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'Camino a Estambul', la historia de una madre que rescata a su hija del EI

La película narra el drama de una mujer belga que descubre que su hija se ha marchado a Siria para ingresar a un grupo islámico extremista. En su afán de recuperar a su hija, mochila al hombro y celular en mano, esta madre desesperada emprende un viaje al Medio Oriente.

13 de noviembre de 2016 Por: Claudia Rojas Arbeláez / Especial para Gaceta

La película narra el drama de una mujer belga que descubre que su hija se ha marchado a Siria para ingresar a un grupo islámico extremista. En su afán de recuperar a su hija, mochila al hombro y celular en mano, esta madre desesperada emprende un viaje al Medio Oriente.

Elisabeth cree conocer a su hija, Elodie.  Son una familia de dos, que vive junto a un apacible lago, en un pueblo de Bélgica en el que no pasa nada. Entre ellas no hay conflictos y la comunicación está basada en sus espacios propios y sus silencios.  La hija de 18 años acude al colegio del estado donde además de estudiar, juega basquetbol y después regresa al hogar donde se la pasa inmersa en su computador haciendo cosas que la madre ignora y que por respeto no pregunta.     

Un domingo en la noche la madre se preocupa. La hija, quien ha ido a estudiar el fin de semana con su mejor amiga,  no regresa a casa. La madre llama a la mejor amiga, se entera que Elodie nunca estuvo con ella y empieza la angustia. La policía, las llamadas, los mensajes en el buzón, la recolección de pistas. Una información de la mejor amiga de su hija la lleva al hogar de un joven con el que su hija salía los últimos meses. Un nombre que, por demás, Elisabeth desconoce pero que representa una certeza efímera que se extingue pronto cuando los padres del joven le dicen que hace más de seis meses empezó a comportarse extraño y se fue del hogar. 

Poco a poco la vida tranquila en la casa junto al lago se convierte en una pesadilla llena de preguntas sin respuesta. El silencio termina cuando el inspector local le dice una verdad destemplada, los últimos meses su hija ha tenido una doble vida en la que navega bajo otro nombre por las redes sociales donde manifiesta abiertamente su devoción por el Islam.  La noticia desconcierta a la madre: no solo por lo que ella trae sino porque esto le demuestra que no conoce a su hija. Que tal vez nunca se tomó el tiempo para hacerlo.

Este remordimiento empeora cuando además le informan que Elodie no está en el Mediterráneo, como su madre llegó a pensar en un momento;  en realidad va camino a Siria.  La madre no puede resignarse y tras agotar las llamadas y mensajes sin respuesta, parte en búsqueda de su hija. Está convencida que solo está confundida y que una dosis de amor materno será suficiente para traerla de regreso a la cotidianidad. 

A partir de ese momento la película se traslada al medio oriente donde Elisabeth, mochila al hombro y celular en mano recorre cafés, calles y mercados mostrando la fotografía de su hija. Poco después descubrirá que su hija es una de los tantos europeos que pasan por ahí rumbo a Siria atendiendo el llamado de la Yihad.  

Esta es  ‘Camino a Estambul’, una película coproducida por Argelia, Bélgica y Francia que está dirigida por Rachid Bouchared, de quien hemos visto películas como  ‘Fuera de ley’ (2010) y ‘London River’. 

Esta última se centra  en un drama similar al que hoy encontramos en ‘Camino a Estambul’.  Teniendo por protagonista a un hombre y una mujer que se conocen en Londres mientras buscan alguna pista que les permita saber qué pasó con sus hijos, desaparecidos tras los atentados terroristas del 2005. 

Mostrándonos un conflicto similar, aquella vez recorriendo las calles londinenses y ahora los caminos turcos en busca de un paso hacia Siria, queda claro que para Boucherad lo importante es el drama humano por eso reitera información y se desgasta en interrogantes. 

Así con una cinematografía íntima y austera, el recorrido por el infierno se torna más cercano y nos convierte en compañeros de viaje de un personaje que carga en su género su mayor condena.  

Entonces el interés temático del director se reitera: los fanatismos, la incomunicación y la poderosa angustia de querer encontrar entre las cenizas una brasa del amor primero. Imposible no sentirse como esa madre (interpretada por Astrid Whettnall), que busca por escenarios llenos de incertidumbres y tensiones sin ceder al cansancio ni a la negación.  

Auque por momentos ‘Camino a Estambul’ se vale de hipótesis amañadas y moralistas, logra desprenderse del capricho dramático y asienta una estocada certera que habla de dolorosa resignación.  Una historia que nos mantiene entre la incertidumbre y la esperanza para después despacharnos con un golpe de realidad. Una historia de buenos y malos que, por ratos, se torna demasiado imperialista pero que, sin duda, nos deja pensando en las ausencias y la soledades de muchos que interpretan el silencio como armonía y felicidad.  

Docente Universidad Autónoma de Occidente / @kayarojas

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