aspecto político, que ha conseguido la ‘Revolución Bolivariana’, que justo el 6 de diciembre conmemoró el vigésimo aniversario de la elección que llevó a Hugo Chávez al Palacio presidencial de Miraflores sin armas ni balas como lo intentó fallidamente en dos ocasiones seis años atrás. Así lo consideran analistas consultados por El País, para quienes el principal resultado que puede exhibir el chavismo de sus dos décadas rigiendo los destinos de la principal reserva petrolera del mundo es haber casi liquidado su democracia.

“Venezuela era una democracia, que creíamos muy sólida. La más antigua del continente. Nos vanagloriábamos de eso, pero sin duda lo que hizo Chávez fue ejercer un populismo muy personalista con el que atacó a las instituciones democráticas de manera paulatina y constante. Han sido 20 años de atacar y erosionar las instituciones democráticas hasta que hace cinco años cuando asume (Nicolás) Maduro los restos del vigor democrático están en su peor forma”, afirmó la experta en marketing político, Carmen Fernández, quien agregó que desde 1998 el país ha sido sometido a un proceso de “tiranización” pionero en el mundo.

“Ha sido un proceso progresivo de debilitamiento de la democracia hasta llegar a la tiranía de Maduro. Es un proceso muy inusual en el mundo, donde tras la caída del Muro de Berlín (1989) se dio un proceso de democratización de todos los países de la órbita soviética”, precisó Fernández.

La aprobación de la Constitución de 1999 no solo le dio más poderes al Jefe del Estado sino que le abrió las puertas al oficialismo para comenzar a cooptar los demás poderes públicos, en particular el Judicial; así como de cualquier institución que debiera fungir de contrapeso al Gobierno (Contraloría, Consejo Nacional Electoral, etc). Proceso que se agudizó con la ampliación que en 2004 impulsó el chavismo del número de miembros del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y que le aseguró el dominio absoluto de los juzgados.

Venezuela: al borde del abismo, tras 20 años de chavismo en el poder

El ego y los cubanos

La opinión de la experta es compartida por el exprimer vicepresidente del TSJ, Fernando Vegas Torrealba, quien afirmó: “En Venezuela no hay revolución ni socialismo, sino una dictadura barata”.

El exintegrante del máximo juzgado, quien no ocultó que simpatizó con Chávez y que le apoyó en tesis polémicas como la reelección indefinida, responsabilizó al desaparecido militar golpista de allanar el camino a la deriva autoritaria de su sucesor.

“Simpaticé con Chávez. Él comenzó bien, pues convocó al pueblo para cambiar la Constitución y para aprobar la nueva. El problema es que luego del golpe de Estado que le dieron (11 de abril de 2002) cayó en manos de los cubanos, los cuales le agrandaron el ego que ya tenía y le comenzaron a hacer creer que podía ser el sucesor de Fidel Castro, el nuevo líder de América Latina en el mundo. A partir de ese momento Chávez comenzó a prestar más atención a la lealtad a él que a la eficiencia de la gestión”, aseveró.

Vega agrega que “Chávez solo despedía a aquellos ministros que no le dijeran sí a todo y eso fue el germen de la corrupción que ahora nos devora”.

Otro exsimpatizante chavista que evalúa negativamente las dos décadas de régimen bolivariano es el politólogo Nicmer Evans, para quien “la revolución chavista es hoy una revolución frustada” debido a tres razones: La ineficiencia de quienes la condujeron, el hiperliderazgo que Chávez implantó y la ausencia de un modelo económico realista y viable.

Como Vegas, Evans también considera que la cercanía con La Habana no fue bueno ni para su proyecto ni para el país: “La lucha entre quienes hacíamos revolución queriendo transformar la realidad junto a la gente, sin condicionar la misma a una filiación partidista y quienes lo único que pensaban era en como mostrarse más sumisos y rastreros para ganar más mérito para el ascenso sin mérito fue claramente ganada, no hoy sino hace como 10 años por los ‘rastreros del proceso’, que nos hicieron mirar a Cuba cuando debíamos a ver hacia Noruega”, escribió en un artículo publicado en el sitio web que coordina.

Otra isla

En 2000, Chávez declaró: “Es una obligación de los pueblos latinoamericanos y caribeños que naveguemos los mismos mares, tengamos el mismo norte de la justicia, la felicidad, el trabajo que el pueblo cubano”. Estas palabras fueron para muchos un anuncio de lo que vendría y aunque en el papel el sistema venezolano sigue siendo similar al de las democracias de la región, en la práctica parece irse acercando más al imperante en regímenes autoritarios o abiertamente dictatoriales.

Ciertamente hay elecciones y en ellas pueden participar múltiples partidos. Sin embargo, en las últimas y en las de este domingo no podrán participar partidos como Voluntad Popular o Primero Justicia, las organizaciones a las que pertenecen los dirigentes Leopoldo López y Henrique Capriles Radonsky, por haber sido declaradas ilegales.

Tampoco la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la alianza de partidos opositores puede concurrir a más procesos comiciales, por decisión del TSJ que también la declaró ilegal.

Estas fueron las razones por las que buena parte de los gobiernos de América Latina, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea no reconocieron los comicios presidenciales del pasado 20 de mayo, que Maduro ganó ampliamente; y por los cuales han anunciado que no reconocerán su nuevo Gobierno, que comenzará el 10 de enero.

Aunque en Venezuela ciertamente hay más libertad de expresión que en la mayor de las Antillas, el universo de medios y la pluralidad se ha ido diluyendo con el paso del tiempo. En lo que va de 2018, 20 medios han cerrado sus puertas, 11 después del paquete de medidas económicas anunciadas por el Gobierno en agosto, el cual incluyó una devaluación del bolívar del 96 % y un aumento del salario mínimo del 3500%. Eso sin contar que media docena de televisoras, emisoras y radios que han cambiado su línea editorial en el último lustro de haber sido adquiridos por capitales presuntamente cercanos al Gobierno, de acuerdo a reportes de agrupaciones de Derechos Humanos.

Por su parte, ser opositor o disidente al otro lado del Arauca es algo tan peligroso como Cuba y prueba de ello los 288 presos políticos que existen en el país o las más de 12.000 detenciones por razones políticas ocurridas desde 2014, según las cifras que maneja la organización Foro Penal Venezolano.

¿Tiempo perdido?

¿Han sido estas dos décadas de revolución chavista una pérdida de tiempo? A la luz de Carmen Fernández, experta en marketing político, sí:
“Los primeros años del Gobierno de Hugo Chávez coincidieron con una enorme bonanza económica, la cual hizo que hubiera buenos resultados en materia de igualdad. Los pobres estuvieron mejor en los primeros años del Gobierno de Chávez, lo mismo que toda Latinoamérica. Pero no era un cambio estructural que se sostuviera en el tiempo y la prueba es que a la primera crisis económica se desvanecieron esos resultados y de allí la tragedia que estamos viviendo”.

Así mismo agrega: “La Revolución ha sido un gran fracaso y una gran farsa. Lo único rescatable es la capacidad de aprendizaje que le puede quedar a la sociedad para plantarse y decir, ‘no quiero transitar por estos abismos, pero el coste de ese aprendizaje hay sido muy elevado”.

Más de cien mil personas han sido asesinadas por la violencia criminal que el chavismo no ha podido atajar y hoy unos 2,3 millones de venezolanos están fuera del país, de acuerdo a cifras de la Organización de Naciones Unidas.

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