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Una de las labores de Fabio Castillo (d) es ayudar con la asistencia humanitaria en Buenaventura.

LIDERES SOCIALES

Cuatro líderes sociales que son luz de esperanza durante la crisis del Covid-19

Tienen en común la frustración de sentir que no pueden hacer suficiente en medio de la urgencia que sufre su comunidad, pero su labor constante da esperanza en las ciudades del Valle más afectadas por la pandemia.

17 de mayo de 2020 Por: Redacción de El País

Estos líderes sociales tienen en común la frustración de sentir que no pueden hacer suficiente en medio de la urgencia que sufre su comunidad, pero su labor constante da esperanza en las ciudades del Valle más afectadas por la pandemia del Covid-19.

Esperanza en medio de la crisis

Norma García hace labor social en el barrio Llano Verde, en el oriente de Cali, desde hace seis años que vive allí. Un lugar que se encuentra habitado por familias desplazadas, desmovilizados y reubicados; población en alto grado de vulnerabilidad.

Un gran porcentaje de los habitantes del sector se sustentan con empleos informales, y por estos días la situación no es nada alentadora.
Líderes como Norma, intentan mitigar el hambre entre su gente con lo que está a su alcance.

Buscan apoyo de organizaciones y del sector privado para gestionar mercados para las familias más necesitadas de la comunidad.
Lanzaron una campaña online de donaciones, con la veeduría de la Ong Master Peace Cali, con la que esperan ayudar a la seguridad alimentaria de 100 familias.

“La priorización la hacemos a partir de una caracterización de acuerdo a las urgencias de las familias. Esto lo hacemos con los jóvenes que hacen parte del Semillero de Paz Llano Verde, que se vienen capacitando desde hace cuatro años para ser gestores de paz y cultura ciudadana”, cuenta Norma.

Empezaron a ingeniárselas para hacer ollas comunitarias una vez por semana, recolectando los ingredientes entre los habitantes.
Han recibido algunas ayudas desde la Secretaría de Bienestar Social, pero dice Norma que son insuficientes ante todas las necesidades que afronta la comunidad.

Lo mas difícil, sostiene, es sentir la impotencia de no tener o no conseguir lo necesario para ayudar a todos los que sufren la urgencia en sus hogares.

Pese a todo, Norma reconoce que el papel que juegan los líderes sociales en estas circunstancias es fundamental.

“Se necesita gente que esté dispuesta a luchar por las comunidades, a ser las voces de los que no tienen voz, a levantar la voz contra las injusticias que se siguen viviendo y que son cada vez más profundas; se necesitan para que no echemos para atrás en procesos de desarrollo humano de nuestra ciudad y para que la gente vea esperanza en medio de esta crisis”.

Cuando no es suficiente

Margarita Medina, líder social en Yumbo, sabe lo que es aguantar hambre y no tener qué comer, por eso le duele ver en su comunidad a personas pasando por esa situación.

Ha tenido que sacar de su pocos recursos o pedir entre su círculo de conocidos para calmarles la urgencia a varias familias.

A ella acuden personas pidiendo auxilio cuando se encuentran en necesidad extrema. Lo primero que hace es comunicarse con los entes que están repartiendo la ayudas, pero cuando no encuentra una solución inmediata, ella misma trata de encargarse.

“Empiezo a tocar las puertas con mis amistades y conocidos, les cuento el caso y algunos me dicen que vaya a sus casas por algunas cositas. Entonces voy y hago la recogida. Una vez tenga todo junto, me acerco donde la familia que tiene la necesidad y le llevó las cosas”, cuenta.
El caso de doña Rosa, por ejemplo, no deja de mortificarla. Una mujer de edad avanzada que vive con su hijo, quien sufrió una descarga eléctrica
trabajaba como soldador y por la afectación que sufrió en su brazos ya no puede trabajar. Ahora no tienen ningún ingreso. “¿Quién podrá salvarlos?”, se pregunta Margarita.

Casos como esos, en los que se siente la impotencia de no hacer todo lo que se quisiera, son parte de la carga emocional que lleva a cuestas un líder social como Margarita.

“Yo trato de ayudar lo que más puedo, pero no logró dar abasto. A veces me siento sola. Creo que si más gente hiciera esto, sería más fácil”, dice.

Labor de intermediarios

Francisco Hurtado es abogado de víctimas del conflicto armado y realiza su labor desde Palmira.

Por estos días se dedica a exigir los derechos fundamentales de este grupo poblacional, que en esta emergencia tiene que ver con “el mínimo vital de subsistencia”. Por eso, le ha escrito al Presidente de la República y a los mandatarios locales para que no dejen a un lado a las personas que sufrieron la guerra.

Cerca de unas 300 personas víctimas del conflicto en Palmira hacen parte de un grupo de Whatsapp que administra Francisco. Por ese medio procura monitorear cómo avanzan ciertos casos y se encuentra con situaciones complejas.

Conserva los mensajes de muchas personas que le dicen que no tienen qué comer y le ruegan ayuda. “Eso me da impotencia, cuando, realmente, yo lo que hago es transmitir los mensajes y hacer la gestión, escribir y hacer las llamadas, pero las respuestas no son las alentadoras”.

Sin embargo, sabe de la importancia del trabajo de personas como él. “Si esta labor no existiera, para esa gente que no tienen acceso a nada, que son la mayoría iletradas, sería mucho más difícil no tener a quien llamar. Nosotros somos unos intermediarios“.

Desde la fundación que dirige también se ha habilitado el sistema de donación para este propósito a través de www.funetcol.org/

Enfocarse en la solución

Fabio Castillo, líder social de Buenaventura, sabe que seguir ejerciendo su labor en tiempos de pandemia es muy arriesgado. Sin embargo, está claro en algo: “en Colombia la labor de los líderes sociales siempre ha sido arriesgada. Han muerto más líderes sociales por cualquier otra razón, que por contribuir en la emergencia por el Covid-19. Siempre estamos en riesgo”.

Es que dice que cuando alguien toma la decisión de trabajar por la comunidad es como si se encendiera algo dentro de sí mismo “y es lo que nos impulsa a procurar el el bien común, el querer luchar por lo que uno cree”.

En una ciudad tan golpeada por la crisis, como Buenaventura, la labor que hacen personas con él es muy valiosa.

Fabio ha hecho parte de las labores pedagógicas relacionadas con la bioseguridad en la ciudad portuaria y ha trabajado en la entrega mercados. Ha ayudado a focalizar a las familias más necesitadas para direccionar la asistencia alimentaria y avanza en una iniciativa por la producción local para que los agricultores de Buenaventura puedan desarrollar una estrategia de autonomía y sostenibilidad alimentaria.
Cree que como líder debe que “sintonizarse” en proponer soluciones más que enfrascarse en los reclamos.

“Nosotros tenemos que estar allí para decirle a la gente: tranquilo, juntos vamos a salir de esta”.

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