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Perfil: John Cage, un artista que intuyó la aparición del sonido electrónico

Transgresor, visionario, audaz. ¿Cómo más podríamos llamar a un hombre que le apostó al empleo del ruido para crear música?

8 de noviembre de 2012 Por: Miguel González | Especial para GACETA

Transgresor, visionario, audaz. ¿Cómo más podríamos llamar a un hombre que le apostó al empleo del ruido para crear música?

John Cage fue a la música lo que Marcel Duchamp al arte: un revolucionario radical. Por eso, hoy no cabe la menor duda, su interés por el ruido y también por el silencio hicieron proverbiales sus piezas musicales.A Cage, hay que ser justos, le debemos no solamente la total liberación de los parámetros sonoros unidos a la armonía, sino mucho de la concepción en las nuevas formas artísticas. Él está presente en el arte conceptual, el Fluxus de los sesenta, el nuevo arte de la interpretación, la multimedia, el performance, el minimalismo y la consideración igualitaria ante la “música del mundo”. Ese fue John Cage, un californiano nacido en 1912.En el mundo celebran este centenario tratando de medir el impacto no solo a lo largo de su existencia, sino sobre todo en la mentalidad y simultaneidad de los cambios de la estética actual. Cage escuchó obras de Bach, Stravinsky, Hindemith y Scriabin que despertaron en él sus primarios entusiasmos. Pero su ánimo experimental lo llevó a desarrollar un método riguroso no muy alejado de Arnold Schönberg. Cuando tuvo que escoger un camino se decidió por el serialismo de éste.En 1930 llegó a Nueva York en la época de la depresión. Allí conoció a Schönberg quien pretendió enseñarle armonía. Cage rechazó dichos principios que su maestro consideraba indispensables so pena de encontrarse con una pared infranqueable. Cage respondería a la advertencia: “dedicaré mi vida a golpear mi cabeza contra esa pared y, quizás, es lo que siempre he hecho desde entonces”.Antecedentes a la postura de Cage los podemos encontrar en el Futurismo Italiano. Uno de sus miembros puso en práctica los deseos del grupo al incorporar el ruido como una importante opción del sonido. En 1913 el músico futurista Luigi Russolo proclamó su validez en un manifiesto y se dedicó después a producirlo. Otra referencia sería la del compositor Edgar Varése que en 1931 produjo una pieza para percusión y dos sirenas titulada ‘Ionisation’. En 1937, Cage convencido de que el siglo XX necesitaba una ampliación de su menú auditivo declaró algo que hoy suena premonitorio, audaz y visionario: “Creo que el empleo del ruido para hacer música continuará y aumentará hasta cuando lleguemos a una música producida con la ayuda de elementos electrónicos, que harán disponible para propósitos musicales cualquier sonido que el oído pueda percibir”.Las obras más famosas y populares para esa inmensa minoría que considera a Cage objeto de culto, son indudablemente las ‘Sonatas’ e ‘Interludios’ estrenadas en 1948 y dedicadas a Maro Ajemian. Son 16 sonatas y 4 interludios. Con el piano “preparado” introduciendo en su arpa distintos objetos a fin de generar nuevos sonidos, estas piezas trabajan las nueve emociones de India relacionadas con heroísmo, erotismo, maravilla, regocijo, odio, miedo, dolor, ira y tranquilidad. La crítica celebró estas piezas: “El fabuloso oído del señor Cage para timbres y texturas le ha permitido obtener fulgurantes combinaciones de tonos superpuestos como nunca antes se escucharon en la música occidental”.El 8 de marzo de 1984 en el City Center de Nueva York pude ver finalmente a Cage. Estaba haciendo parte de la compañía de Merce Cunninghan quien todavía bailaba. Se estrenó esa noche en esta ciudad ‘Inlets 2’ de 1983 con los sonidos de Cage pertenecientes a una obra con el mismo título, la danzaban siete bailarines en la escena. La otra pieza era ‘Duetos’ de 1980, con dos intérpretes en la escena. En ambas Cage estuvo al mando de la música que dirigía desde el podio en el foso. Esta colaboración fructífera y doblemente revolucionaria duró hasta su muerte en 1992. Los eventos en su honor no se han hecho esperar. Quisiera nombrar los que he presenciado. En las galerías de Time Square del Hunter Collage en Nueva York la muestra ‘Anotaciones: El efecto Cage hoy’ conformada por obras de veintiocho artistas contemporáneos entre ellos algunos latinoamericanos como Waltércio Caldas, León Ferrari o Jorge Macchi. Los eventos y la exposición liderada por la curadora Lucrecia Piedrahíta en Medellín: ‘Homenaje a John Cage, el maestro del azar planeado’ y el concierto conmemorativo en el auditorio del Museo Nacional de Colombia en Bogotá a cargo del Ensamble CG, quienes en tres partes del programa ofrecieron un surtido no solo de sonidos, soprano que se acostaba en el escenario debajo del piano y músicos que deambulaban por el auditorio ofreciendo toda clase de sonoridades y actitudes perturbadoras, sino que montaron la pieza 4 minutos, 33 segundos de 1952, que es el tiempo donde el intérprete aparece inerte y no produce sonido y permite acercarse al silencio como una forma de meditación. En Cali, nada. Espero compensar en algo este mutismo.

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