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“No se puede resolver violencia con violencia”

El poeta Javier Sicilia decidió encabezar dos marchas en el centro y el norte de México para protestar por la muerte de su hijo.

19 de junio de 2011 Por: Margarita Solano Abadía, corresponsal

El poeta Javier Sicilia decidió encabezar dos marchas en el centro y el norte de México para protestar por la muerte de su hijo.

Una mujer aplaude y saca un pañuelo blanco como señal de paz. La siguen los restauranteros de la Avenida Insurgentes rumbo al sur de la Ciudad de México. Han salido a los andenes hombres, mujeres y niños para dar paso a una gran marcha.Algo ocurre en el Distrito Federal. Los conductores en un hecho inusual, guían a los demás para tomar otras arterias viales y dejar pasar la manifestación del día. Los caminantes son integrantes de la Marcha Nacional por la Paz.Quien encabeza el movimiento es Javier Sicilia. Poeta y escritor. También un padre en luto. El 28 de marzo, apareció el cuerpo de su hijo asesinado, con las manos y pies atados y varios signos de tortura.Seis jóvenes entre ellos, el mejor amigo de Sicilia, perdieron la vida en manos de delincuentes en Cuernavaca, Morelos. Habían ido a una discoteca de moda y al terminar la fiesta varios sujetos “me venían siguiendo”, fueron las últimas palabras del hijo del poeta a uno de sus amigos vía celular.El teléfono de Sicilia no volvió a responder. Se supo de él y seis jóvenes más, hasta el día siguiente cuando sus cuerpos sin vida fueron localizados en el interior de una camioneta.Dos meses después, el padre de Sicilia camina por las calles del Distrito Federal. Salió desde Morelos con un grupo de periodistas, intelectuales y familiares, rumbo al zócalo, la emblemática plaza mayor de la capital mexicana.Encadenado brazo con brazo con madres y padres de los jóvenes asesinados junto con su hijo, marchó por primera vez el 8 de mayo. A él se fueron sumando más y más capitalinos. En un acto inédito, buses de transporte público, motos y coches particulares, cedieron paso a los caminantes. Algunos bajaron el vidrio para aplaudir a las víctimas de la violencia.Las avenidas principales siguieron con respeto el luto de Sicilia. Mujeres con lágrimas en los ojos, aplaudieron a su paso en la primera marcha por la paz que se robó la atención de México. El dolor que carga a cuestas Sicilia por la muerte de su hijo, se materializó en un movimiento ciudadano lleno de pancartas con “No más sangre”, “No más violencia” y un sin número de mujeres y hombres, hartos de sufrir y llorar a sus seres queridos.Una voz desesperada pidió en el zócalo la salida del Ejército de las calles, pactar con los delincuentes y la renuncia del Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, el mismo que hace pocas semanas recibió en Colombia un reconocimiento por su labor al mando de la policía federal.Eran las peticiones de Javier Sicilia y la de muchos que se sumaron a su trágica historia. Organizaciones sociales, partidos políticos y periodistas refutaron las ideas del poeta que pide también un cambio de estrategia en la lucha contra el narcotráfico. “Ya párenle, cabrones”, le pide el poeta al Ejército mexicano.Otra marchaLa segunda marcha por la paz partió una vez más desde Cuernavaca rumbo a la ciudad más violenta de México: Ciudad Juárez. Durante días y horas de caminar, mujeres dieron comida y agua a los manifestantes.“Nos encontremos justamente en Ciudad Juárez, la frontera, esta frontera que es un signo del dolor de la nación", dijo el poeta en su más reciente manifestación que se llevó a cabo entre el 4 y el 10 de junio.Javier Sicilia ha sacado del olvido a las víctimas de la violencia. Sus peticiones y posturas frente al gobierno de México, han sido criticadas, aplaudidas, amadas y odiadas. Todo puede ser. Lo trascendente es que hoy un poeta que perdió a su hijo se ha dado a la tarea de ponerle una voz, un rostro, un nombre, a miles de víctimas del narcotráfico.En entrevista para El País, Javier Sicilia, habló de su dolor, que refleja el drama de un país.¿Cómo transformó su vida la violencia?Pues de manera total. La muerte de mi hijo le dio un giro de 180 grados a mi vida, que provocó todos estos dolores que ha hecho que se movilizara mucha gente y exigir justicia. Este movimiento ha cambiando mi vida. Yo soy un poeta, yo soy un hombre de escritorio, de aulas, de amigos y de repente me encuentro en todo esto que no es mi vocación pero que tengo que asumir como un deber con mi hijo.¿Cómo es el luto de un padre?Es un luto absoluto, es un luto con un gran dolor en donde se van sumando los dolores de otra gente en el consuelo de este hombre caminante.¿Cuáles son los resultados de las marchas por la paz?El resultado es que pudimos visibilizar a las víctimas y demostrarle al gobierno que hay graves daños. Pudimos demostrar que las víctimas tienen un rostro. A mucha gente le han matado a sus hijos, sus padres, sus hermanos y se les ha despreciado o criminalizado. Esto es una manera de hacer visible el estado de inhumanidad en el que está sumido este país.¿Cuál era el sentir de esas otras víctimas?La sociedad está profundamente desgarrada, está deshecha. Se veía que muchas tenían mucho miedo, no querían hablar. Otras llegaban con cartas, llegaban con comunicados que nosotros estamos ahora documentando para darlos a conocer, demostrarlo y de exigirle a los gobiernos y recordarles que tienen una deuda muy grande con esta gente.¿Son víctimas los 40 mil muertos y diez mil desaparecidos de la lucha contra el narcotráfico en México?Todos son víctimas. Creer que un delincuente no es una víctima es simplemente pensar como un nazi. Tenemos que visibilizar a todos los nombres; todos los nombres tienen un apellido y provienen de algún lado. Los inocentes hay que dignificarlos y yo creo que hay que hacer un equipo de atención a las víctimas y además hay que indemnizarlos.Si son sicarios hay que ver de dónde vienen, que pasó en ese tejido social por que no nacieron sicarios. ¿Qué no está dando el Estado que tiene que ver con el tejido social? ¿Qué no está dando la sociedad? Hay que ver que medidas se tienen que tomar para evitar que aquellos que alguna vez fueron niños y después muchachos y tuvieron una esperanza se convirtieran en delincuentes. En ese sentido todos son víctimas, de diferente especie, pero son víctimas y son ciudadanos que en algún momento perdieron la vida por esta guerra y otros que en algún momento fueron corrompidos por que no hay una realidad sólida socialmente que permita oportunidades a la gente.¿La responsabilidad de las víctimas de la violencia es del gobierno o de los delincuentes?De ambos. Es decir, es una responsabilidad de todos los órdenes de gobierno y de la delincuencia. Si la delincuencia está haciendo lo que está haciendo es porque dentro de las instituciones hay gente que se está viendo reflejada con la delincuencia. Hay dos cosas terribles que están sucediendo, por un lado un Estado coartado que termina siendo un estado fallido y por otro lado una delincuencia.¿Por qué retirar al Ejército de las calles?El regreso del Ejército no lo reclamamos nosotros, lo pide la ONU. Cómo y cuándo es el Estado quien tiene que decidirlo. Tenemos que pensar como regresamos al Ejército, tenemos que pensar en cómo le damos un marco jurídico. Hay que hacer diálogos con la sociedad, con las instituciones para resolver el tema del Ejército en esta lucha. No se puede resolver esto con violencia porque la violencia genera más violencia.¿Qué sigue ahora?Vienen los diálogos con las autoridades como una exigencia ciudadana a los procesos de gobierno. Si la ciudadanía no presiona no vamos a tener cambios importantes ni vamos a salir del atolladero en el que estamos. Quizás venga otra caravana hacia el sur del país porque no más hemos recorrido el centro y hacia el norte. Ahora toca el turno al sur en donde también hay otros dolores.

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