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En Cali hay 55 'oficinas de cobro' que reclutan menores para sus negocios ilegales

En la ciudad, decenas de jóvenes marginados son reclutados como asesinos a sueldo. Esta es la vida de un sicario.

26 de junio de 2016 Por: Redacción de El País.

En la ciudad, decenas de jóvenes marginados son reclutados como asesinos a sueldo. Esta es la vida de un sicario.

La imagen deja, de golpe, sin aliento,  como si súbitamente se abriera un abismo: un hombre que ha esperado durante algunos minutos se acerca por la espalda de dos mujeres y dispara contra una de ellas.

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La mujer cae. La otra intenta evitar que el hombre siga disparando y recibe dos impactos. El hombre descarga varias balas sobre el cuerpo abatido de su primera víctima, quien llevaba un bebé de 7 meses en sus brazos. El bebé recibe una bala en su pómulo. Ella muere allí mismo. 

Los médicos, sin embargo, alcanzan a salvar la vida del pequeño y de la mujer que se enfrentó al sicario, madre del niño.

La imagen te deja, de golpe, sin aliento. La imagen, sin embargo, constituye uno de los cerca de 200 homicidios cometidos por sicarios que, según estimaciones de un investigador de la Sijín de la Policía, han ocurrido en Cali en 2016.

¿Cómo operan los sicarios en esta ciudad? ¿Bajo órdenes de quién? ¿Cómo funcionan sus mentes? ¿Quiénes son? 

La primera vez me drogué. Tenía 13 años. Yo solía juntarme con una banda que vendía drogas en el barrio Alfonso López y quería empezar a trabajar con ellos. Me dijeron: si quiere ganar buena plata,hágale de una vez como ‘gatillero’. Le damos el arma, ponemos al conductor de la moto y se gana un millón. El encargo es este, y me mostraron la foto de una mujer. No sé por qué había que matarla, solo lo hice.

El que habla ahora tiene 19 años y una bala alojada en su columna vertebral que lo dejó cuadripléjico. Su testimonio es la ilustración perfecta del modo en que un niño, un adolescente, se inicia como sicario. 

“Los prefieren menores de edad, porque les pueden pagar menos y si los capturan, la ley no les cae tan fuerte”, dice un líder comunal de la Comuna 6, oriente de Cali. 

El hecho es conocido. Las organizaciones delincuenciales dedicadas al sicariato, también conocidas como ‘oficinas de cobro’, prefieren reclutar menores de edad para la ejecución de los crímenes. 

No es extraño, entonces, que entre enero y mayo de este año la Policía haya detenido a 50 menores de edad por homicidio y a 140 por porte de armas y que esos dos delitos sean aquellos por los cuales mayor número de adolescentes son llevados a las correcionales de Cali, luego del hurto.

“Las ‘oficinas’ entendieron que se pueden aprovechar de todos esos adolescentes marginados que hacen parte de pandillas, que no tienen recursos, que tienen hambre, y que desean, como cualquier persona, tener dinero. Y en Cali, hay miles de esos”, dice el líder comunal. 

Las ‘oficinas’ de cobro

A mi me pagaron $1 millón por cada vuelta. Pero depende del ‘paciente’, se paga más. Y hay sicarios que ya son los de ‘planta’ que ganan una mensualidad fija, y además, la ‘oficina’ le paga de más por cada vuelta.

Las ‘oficinas’ Surgieron con los carteles de Medellín y Cali. Para esos días, principios de los 90, eran precisamente eso: estructuras dedicadas a cobrar las deudas de dinero y droga de ‘los patrones’ y a defender sus intereses. 

Pero luego los grandes carteles desaparecieron, los controles policiales empezaron a hacer más difícil la salida de la droga a otros países y los herederos de los narcos descubrieron que podían vender la droga en las calles de las ciudades colombianas. Entonces, lo que hoy se conoce como microtráfico se disparó. Ya no se trata de controlar las rutas de la salida de la droga, se trata de controlar los territorios en donde se vende la droga en la ciudad. 

“Los territorios son una cancha de fútbol, un barrio, una comuna. Y para controlarlos se necesitan armas y gente que las dispare, porque son muchos los grupos que se lo disputan. Entonces, en la ‘oficina’ están los que se dedican a la venta de droga, a la logística de esa venta, y los que se dedican a defender el negocio a bala, los sicarios”, dice un investigador de la Sijín.

Dentro de la estructura, los sicarios suelen ser jovencitos que ascienden en su historial delictivo. Hacen parte de pandillas en las que consumen droga y cometen atracos, pasan a ser vendedores de droga y, si lo desean, llegan a ‘gatilleros’. 

¿Cuánto puede tardar eso? Algunos meses porque los adolescentes empiezan cada vez más temprano y ascienden cada vez más rápido. Solo el mes pasado fueron detenidos por la Policía cuatro adolescentes de 14 años, 11 de 15 años  y 8 de 16 años por los delitos de homicidio o porte ilegal de armas.

Ahora bien, las ‘oficinas’ de cobro no solo operan para sostener el negocio del microtráfico, sino que, básicamente, operan para el mejor postor. “Una estructura como esta comete homicidios por encargo. Alguien, por la razón que sea, quiere asesinar a otra persona. Entonces paga por eso. Este tipo de casos, en su mayoría, tienen que ver con deudas de dinero”, dice la fuente de la Sijín. 

Investigaciones de inteligencia de la Policía apuntan a que cada vez es más evidente la relación entre los prestamistas del denominado ‘gota a gota’, con estructuras sicariales que también controlan el microtráfico. 

Un hombre que conoce de cerca el negocio de estos préstamos  en la ciudad dice que se trata de un ‘mercado’ cíclico. “El dinero de la venta del microtráfico se presta al ‘gota gota’. Los sicarios se encargan de controlar territorios de venta de droga, y hacer que  los deudores de los préstamos siempre paguen, siempre. El asunto es que entre los mismos prestamistas gota a gota hay problemas y que, incluso, un deudor puede contratar una oficina para que asesine a un prestamista. La cosa se vuelve un círculo, y no termina”, dice.

Una de las hipótesis que se maneja alrededor del homicidio descrito al inicio de este artículo, que tuvo lugar la mañana del martes pasado, es que el crimen está relacionado con préstamos gota a gota que realizaba la mujer fallecida.

En Cali, de acuerdo con investigaciones de la Sijín, hay al menos 55 ‘oficinas’ sicariales distribuidas por toda la ciudad, al mando de pequeños capos como ‘Boliqueso’, ‘Avestruz’, ‘El Seco’ y alias H, quienes a su vez, respoden ante otros jefes que suelen estar en otras ciudades o en el extranjero. 

Falta de inversiónEl líder comunal Víctor Jhonson, afirma que el trabajo social es una de las grandes herramientas  para evitar que jóvenes en alto riesgo caigan en actividades criminales. Sin embargo, dice, la inversión de la Alcaldía para esos proyectos está retrasada y es muy baja.  ”El Alcalde Armitage se comprometió a iniciar los proyectos en enero. Van seis meses de este año y no ha pasado nada con eso”, dijo Jhonson. Los trabajos de esas organizaciones están detenidos.
¿Cómo piensa un sicario?

La verdad, la primera vez lo que me dio fue miedo, y por eso me drogué. Las otras dos veces que lo hice ya no tuve miedo, y no me da lástima. Yo quería dinero, y solo pensaba en eso. Luego de eso, por errores que cometí, me mandaron a matar. En ese mundo uno es eso, un soldado que usan y cuando quieren deshechan.  

Ahora, cuadripléjico, es un exsicario. Sobrevivió, vaya paradoja, a un ataque sicarial, pero la bala sigue alojada en su columna. 

Este otro fragmento de su testimonio define perfectamente lo que siente un sicario al matar: un poco de miedo, quizá, o  nada. Y lo que vale un sicario para la organización a la que pertenece: nada.   

“Desde el punto de vista médico”, dice el psiquiatra forense Oscar Díaz, quien hizo el perfil psicológico del asesino en serie Luis Alfredo Garavito, “un sicario es un antisocial, lo que antes se conocía como un psicópata. Son personas, que, por un lado, no piensan en el futuro, solo piensan en el presente y, por otro, solo piensan en ellos mismos, sus intereses, y nunca  en el sufrimiento de las otras personas”. 

El médico afirma además que, en general, ese tipo de conductas son generadas por un contexto de marginalidad social, pobreza, falta de afecto y por una familia disfuncional. 

Un líder comunal que trabaja en varios barrios de Cali con jóvenes de barrios marginados, confirma lo que dice el médico. Todos, dice el líder, todos los jóvenes que terminan como sicarios se inician en el mundo criminal por razones muy simples: “tienen hambre, tienen que llevar comida a su casa, tienen que trabajar y no encuentran nada. Empiezan con cosas simples y terminan asesinando”.

El líder. quien alguna vez perteneció a una pandilla, dice que cuando un joven se convierte en sicario, queda muy poco por hacer por él. 

“Hay que decirlo crudamente. ¿Por qué hay sicarios? En últimas, matar no es fácil, así que no es porque se trate de  ‘la vida fácil’. No, sucede que los ‘pelados’ necesitan cosas, muchas. Y la oferta legal es muy escasa, es poca, mientras que la oferta ilegal es constante, y siempre está ahí, siempre. Al final, en muchos barrios, las ‘oficinas’ son las ‘organizaciones’ que más empleo generan. Y cuando no necesitan al adolescente, pues a él mismo lo sicarean”, concluye.

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