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Las otras apuestas de la industria azucarera del Valle del Cauca

Para tratar de ser más competitivos los ingenios siguen de compras, buscan otros negocios y apuestan por la diversificación.

10 de noviembre de 2014 Por: Redacción de El País

Para tratar de ser más competitivos los ingenios siguen de compras, buscan otros negocios y apuestan por la diversificación.

Hace más de una década que la industria de la caña de azúcar en el Valle del Cauca entendió que no podía seguir dependiendo solo de la producción de este endulzante, cuyos precios se mueven según la volatilidad de los mercados.El país abrió la posibilidad a la producción de biocombustibles y el sector cañicultor no dudó en hacer las inversiones. Hoy en día cinco ingenios producen etanol y hay otra planta en construcción. Con ello, según Asocaña, Colombia es el tercer productor de bioetanol de Suramérica con una producción de 387,9 millones de litros en 2013 y una inversión de $1,2 billones en 6 años.Junto a esto, la industria también evolucionó en la cogeneración de energía y según un análisis de la Cámara de Comercio de Cali (CCC), el sector cuenta con una capacidad instalada de 205 megavatios y se estima que las plantas de cogeneración a partir de bagazo de caña estarán en capacidad de aportar 360 megavatios en 2017, lo que representa un aumento de 92,5% en los próximos 4 años.Para el presidente de la CCC, Esteban Piedrahíta, en las grandes empresas del sector ya la producción de energía y biocombustibles suma la mitad de sus ingresos lo que indica la importancia de la diversificación para la sostenibilidad de la industria. “Sin duda esto es bueno para la región porque mejora el aprovechamiento de los recursos naturales, diversifica la canasta productiva y por lo tanto reduce el riesgo, genera inversión, empleo y fomenta la innovación”, dice. ¿Qué viene ahora?Pero la diversificación de los negocios no para acá. En los últimos meses la industria viene tomando otras decisiones para crecer, esa movida la hizo la compañía Mayagüez, que no solo se hizo a la mayoría accionaria del ingenio San Carlos, de Tuluá, sino que inició su internacionalización en Costa Rica. Mauricio Iragorri, su gerente, asegura que la compra de empresas en otros países es una de las maneras que tienen las organizaciones del sector para crecer. “En el Valle del Cauca el enfoque de crecimiento debe ser vía mayor productividad, es decir, sembrar nuevas variedades y con la agricultura especifica por sitio”. Hacia el futuro, dice el directivo, la industria continuará con la cogeneración de electricidad, “donde tenemos un gran potencial. Si queremos ser competitivos a nivel mundial debemos tener aparatos productivos más grandes y eficientes para poder diluir los costos fijos. Esto requeriría algún tipo de integraciones para poder lograrlo”.Julio César Alonso, director del Centro de Investigación en Economía y Finanzas, Cienfi, del Icesi, considera que hay dos cambios básicos que podría presentar la industria azucarera, por un lado, la desaparición de los ingenios pequeños, que serían absorbidos por los grandes que buscan sumar economías de escala para ser más productivos, como se ha visto recientemente. En la región hay pequeños productores de azúcar como Carmelita, María Luisa, Pichichí, que son candidatas a que en el futuro próximo entren a hacer parte de grandes grupos empresariales. “Más allá de esto creo que el negocio del futuro de la industria de la caña debe ser la producción de bioplásticos a partir de la caña, ya hay investigaciones al respecto y sabemos que las grandes empresas en el mundo están demandando este tipo de empaques. Con ello, se abriría una línea de negocio más allá de los biocombustibles”.Según el académico, la industria del azúcar y del etanol en Colombia ha sido muy protegida, lo que tiene tranquilos y cómodos a los empresarios, pero si no existiera dicha protección tendrían que moverse rápidamente a ese tipo de negocios como los bioplásticos. La diversificaciónHace un par de años los ingenios Riopaila y Central Castilla unieron sus operaciones en una sola entidad, le apostaron al negocio del etanol y la planta que construyen estaría lista en el primer semestre del 2015. Pero la empresa no paró ahí; en el 2012 crearon la firma Bengala Agrícola con la idea de iniciar un nuevo negocio agrícola que produjera frutas y hortalizas, un campo en el que tienen puestas gran parte de sus expectativas, sobre todo pensando en el mercado externo. Para Mauricio López, jefe de Mercadeo de Bengala, el crecimiento del sector cañicultor en el Valle llegó a su tope y por eso puede presentarse la tendencia de que las grandes empresas absorban a los pequeños, pero considera que la tendencia de crecimiento es la diversificación de productos que tienen gran demanda mundial, en especial alimentos tradicionales y de alto consumo en el mundo. Hoy Bengala tiene sembradas con piña 165 hectáreas entre Florida y Pradera, atienden el mercado nacional, pero su principal objetivo es la exportación. Las directivas de Mayagüez no descartan que como parte de su expansión incursionen en otro negocio agrícola, tal como lo han hecho empresas como Manuelita que tienen tres líneas de productos: alimentos (azúcar, camarones, uvas y mejillones); biodiesel, bioetanol y además producen derivados de la palma de aceite como glicerina, torta y aceite de palmiste, entre otros.Para Asocaña, el negocio fundamental del sector es la transformación y el aprovechamiento de la caña, de la cual pueden surgir infinidades de alternativas y productos.El mercadoSegún Asocaña, Colombia es el mercado natural del sector azucarero, es el de mayor volumen y el que tendrá siempre un papel protagónico en la actividad. “Como complemento, desde hace ya más de 20 años, el sector ha exportado en promedio 900.000 toneladas de azúcar, las cuales representan el 38% de su producción”, dice Luis Fernando Londoño, presidente de Asocaña.Sobre bioplásticosLos bioplásticos fabricados con caña están ganando terreno en los mercados europeos porque requieren menos químicos.El consumo de este material, que p roviene de vegetales como la caña de azucar, maiz y soya, 100% biodegradable y que luego se transforma en abono, crece en el mundo y en países como Chile se usa principalmente en envases y embalajes.

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