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Esther Forero. | Foto: Especial para El País

MUSICA

Esther Forero y sus más de 500 inspiradoras composiciones

La trayectoria artística de la compositora y cantante colombiana, conocida como la Novia de Barranquilla, está llena de fuerza, temple y persistencia cuyo eco se escucha en más de 500 composiciones.

27 de diciembre de 2020 Por: Diana Ordóñez Hincapié y Laura Sotelo Labrada

Crear una canción en tiempos de dictadura, con la intención de devolverle la identidad a una ciudad, a una nación, es un acto de valentía que busca entregarle a un pueblo la esperanza de su propia libertad.

Esta hazaña, que hoy queremos traer del pasado quizá para recordarnos la importancia de creer en nuestra propia fuerza, fue liderada en 1950 por una mujer colombiana: la compositora y cantante Esther Forero, quien estando de visita en República Dominicana, fue invitada a cantar en un evento organizado en honor a los periodistas de la llamada Ciudad Trujillo, nombre que fue impuesto a Santo Domingo por el gobernante de facto Rafael Leónidas Trujillo.

La barranquillera nacida en 1919, sintió el impulso y la necesidad de cantar, durante dicha presentación que tuvo lugar en el Teatro Capitolio, una canción que se solidarizara con la realidad de un pueblo sumido en la violencia. Es así como surge el bolero Santo Domingo que, entre las líneas de sus versos, le recordó a las personas de esta tierra antillana que Santo Domingo es el nombre de su tierra de ensueños, joya preciosa, perdida en las aguas azules del mar. Eres un verso de la leyenda que bravos piratas de antiguos aceros lograron forjar.

Después de este hecho, Forero junto al poeta Jorge Artel, quien fuera su compañero sentimental en ese momento, se marcha de la isla para proteger su vida, llegando a Puerto Rico donde conoce a Rafael Hernández. El encuentro entre ambos se da gracias al poeta boricua Luis Páles Matos quien, al igual que ‘Tite’ Curet Alonso, dedicó gran parte de su obra a relatar la vida desde la óptica de las comunidades afrodescendientes y los sectores populares de la Isla del Encanto.

Gracias a esa mediación, Hernández escucha cantar a Esther quien lo cautiva con su creatividad y lo impulsa a convertirse para ella, en una suerte de padrino musical. Así, el compositor de Lamento Borincano, le insiste y motiva al espíritu compositor de Esther Forero, para que salga a caminar a pesar de la falta de formación musical de la que ella creía carecer.

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Junto a Rafael Hernández, Forero grabó por primera vez su música, convirtiéndose en la primera colombiana en grabar para una casa disquera puertorriqueña, interpretando entre otras, una composición que el maestro escribiera para ella, el bolero “Como todas”.

Esa estadía en Puerto Rico influyó sustancialmente en el paso que Esther daría por los Estados Unidos, donde, a diferencia de otros artistas colombianos que tuvieron que abrirse paso con dificultad, Forero llegaría siendo una estrella reconocida cuya música gozaba de profunda admiración y reconocimiento por parte de la comunidad latina, sobre todo, en la zona de Harlem en la ciudad de Nueva York, ciudad donde se encontraría con René Touzet, el músico y compositor determinante en todo el movimiento musical previo a lo que conocemos como salsa.

Al lado de Touzet, como director musical, graba en los estudios de Seeco cuatro canciones entre 1952 y 1953, una de ellas el porro “Disimúlame” composición que pone en evidencia a una artista dispuesta a sumarse al pequeño, pero potente listado, de compositoras e intérpretes que no se dejaron opacar por las limitaciones que traía el ser mujer en la primera mitad del siglo XX. Sin contar con estudios formales de música, lo cual quizá no significaba una desventaja para los hombres en ese momento, se arriesga a componer sus propias canciones como otro acto de valentía agenciado por ella misma, el cual nos llega a este presente para recordarnos que los obstáculos están para hacerles frente, traspasarlos y convertirlos en melodías que puedan quedarse en la memoria de una nación.

Otro ejemplo de ello, además de Santo Domingo fue la canción Volvió Juanita, una tema que según la investigadora musical Daniela Cura, despierta el sentimiento decembrino entre los dominicanos que vuelven a casa en esas fechas y en los que sienten nostalgia de la isla desde la distancia. La canción, que celebra la llegada de una viajera y su maleta cargada de lejanía, con su pollera pintada de pájaros y colores, de amores y de canciones, fue grabado en 1978 por Pacho Galán con la voz de Joe Arroyo, en el trabajo La Barranquillerísima, pero fue popularizado, a ritmo de merengue 1980 por la dominicana Milli Quezada y la agrupación Los Vecinos.

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Pese al éxito de ambos trabajos, son pocas las personas que reconocen, por ejemplo, que esta composición y Santo Domingo son creaciones de la colombiana. Pese a ser una de las artistas responsables de la llegada de la música colombiana a escenarios multitudinarios, a oídos de compositores y músicos que sin duda encontraron en ella y en su obra, fuentes de inspiración para canciones que hacen parte del baúl de los recuerdos musicales de los latinoamericanos, son pocas las personas que otorgan valor a su trabajo.

Y es que el papel del compositor, a diferencia del rol de las intérpretes o instrumentistas, no suele estar tan presente para los amantes de las músicas afrocaribeñas. De hecho, solemos decir cosas como: “Dos Gardenias, la canción de Daniel Santos”, pasando por alto el nombre de Isolina Carrillo, compositora y músico cubana.

Por suerte la Novia de Barranquilla, apelativo que le fue otorgado a mediados de los años 70, nunca bajó los brazos y continúo regalándonos canciones que hablan de la resistencia de quienes afrontan momentos complejos. Recordamos entonces ¿Por qué lloras José Modesto?, un tema con el que retomó su vida artística después de ausentarse debido a la muerte de su primogénito: Todo va renaciendo, todo sigue creciendo, siempre está amaneciendo, José Modesto, palabras que fueran interpretadas por el cantante Gabriel Romero.

La historia de Esther Forero siguió creciendo, incluso después del 3 de junio de 2011 cuando se marcha de este mundo terrenal, no sin antes dejar un legado de casi 500 composiciones que esperamos ustedes, después de leer este artículo, se animen a buscar, reconociendo así el trabajo de mujeres que como ella han sido embajadoras del diálogo musical entre Colombia y el resto del mundo.

Suponemos que es un reto para las nuevas generaciones de melómanas y melómanos, en nuestra tarea de preservar la memoria de las músicas afrocaribeñas que hacen parte de nuestra identidad, el escudriñar en la génesis de las obras musicales donde las mujeres tenemos protagonismo. La invitación es a que veamos en historias, como la de Esther Forero, una luz de inspiración para nuestros propios caminos, esos que se encuentran llenos de actos de valentía, amor y libertad.

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