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Milan Kundera y el día que se encontró con Gabo: esta es la bella anécdota

El escritor checo Milan Kundera murió a los 94 años en París.

13 de julio de 2023 Por: Redacción El País

El escritor checo naturalizado francés, Milan Kundera, una de las grandes voces de la literatura mundial, autor de “La insoportable levedad del ser”, murió a los 94 años en París.

Eterno candidato al Premio Nobel, Kundera, murió el mediodía del martes 11 de julio de 2023, según confirmó su editor, Gallimard, en un comunicado.

“Lamentablemente, puedo confirmar que el señor Milan Kundera falleció ayer (martes) tras una prolongada enfermedad”, declaró por su parte Anna Mrazova, portavoz de la Biblioteca Milan Kundera, en la ciudad checa de Brno.

Retratista sarcástico de la condición humana, Kundera forma parte de una reducida estirpe de escritores, como el ruso Vladimir Nabokov, que decidió cambiar de lengua a mitad de su carrera literaria.

El escritor checo Milan Kundera, autor de "La insoportable levedad del ser", murió a los 94 años, dijo Anna Mrazova, portavoz de la Biblioteca Milan Kundera en su ciudad natal de Brno, el 12 de julio de 2023. (Foto de AFP)
Retrato tomado el 14 de octubre de 1973 que muestra al escritor francés de origen checo Milan Kundera en Praga. Foto de AFP | Foto: AFP

Marcado por el totalitarismo comunista que sojuzgó a su país durante buena parte del siglo XX, Kundera inició su carrera literaria con un poemario en checo, “El hombre es mi jardín”. Se pasó al francés a mediados de los años 1980, una vez instalado en París, donde vivió hasta el final de su vida junto a su esposa Vera.

Un talentoso escritor que, entre sus textos, tuvo el gesto de inmortalizar el momento en que conoció, a finales de la década de los 60, al reconocido escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien para ese entonces ya había publicado ‘Cien años de soledad’.

El fragmento, publicado por la revista ‘Cambio’ el 7 de octubre de 2002, hace un repaso por esos primeros instantes con el Nobel colombiano, durante su visita a Praga, además de la lectura de la primera traducción checa de Cien años de soledad, aun en pruebas de imprenta, y su posterior y entrañable amistad.

Gabriel García Márquez con un edición de 'Cien años de soledad'. | Foto: Especial para El País

“Era el otoño de 1968, tres meses después de que el ejército ruso ocupó Checoslovaquia. Rusia no estaba en capacidad de dominar de inmediato a la sociedad checa, sumergida en la angustia pero con una cierta libertad por unos cuantos meses más. La Unión de Escritores, acusada por los rusos de ser el fogón de la contrarrevolución, conservaba todavía sus casas, editaba sus revistas, acogía a sus invitados. Fue entonces cuando vinieron a Praga, invitados por ella, tres novelistas latinoamericanos: Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. Vinieron, discretamente, en su calidad de escritores. Para ver. Para comprender. Para alentar a sus colegas checos. Pasé con ellos una semana inolvidable. Nos hicimos amigos. Y justo después de su partida pude leer, todavía en pruebas de imprenta, la traducción checa de Cien años de soledad”.

“Fue el primer libro de Gabo que leí. Y quedé deslumbrado: pensé en el anatema que el surrealismo había lanzado sobre el arte de la novela, al que había estigmatizado como antipoético, y cerrado por completo a la libre imaginación. Y resulta que la novela de García Márquez no era más que eso: imaginación libre. Una de las más grandes obras de la poesía que conozco, en cada una de cuyas frases brillaba la fantasía, y cada una era una sorpresa, maravillosamente: una respuesta contundente al menosprecio por la novela proclamado en el Manifiesto del surrealismo (y al mismo tiempo un gran homenaje al surrealismo, a su inspiración, a su aliento de un extremo al otro siglo)”.

“Fue la confirmación a mi antigua certidumbre de que la poesía y el lirismo no son nociones hermanas, sino que deben mantenerse a larga distancia la una de la otra. Pues la poesía de Gabo no tiene nada que ver con el lirismo. No se confiesa, no abre su alma, sino que permanece ebrio por el mundo objetivo que eleva hacia una esfera en la que todo es a la vez real, inverosímil y mágico (es por la intensidad de su poesía como por la virulencia de su antilirismo que la obra de Gabo se distingue tan radicalmente de la novela contemporánea en Europa). No he podido olvidar aquel triple encuentro: Praga ocupada por el ejército ruso, la visita de Gabo y sus dos amigos, y las primeras pruebas de la traducción checa de Cien años de soledad. Leí esa novela en una sola jornada, y de inmediato le escribí un posfacio, que recibí impreso en las siguientes pruebas, pero que nunca fue publicado. Qué azar maravilloso: el posfacio de Cien años de soledad fue mi primer texto prohibido (a causa de mi nombre) por los nuevos amos del país. Esa prohibición dio inicio a la segunda mitad de mi vida, que es la de un escritor proscrito en su propio país”.

Caído en desgracia en su país

Nacido el 1 de abril de 1929 en Brno, segunda ciudad checa, Kundera publicó en 1967 su novela revelación, “La broma”.

Adoptó la nacionalidad francesa en 1981 y no volvió a recuperar su nacionalidad checa hasta 2019.

Fue uno de los pocos escritores que, aún vivos, ingresó en la prestigiosa colección literaria francesa La Pléiade, de Gallimard.

La novela que lo consagró internacionalmente fue “La insoportable levedad del ser”, publicada en 1984, un retrato sarcástico de la condición humana y una de las novelas contemporáneas más influyentes.

Como autor checo había publicado “La broma” y “El libro de los amores ridículos” (1969), un conjunto de textos que hacen un amargo repaso de las ilusiones políticas de la generación del golpe de Praga que, en 1948, permitió la llegada de los comunistas al poder.

Como muchos otros exiliados, la relación con su país fue compleja, incluso tras el regreso de la democracia al bloque de Europa del Este.

Algunos intelectuales checos le reprochaban su escasa actividad pública en favor de su cultura natal.

Kundera ha vivido en Francia durante décadas como un checo que, según su pasaporte, ya no es checo. Foto: Getty Images/AFP.

Autor discreto

Kundera era un autor enormemente conocido y traducido (en más de 50 lenguas), pero muy discreto.

Regresó regularmente a la República Checa y a su ciudad natal, pero la mayoría de veces de incógnito.

El primer ministro checo, Petr Fiala, destacó que “alcanzó a generaciones de lectores en todos los continentes”.

“A lo largo de muchas páginas nos ayudó a descubrir quiénes somos, a encontrar un camino entre lo absurdo del mundo. Con él muere una de las más grandes voces de la literatura europea”, reaccionó la ministra de Cultura francesa, Rima Abdul Malak.

Kundera había sido objeto de varios falsos rumores macabros sobre su muerte en redes sociales en los últimos años.

“Cuando uno es joven, no es capaz de concebir el tiempo como un círculo, sino como un camino que te conduce a horizontes siempre nuevos: uno no se da cuenta que la vida solo contiene un tema”, explicó en una ocasión el escritor.

Con información de El País y AFP

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