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Los ocho jóvenes masacrados el sábado tras una incursión armada en Samaniego, Nariño, eran universitarios que estaban en una celebración en una casa de la zona. | Foto: Especial para El País

NARIÑO

Jóvenes, blanco de la guerra en el Pacífico colombiano

En menos de una semana, ya van trece muchachos masacrados entre Cali y Nariño. ¿Qué está pasando?

17 de agosto de 2020 Por:  Redacción de El País - Colprensa

Detrás de la pandemia, el país es el mismo: los jóvenes siguen siendo asesinados de las mismas maneras crueles e impunes, y sus crímenes, como siempre, “son materia de investigación”. Pero hasta ahí llegan. Hacia el sur de Colombia todo parece empeorar.

La semana pasada mataron a cinco pelados en un cañaduzal del oriente de Cali. El sábado, ocho estudiantes universitarios que cursaban carreras en Pasto y otras ciudades, pero que se encontraban en Samaniego por razones de la cuarentena, fueron acribillados en una finca donde se habían reunido con otros chicos a celebrar un cumpleaños. Eran muchachitos entre los 19 y los 25 años. Dicen que les habían llegado mensajes amenazantes por estar de fiesta. Y según las mismas versiones que circulan públicas, después de los mensajes aparecieron los sicarios en moto sin mediar palabra.

Días atrás, Cristian Caicedo y Maicol Ibarra, de 12 y 17 años, también habían muerto cuando fueron a su colegio a dejar una tarea que no pudieron enviar de manera online. Ambos niños, estudiantes en la población de Leiva, igualmente al sur nariñense, se convirtieron en víctimas mortales al atravesar un sendero donde hace poco se habían enfrentado disidencias de las Farc y un reducto de las Autodefensas Gaitanistas. De uno u otro lado, dispararon contra los niños sin que nada importara.

Puede leer: Hacerse 'el muerto' le salvó la vida a un joven en la masacre de Samaniego

El sábado 9 de agosto, cuatro mujeres y un hombre, cinco muchachos que pasaban la tarde tranquilos en un billar de Llorente, Tumaco, fueron sacados de ahí en contra de su voluntad y desde entonces nada se sabe de su paredero.Aunque hasta ahora las autoridades resumen la explicación con el lugar común de los “hechos aislados”, los crímenes de Cali y Nariño, tienen relación con una dinámica de la violencia que ya es conocida: reclutamiento para una guerra donde el botín es el narcotráfico.

Nariño: la guerra por la coca

El departamento de Nariño, por años, ha sido la región en ocupar el primer lugar que más cultivos de hoja de coca produce al año en Colombia.

El lugar es específico, no solo para cultivar ilícitamente, sino para generar rutas en el mar que les ayude a las estructuras criminales a sacar la droga hacia el exterior. La Fuerza de Tarea Hércules tiene en su reporte la presencia de carteles mexicanos dedicados a la producción y comercialización del estupefaciente.

Si bien, las autoridades le hacen frente al narcotráfico, es casi imposible que les sigan el rastro a las disputas por el control territorial entre el ELN, la disidencia ‘Oliver Sinisterra’ y la banda criminal ‘Los Contadores’, prueba de esos enfrentamientos son las muertes de dos menores que se registraron en límites entre Cauca y Nariño, hace una semana.

Se trata de Cristian Caicedo y Maicol Ibarra, quienes se movilizaban a la casa de su profesora para entregar los trabajos asignados en el marco de la jornada estudiantil, y en su camino los jóvenes encontraron la muerte.
“Seguro los confundieron con milicianos, porque se pusieron a dar vueltas en el casco urbano cuando iban camino a donde la profesora, primero los abordaron y ya después los ultimaron”, denunció la comunidad y les atribuyeron las muertes al ‘Clan del Golfo’, que combate contra las disidencias en esta zona.

El reporte dio cuenta que los muchachos pertenecían a la zona de Papayal y Mamaconde, área rural del municipio de Balboa, sur del Cauca, el cual lindera con el sector nariñense. Uno de ellos, de 17 años, tenía dificultades cognitivas, de ahí que cursara sexto grado de bachillerato junto con el otro joven con quien encontraron la muerte.

Ayer, el ELN afirmó que el grupo no es responsable de la matanza de 8 jóvenes en Nariño. Según esa guerrilla, el hecho fue perpetrado por grupos narco - paramilitares.

La Institución Educativa San Gerardo, donde estudiaban las jóvenes víctimas, emitió un comunicado de prensa rechazando el hecho, sin embargo, no es la primera vez que sucede que un estudiante sea atacado.

Previo a los dos jóvenes, una niña de 15 años fue baleada por hombres que llegaron a la casa de su novio, y al no encontrarlo, procedieron a acabar con la vida de la adolescente.

Por estos hechos, el alcalde de Leiva, Nariño, Hermes Sánchez, urgió a que las autoridades adelanten labores concernientes a combatir la criminalidad, dado que las estructuras criminales no solo están acabando con el territorio, su medio ambiente, sino también con los más chicos.

Otro suceso que reprocha la comunidad nariñense y del que poco se habla es la desaparición de cinco jóvenes (cuatro mujeres y un hombre) de un billar en el casco urbano del corregimiento de Llorente, Tumaco. El caso se habría presentado en la madrugada del sábado 9 de agosto, en un sitio conocido como Las Marías.

Cauca: la paz que nunca llegó

Si bien las autoridades anunciaron esta semana presencia en la zona, la realidad que padecen los lugareños de la cordillera de El Patía no es una situación que se padezca durante los últimos días.

La violencia ha azotado este lugar, incluso, antes de que se firmara el acuerdo de paz. Ahora lo que denuncian líderes es que la guerra sigue existiendo, pero con nuevos comandantes.

La disputa territorial que permite a las estructuras ilegales lucrarse no solo de rentas económicas, sino de rutas específicas para sacar la droga por el Pacífico colombiano hacia el extranjero, dejó la semana que pasó un muerto y cuatro heridos, sin embargo, la comunidad ha denunciado que las víctimas mortales (la mayoría jóvenes) y los lesionados con arma de fuego va en ascenso, luego que llegaran a la región hombres armados que buscan expulsar a los integrantes del frente Carlos Patiño de las Farc.

Pacífico: está la Nueva Marquetalia

Este año ha quedado al descubierto una nueva modalidad de los subversivos: desde celulares suplantan a personas que ya han asesinado o desaparecido y piden rescates millonarios. Por la misma vía, también están enviando panfletos amenazantes a la ciudadanía para coartar la movilidad.

Incluso, ha trascendido que las estructuras han aprovechado la pandemia para dominar territorios y poner bajo su mandato a los pobladores. La encrucijada, en ese caso, es de la misma comunidad, porque por la disputa de bandas la población queda en medio.

A una de estas estructuras, las autoridades la ubican como la Nueva Marquetalia, liderada por Iván Márquez, Santrich, Romaña y El Paisa.
Este nuevo grupo, que está catalogado como disidencia, busca controlar el municipio de El Patía, para tener otro acceso a las localidades de El Plateado y El Sinaí, ubicadas en la zona rural del vecino municipio de Argelia.

Y en medio de esa dinámica, el reclutamiento de menores volvió a asomarse, y ni la cuarentena parece darle tregua a este flagelo. Hoy, en el Pacífico, las denuncias de la comunidad son que los adolescentes están siendo obligados a dejar sus estudios para enlistarse en el mundo de la comercialización y producción de droga.

Samaniego, de luto

-Habitantes de Samaniego, Nariño, municipio en el que se perpetró la masacre en la que resultaron asesinados ocho jóvenes, protestaron domingo y lunes en contra de la violencia que azota esa zona del país.
Con velatones, en las que prendieron velas y faroles en las distintas calles de la ciudad, y un cacerolazo desde las puertas y balcones de sus hogares, fueron los actos simbólicos que adelantaron los samanieguenses para rechazar la violencia.

-El párroco del municipio, Anselmo Argoty, propuso mantener la velatón e “izar la bandera blanca de la paz, porque hay que rechazar la violencia venga de donde venga”.

-Argoty dijo que “estos actos de solidaridad van dirigidos no solamente a las familias de las víctimas de la masacre, sino con todos aquellos que han muerto por culpa de la violencia, como el caso de Cali”.

-A propósito, dijeron las autoridades que en Cali hay una alianza entre bandas y grupos del Cauca y Nariño, que utilizan jóvenes para sus filas. Lo de Llano Verde podría haber sido por esto.

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