Economía
¿Realmente beneficia el salario mínimo a los más pobres?; esto dicen los observatorios Fiscal y Laboral de la Universidad Javeriana
Actualmente, el 44% de los trabajadores ganan menos del sueldo básico.
Luego de que la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, señalara que el incremento del salario mínimo mejora el bienestar de los ciudadanos con menores ingresos y que dicho aumento debe fundamentarse en indicadores como la inación, la productividad y el crecimiento económico, los observatorios Fiscal y Laboral de la Universidad Javeriana decidieron entregrar una serie de recomendaciones para contribuir a la construcción de un acuerdo que sea positivo para el país.
Mauricio Salazar, director del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, señaló que para entender el mercado laboral en un contexto donde el salario mínimo ha subido mucho más que la inflación y de la productividad laboral, desde la universidad “hicimos un estudio comparativo en diez años donde encontramos que los salarios promedios no han subido respecto al mínimo. Como sabemos el 55% de los trabajadores informales no les aplican regulaciones, mucho menos el mínimo”.
En 2013, agregó, estos trabajadores lo que esos trabajadores ganaban el 93% del mínimo y en 2023, el 78% del sueldo básico. Por lo tanto, “ellos han perdido respecto a los trabajadores que devengan un salario básico”.
Para Salazar, es fundamental tener en cuenta que los trabajadores informales, que incluyen en su mayoría a personas de zonas rurales, representan uno de los grupos más vulnerables del país. Esto refleja que las personas con bajos ingresos no ganan con las subidas del salario mínimo, de hecho, cada vez ganan menos salarios mínimos.
“Hemos sido un fracaso en hacer que más trabajadores ganen más del salario mínimo. Hace 10 años y hoy 44% de los trabajadores ganaban menos del salario mínimo”, sostuvo.
En el informe entregado por los observatorios se manifiesta que los incrementos del salario mínimo han hecho que menos colombianos ganen más del salario mínimo: en 2013, el 41% de los trabajadores ganaba entre 1 y 3 salarios mínimos; en 2023, esa proporción cayó al 34%.
“Hace 10 años, apenas el 5% percibía exactamente el salario mínimo, hoy es el 11%. Este cambio refleja una creciente concentración de los ingresos en torno al salario mínimo, lo que indica que las mejoras salariales no se están extendiendo a los salarios mayores al mínimo. En consecuencia, cada vez más personas quedan ancladas en el salario mínimo”, señalan.
En el análisis se detalla que los aumentos altos del salario mínimo parecen haber sido pensados para los trabajadores formales de las principales ciudades. “Solo los trabajadores formales de las cinco principales ciudades ganan los mismos salarios mínimos que hace 10 años”, detallan.
En todas las demás regiones y en la porción de la población que está en la informalidad los trabajadores ganan menos que hace 10 años. Así los mercados laborales regionales han perdido competitividad al enfrentar una política que no ha sido pensada desde sus particularidades, sino impuesta desde Bogotá.
Además, los incentivos de migración a las principales ciudades han aumentado, por lo cual, se espera que en el largo plazo las áreas rurales, que son principalmente de vocación agrícola, se quedarán sin la fuerza laboral necesaria.
“Para encontrar el valor de la productividad laboral, se calcula a partir del crecimiento del PIB y se encuentra midiendo la parte del crecimiento que es explicada por el incremento de la eciencia de los trabajadores”, explicó Mauricio Salazar.
Sin embargo, señala, que “resulta preocupante la falta de precisión en las armaciones ociales, como la referencia a un porcentaje del PIB, sin aclarar a qué proporción específica se alude ni cómo se vincula a la determinación del salario mínimo”
Como conclusión, el informe de los observatorios afirma que “lejos de aumentar los ingresos promedio y favorecer a las personas de la calle y los barrios, las cifras muestran un estancamiento o deterioro en la calidad salarial. Cada vez más trabajadores se concentran en el mínimo, la informalidad se ve aún más golpeada, y los salarios intermedios se contraen. Las regiones distintas a las principales ciudades pierden competitividad, los informales quedan más rezagados y las mujeres, a pesar de mayor educación y esfuerzo, continúan ganando menos”.