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A pesar de que las actividades de fin de año incluían grandes bailes populares, estaban centralizados en clubes y grilles de hoteles como el Alferez Real y el Aristi. | Foto: Archivo de El País

Los primeros años de la Feria de Cali en 25 fotos curiosas de las páginas de El País

El País recorrió su archivo histórico para rastrear los momentos más relevantes de la primera década de la Feria de Cali. Descubra cómo esta se convirtió en una de las fiestas más importantes de Colombia y el mundo.

23 de diciembre de 2021 Por: Redacción de El País

Cali tenía apenas unos 450 mil habitantes en 1957, año que se reconoce como el inicio de la actual Feria de Cali. Ese año se celebraron las fiestas de Navidad en Cali que, por su índole popular, tuvieron poca trascendencia en los medios de la época.

La inauguración de la Plaza de Toros, en una zona que para la época se encontraba fuera del casco urbano, era el evento más importante de aquel momento. 'La Monumental', imponente, se anunciaba con  capacidad para 18 mil personas que pagaban entre 15 y 70 pesos por el ingreso.

La fiesta estaba centralizada en clubes y grilles de hoteles tradicionales como el Alferez Real y el Aristi. Allí se presentaban agrupaciones musicales reconocidas en la ciudad, pero de poca difusión internacional.

Dentro de los hogares la música sonaba en  radiolas, mientras la difusión de la radio se hacía a través de sintonizadores marca Philips o Philco. El cine, la otra gran forma de entretenimiento en la época, provenía sobre todo de México.

'Bambalinas', con Libertad Lamarque como protagonista, fue una de las cintas estelares que se proyectó ese año. Su banda sonora incluía canciones del género popular como 'Bésame mucho', 'Silbando Mambo' y 'Fumando espero'. Muchos de los elementos de ese cine dieron lugar a la construcción de la cultura popular en torno a la música afrocaribeña en Cali.

Uno de los almacenes más recordados de la época era el Sears. Allí los caleños cuyas posibilidades económicas lo permitían, encontraban electrodomésticos, implementos para el hogar o juguetes a partir de precios tan módicos como un peso con cincuenta.

Ese mismo año se lanzó al mercado una bebida que acompañaría las comidas de los hogares caleños por mucho tiempo: la gaseosa Piña Postobón. Así era Cali cuando nació la Feria.

La acogida de los bailes populares dio origen a la Feria de la Caña en el año 1958. Manteniendo su naturaleza popular, apareció en la primera página de los medios locales. Allí la noticia de la Feria figuraba al lado de la Guerra Civil de Cuba y las disposiciones del presidente Alberto Lleras Camargo. Bailes populares, el reinado, los desfiles y las fiestas de fin de año, llenaron las páginas de El País.

La Oficina de Turismo del Valle incluso recomendaba "preocuparse porque la ciudad presente el mejor aspecto por su limpieza y aseo especialmente durante los días programados para la Feria de Cali".

En la primera versión de la cabalgata, los caballistas salieron con antorchas desde la Plaza de Toros, pasaron luego por la Plaza de Cayzedo y llegaron al Parque Simón Bolívar. El Gran Baile Popular se vivía en las calles de los barrios, mientras en los bares cantaban figuras del tango como Raúl del Castillo y también Tito Cortés con su orquesta.

En esa Cali, la del 58, se pagaban cinco centavos por un alka-seltzer, por una panela grande y por una caja de fósforos. Una botella de aguardiente costaba un peso con 20, una libra de arroz, 10 centavos y las camisas para hombre 2 pesos con 25. También se anunciaba recién el proyecto de construcción del ahora tradicional barrio La Base.

Los bailes y las fiestas en los barrios populares que se realizaron durante la tercera versión de la Feria contaron con asistencia masiva, razón por la que trascendieron aún más en los medios.

Fue allí cuando la rumba se tomó los rincones más impensables de Cali, que se volvieron escenarios musicales y pistas de baile. Mario Moreno 'Cantinflas' pasó por "La Monumental" y un tramo del río Cali, se volvió navegable para realizar los primeros paseos en canoa.

Las casetas de la Avenida Roosevelt, Las Américas y del Club de Leones recibieron cada vez más visitantes de otras ciudades del país y del mundo. Las carreras de caballos, al otro extremo, revolucionaban al resto de la ciudad.

A partir de los primeros años de la década de los 60, artistas internacionales de la música popular ya sabían que la Feria de la Caña era una parada obligada.

En el 63 se organizó una cena bailable con Chavela Vargas en los grilles del Alférez y el Aristi. Al mismo tiempo, la Feria estaba desbordada en los bailes de sectores populares como Alfonso López y el barrio La Isla.

La consolidación de esta Feria como una de las celebraciones más importantes y difundidas del país se dio de manera paulatina. Pero, tal vez, una de las constantes desde su origen fueron las movilizaciones masivas de turistas a la ciudad.

La llegada de una gran cantidad de ‘hippies’ entre ellos, durante la celebración de la Feria del año 68, causó incluso preocupación entre los medios locales.

Pero en general, bailes, eventos deportivos, desfiles y conciertos integrados a la Feria, tenían asistencia masiva.

Por eso, a partir de ese año, se estableció un circuito al sur de la ciudad llamado el 'Epicentro de la Feria'. Casetas, corridas de toros, conciertos y otras actividades artísticas se focalizaron entre el Estadio Pascual Guerrero y la Plaza de Toros.

Marlon Brandon, que estaba en Cartagena, fue invitado a Cali, pero nunca llegó. En la caseta Panamericana, que tenía capacidad para 7000 personas, empezó a escribirse la página musical que partió en dos la historia de Cali. Ese año, la orquesta de  'Richie' Ray y Bobby Cruz tocó por primera vez en la ciudad. Cali no volvería a ser la misma. La ciudad, que siempre tuvo mente y oídos abiertos a todo tipo de música, se decantó especialmente por el sonido de las trompetas y el golpe de los cueros. La Salsa había llegado oficialmente para convertir a Cali en su capital eterna.

En 1969 Richie y Bobby regresaron a la Caseta Panamericana, para consolidar la leyenda que los unió por siempre a Cali.

El día de su arribo tuvieron que ser escoltados por la Policía desde el aeropuerto, pues una turba enorme de fanáticos los esperaba.

En la Caseta Panamericana los espectadores, casi como si entendieran que hacían parte de un evento histórico, dejaban de bailar para observar la electrizante interpretación de 'Bella es la Navidad'.

Richie  y Bobby se sorprendieron al descubrir que los caleños ponían sus discos a girar en 45 revoluciones por minuto, solo para sentir el placer de la velocidad en el baile. Al darse cuenta de semejante despropósito, pero conscientes de que eso era lo que amaban los bailadores caleños, tuvieron que correr para hacer nuevos arreglos que les permitieran tocar sus discos como los oía ahora la gente.

El memorable concierto que dio la orquesta en la Caseta Panamericana de 1969 quedaría inmortalizado en la novela de Andrés Caicedo, '¡Qué viva la música!'.

Desde entonces, esta ciudad convierte su Feria decembrina en el mayor culto a una música que explica su cultura, su forma de ver el mundo, su goce y hasta el caminar de sus mujeres: la Salsa. 

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