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Así fue el paso de Robi Draco Rosa por el Hay Festival

El cantautor puertorriqueño contó por qué su música ha hecho parte de la banda sonora de toda una generación. Confesiones de un ‘vagabundo’ y de 'su vida en rosa'.

1 de febrero de 2016 Por: Lucy Lorena Libreros, enviada especial de El País a Cartagena

El cantautor puertorriqueño contó por qué su música ha hecho parte de la banda sonora de toda una generación. Confesiones de un ‘vagabundo’ y de 'su vida en rosa'.

Sentado en la oficina del legendario Tomás Muñoz, que hizo historia como el ejecutivo discográfico de la Sony Music convirtiendo voces como las de Julio Iglesias, Miguel Bosé y Raphael en oro en polvo, el muchacho de rizos desordenados escuchó con atención lo que el empresario le decía:

“Está bueno lo que has hecho hasta ahora. Pero necesitamos un disco más ‘popero’. Tu y yo podemos hablar durante horas de Marcel Prust y la literatura que te gusta, pero allá afuera todo es felicidad”.

Corría 1995 y ese muchacho, Robi Draco Rosa, que como solista había comenzado ya a ganarse un lugar en la música latina con el álbum ‘Frío’ y como productor de la ‘María’ de Ricky Martin, entendió de qué se trataba todo en realidad: “algo comercial”, respondió. “Lo tengo claro”.

Entonces viajó a España para componer algunas canciones. Y tiempo después a Londres donde grabaría y produciría de la mano de Phil Manzanera, un excelso guitarrista y productor de madre colombiana.

El resultado, sin embargo, no fue lo que Muñoz anhelaba que sonara en su oficina. Y se lo hizo saber a Draco. “A nadie le gustó ese disco”, se quejó.

Desconcertado, pero feliz, pues estaba seguro de haber actuado de la única manera en que entiende la música –con honestidad–, Draco solo pudo agradecer la oportunidad de haber trabajado para el sello, no sin antes dejar sobre el escritorio de Muñoz el dogma que lo ha acompañado en treinta años de vida artística: “No puedo hacer esto, un álbum comercial. Yo espero que lo sea, pero eso no depende de mí”.

Sin embargo, no es posible entender la música de Robi Draco Rosa sin ese álbum, ‘Vagabundo’, el segundo de su carrera desde que, enhorabuena, se alejó de Menudo y su estela de canciones prefabricadas.

Es que allí, prensadas, están los temas que hemos entonado tantas veces: ‘Penélope’, ‘Brujería, ‘Vagabundo’ y, cómo olvidarlo, ‘Blanca mujer’.

El mismo álbum de sonido áspero y letras que más parecían las confesiones de un poeta maldito, tan cercanas a los versos que este músico puertorriqueño de 47 años había aprendido a leer desde niño, en amorosa complicidad con su mamá: los de Rimbaud, Baudelaire, Blake.

Sería el mismo álbum también que en 1996 fue declarado como uno de los diez mejores trabajos discográficos del rock en español. 

Tomás Muñoz, acostumbrado entregar discos de oro con canciones de rima fácil, quizá no lo sabía: hay música que solo es posible hacer desde el corazón. Y hay músicos como Draco Rosa preocupados más por los cuentos que las cuentas.

La anécdota ya era conocida, pero en la noche del pasado sábado, en Cartagena, volvió a arrancar aplausos. Ocurrió durante el Hay Festival 2016 hasta donde llegó un Robi Draco Rosa delgadísimo y barbado para recordarnos porqué su melodía ha hecho parte de toda una generación.

Eso y otras cosas. Su vida temprana en Ponce, Puerto Rico, donde la adolescencia lo sorprendió escuchando lo mismo las tonadas clásicas de Bethoveen que le encantaban a su mamá, que las canciones de la Fania que su padre -“salsero hasta la muerte"- solo dejó de escuchar el día en que su madre (abuela de Robi) murió. Después de eso, contó Draco, su casa se llenó de un pesado silencio.

Fue allá también donde conoció la dicha del baile. El germen de esa manera de danzar cadenciosa y sexy que luego llevaría a sus videos y sus conciertos. “Como en casa mi papá ya no dejaba escuchar música, mi mamá me llevaba en las noches de jueves a un lugar de boxeadores y artesanos, un lugar de negros, donde era feliz aprendiendo a bailar viendo a los demás”, narró Draco.

Aquello sucedió muchísimo antes de que un tío suyo, militar recio de disciplina de hierro, le hablara de la oportunidad de conseguirle una audición para un proyecto musical juvenil que se cocinaba en Miami.

El tío sabía que su sobrino deseaba salir de Puerto Rico y gracias a esa gestión fue que Draco Rosa terminó compitiendo junto a otros 300 chicos para hacer parte de Menudo.

La suerte le alcanzó para clasificar solo hasta los 9 finalistas. Pero no para ser elegido como uno de los cinco jovencitos que en adelante enloquecerían a las adolescentes de todo un continente. Rostros sin fama hasta entonces: Ricky Martin, Roy Rosello, Raymond Acevedo, Charlie Massó y Johnny Lozada.

La oportunidad de convertirse en un Menudo le llegaría luego de que Acevedo decidiera retirarse. Hasta entonces, Draco Rosa se había conformado con trabajar en los coros, pero luego de cuatro años todo acabó en desilusión: “Me terminé yendo de Menudo con asco del sistema, fue una organización muy abusiva”, confesó ante los asistentes del Hay  Festival.

Fue a partir de entonces que comenzó a hacer su música en solitario. Para sí mismo y para otros. Tal vez fascinado ante la revelación providencial de espiar la manera como trabajaban los productores de cuya fábrica salían las melodías de Menudo: “Ver cómo llegaban en la mañana sin nada y al final del día tenían una pieza casi lista”.

Años después, su propio sello personal quedaría en álbumes como ‘A medio vivir’ (con su pegajoso ‘María’) y ‘Vuelve’, ambos de Ricky Martin, de donde saldrían los éxitos ‘La copa de la vida’, ‘La bomba’, ‘Lola Lola’ y ‘Perdido sin ti’.

De su guitarra brotarían, así mismo, composiciones para otros artistas como Enrique Iglesias y Tego Calderón. Sí, Robi Draco Rosa aprendió bien qué era eso de hacer oro en polvo. Ganar Grammys.

Sabemos ya que el cáncer ha intentado dos veces atajar ese camino creativo. En 2011 y luego en 2103, con un linfoma. Pero Draco Rosa le hizo frente con una dieta no apta para incrédulos: las hierbas medicinales. 

Y ahí sigue, tan vital, tan sexy. Y cada vez que puede, como esa noche de Cartagena, mirando con dicha hacia el pasado. “Hay muchas cosas que no recuerdo. Pero es que la memoria después de tanta quimioterapia no es lo mismo”.

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