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Tumaco, un pueblo invadido por la coca

Tumaco, sur de Nariño, con 16.960 hectáreas de coca, es el municipio del país más afectado por los cultivos ilícitos.

25 de julio de 2016 Por: Redacción de El País.

Tumaco, sur de Nariño, con 16.960 hectáreas de coca, es el municipio del país más afectado por los cultivos ilícitos.

Para 2002, Tumaco registró un aumento del 102 % de las áreas cultivadas con coca. La razón, lo explican los análisis de la ONU, es más o menos simple:  el 'efecto globo'. Las fuertes intervenciones dentro de la guerra contra las drogas que el Gobierno Colombiano junto al Estadounidense realizaron en el departamento de Putumayo, ocasionaron una migración de campesinos y narcotraficantes de ese departamento hacia Nariño. 

Las estadísticas lo corroboran: en 2001 el Putumayo tenía 47120 hectáreas de coca mientras en Nariño el área sembrada ascendía a 7494 hectáreas. Para 2002 las cifras eran de 13725 y 15131, respectivamente. Es decir, mientras en Putumayo los cultivos de coca se redujeron más del 50 %,  en Nariño aumentaron más del doble.

No sería exagerado decir que en ese año, 2002, la historia de Tumaco se  precipitó hacia una especie de abismo: aquel año se convirtió en el municipio  con mayor número de plantas de coca sembradas en todo el país. 

Hoy, 14 años después, lo sigue siendo. 

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 Entre 2001 y 2014,  el número de hectáreas sembradas en Nariño no superó en ningún año las 20 mil, salvo en el 2007, cuando se contaron 20259.  Para 2015, sin embargo, la ONU registró 29755 hectáreas de coca sembradas en ese departamento, de las cuales, 16960, el 66 %, se encuentran en las zonas más remotas de  Tumaco.

¿Cómo fue entonces que los cultivos de coca en Nariño llegaron a sus máximos históricos en 2015 y que Tumaco, que en 2014 tenía 8963 hectáreas sembradas, duplicó ese número en un año? 

Ella dice: “yo hubiera preferido no contarle estas cosas. Pero es que la verdad es que estamos desesperados con tanta coca, con tanta gente rara, con tanto abandono. Yo le cuento, a ver si  sirve para algo”. Y de nuevo, como los otros, hace un énfasis: “no diga mi nombre, mijo, porque me desaparecen”. 

La mujer pertenece al Consejo Comunitario del Alto Mira, un fragmento del extremo de Tumaco que colinda con Ecuador que, además, es la zona con mayor concentración de coca en ese poblado. “Desde hace más o menos dos años esto se viene llenando de coca y a veces uno siente como si le cayeran todos los males al mismo tiempo. Con la coca llegan los actores armados y también llega el glifosato, y con el glifosato se acaba todo, mijo, se acaba todo”, dice. 

Según el testimonio de la mujer, el crecimiento de los cultivos de coca ha coincidido con el aumento de la presencia de guerrilleros de las Farc en esa zona, quienes estarían controlando toda la cadena de producción de cocaína. Rodrigo Gómez, periodista de Tumaco que ha estudiado el fenómeno del crecimiento de los cultivos de coca, concuerda con la mujer. 

“Es una coincidencia que no es gratuita. Las Farc retomaron el control territorial de Tumaco en los últimos cuatro años, luego de que Tumaco dejara de ser un fortín paramilitar. Justamente, con la recuperación del control sobre el territorio, la coca se ha incrementado”. 

La hipótesis no es arriesgada, no es injusta. Otro hombre, al que llamaremos James, sostiene que durante los últimos tres años guerrilleros de la columna Daniel Aldana de las Farc se han dedicado a entregar semillas y a facilitar la producción y el transporte de la hoja de coca y la pasta de coca a los campesinos de las zonas rurales de Tumaco. Una especie de democratización del negocio del narcotráfico, dice. 

“En 2010, la producción de cocaína estaba controlada por las bandas criminales que habían quedado de la desmovilización de las AUC. Luego, más o menos desde 2012  y 2013, cuando las Farc decidieron retomar el territorio, todo lo que tiene que ver con la coca está bajo el poder de la Daniel Aldana”. 

Varios años atrás, el fenómeno de la producción de hoja de coca en Tumaco era similar al de una economía de hacendados: algunos pocos narcotraficantes que tenían el control de grandes extensiones de coca. Ahora, aunque vastas áreas siguen en poder de pocos, los campesinos también tiene pequeñas parcelas que antes sembraban de plátano, chontaduro o cacao y ahora no son más que campos verdes de coca. Pero más allá de eso, todo el proceso de producción de pasta de coca también está siendo realizado por los campesinos. “El mayor negocio en este momento no es vender la hoja, como ha sido tradicionalmente. El negocio es producir pasta de coca o incluso clorhidrato de coca para que sea vendido directamente a Estados Unidos o Centroamérica”, dice la fuente. 

Un campesino, contaron varios tumaqueños a El País, puede producir varios kilos de clorhidrato de coca, entregárselo a guerrilleros de la Daniel Aldana, quienes lo envían al exterior y le pagan al campesino un porcentaje del valor de la droga vendida en el exterior. “Quienes hacen eso, perfectamente se puede ganar $20 millones en un solo envío. Eso está pasando ahora mismo”, dice Rodrigo, el  periodista de Tumaco. 

Por un kilo de pasta de coca, que es un estado del procesamiento de coca anterior al estado final de la cocaína, se está pagando alrededor de $2 millones. Un kilo de pasta se produce con 33 arrobas de hoja, 

 “Acaba todo, menos la coca”

Ella, la mujer que vive en el Alto Mira,  dice que con el glifosato se fue todo.

 Entre 2009 y 2012 en Colombia fueron asperjadas con glifosato alrededor de 110 mil hectáreas de coca cada año. Para 2014 esa cifra descendió a 55554 hectáreas en todo el país. Nariño, y principalmente Tumaco, recibió el 27 % de esas aspersiones.

“Y eso acabó con todo. Usted no se imagina. El glifosato no solo daña la mata de coca, sino que daña la tierra y daña todos los cultivos. El cacao se perdió, el plátano también, las acelgas, las cebollas, los tomates y hasta las plantas medicinales que nosotros hemos usado desde nuestros ancestros, se dañaron. Y como la tierra se dañó, es muy difícil volver a sembrar. La coca sí se siembra muy fácil de nuevo, porque esa no requiere que la tierra esté fuerte para crecer”, dice.

Es una historia calcada de El Tambo, Cauca. El crecimiento de las zonas cocaleras en el país, insiste  Cesar Díaz, coordinador de la Mesa de Desarrollo del Cauca, se explica también por la afectación a la tierra que han causado las aspersiones. 

“Es una política fallida dentro de una guerra fallida. El glifosato afecta la salud de los campesinos y afecta la tierra. que, una vez asperjada, solo sirve para que siga dando coca, irónicamente. La coca surge muy fácilmente, el cacao, por ejemplop, no”, opina Díaz.

 De acuerdo con cifras la Federación de cacaoteros de Colombia, a pesar de que que entre 2012 y 2015 ha crecido el número de hectáreas sembradas en Nariño, ese crecimiento se viene estancando.  En 2012 se contaron 12548 hectáreas de cacao en Nariño, en 2013, 13153; en 2014, 14262 y para 2015, esa área aumentó en menos de 200 hectáreas para un total de 14400.

“A nosotros nos está cayendo todo y parece que a nadie le importa. Hemos perdido la capacidad de producir alimentos y la coca nos inunda porque no hay otras alternativas y porque la tierra ha sufrido mucho por el glifosato. Como le digo, yo no sé por qué estoy hablando de estas cosas, pero lo hago para ver si esto sirve de algo, para ver si el Gobierno decide hacer algo por Tumaco”, termina la mujer que habita el Alto Mira.

Incautaciones aumentanDe acuerdo con el consolidado de la Fuerza Naval del Pacífico,  hasta junio de este año se habían incautado 53 toneladas y media de coca en aguas del Pacífico. La cifra implica un aumento del 65 %  de las incautaciones respecto al año pasado. De acuerdo con el contraalmirante Pablo Guevara, comandante de la Fuerza Naval del Pacífico, “el año pasado con esfuerzos propios de la Armada en el Pacífico se incautaron 6.1 toneladas”.

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