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7 de agosto, el día que una explosión cambió la historia de Cali
Tres testigos que estuvieron durante la mayor explosión ocurrida en la ciudad, relatan cómo fue amanecer entre muertos y escombros.
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7 de ago de 2018, 10:11 a. m.
Actualizado el 19 de abr de 2023, 12:25 p. m.
La madrugada del martes 7 de agosto de 1956 nunca será olvidada para las miles de personas que les tocó vivir en carne propia la catástrofe que partió en dos la historia de la capital del Valle del Cauca.
Carros, casas y todo tipo de edificaciones ardieron de manera simultánea en una explosión repentina ocurrida alrededor de la 1:00 a.m., cuando siete camiones cargados con 1053 cajas de dinamita, explotaron y arrasaron con todo a su paso.
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Para ese entonces, la ciudad contaba con cerca de 400.000 habitantes, de los cuales aproximadamente 4000 fallecieron a causa de la tragedia, y otros 12.000 más quedaron heridos.
El panorama era dantesco: 36 manzanas totalmente destruidas, cuerpos desmembrados por doquier, montañas de cadáveres apilados y cientos de hombres, mujeres, niños y ancianos que corrían de un lugar a otro entre el llanto, los gritos y la desesperación.
Hoy, 62 años años después de la tragedia, por las calles de Cali aún quedan testigos. Tal es el caso Ómar Valdivieso, Fabiola Roldán y Nicolás Ramos, quienes relatan cómo fue el amanecer de la que es considerada la tragedia más grande de América Latina por causas no naturales.
“La mayor tragedia que he atendido”
En dos meses, el sargento mayor Ómar Valdivieso, quien es integrante activo del Cuerpo de Bomberos Voluntarios De Cali, cumplirá 85 años. Sus arrugas y manchas en el rostro y las manos, las únicas partes de su cuerpo que se dejan entrever en medio de un uniforme azul que porta con honor, son ‘marcas’ de su oficio que, según dice, lo hacen sentir orgulloso.
“Cuando ocurrió la explosión del 7 de Agosto estábamos en una reunión, debido a que mi hermana estaba cumpliendo años de casada. La celebración fue interrumpida por un ruido estrepitoso. Mi hermano y yo, ambos bomberos, pensamos que se había incendiado la fábrica de nuestro padre ubicada en el barrio El Piloto, cerca de dónde nos encontrábamos, y por eso nos dirigimos inmediatamente allá. Sin embargo, cuando llegamos nos dimos cuenta que solo se le había caído parte del techo a la fábrica, mientras que todas las casas que había alrededor, la mayoría de bahareque, quedaron completamente destruidas”, cuenta el bombero.
Al instante, él y su hermano se dirigieron al cuartel para uniformarse y enfrentarse con un panorama desolador.
“La desesperación era tal, que todo el mundo corría de un lado al otro. Eran tantos cadáveres que habían muertos en el San Juan de Dios, en el HUV, en las estaciones de Policía, en el cuartel y en todas partes. Solo nos dedicamos a socorrer a las personas que tenían respiración y para esta labor nos ayudaron bomberos de otras partes del país”, precisa Valdivieso.
“Ver todo destruido fue impactante”
Fabiola Roldán tenía once años cuando las llamas del ‘infierno’ alcanzaron su natal barrio San Nicolás, en el centro de Cali. Relata que se encontraba en una celebración familiar cuando la tierra se estremeció, se fue la energía y en el cielo se vio una nube roja.
“Vivíamos en el pasaje Sardi, en la Carrera 5 con Calle 21, al lado de la iglesia de San Nicolás. En ese momento, toda mi familia salió corriendo por la Carrera 7. No entendía muy bien lo que estaba pasando, pero recuerdo que las casas y todos los almacenes de la zona tenían las ventanas rotas y las puertas recogidas. Además, había personas que estaban aprovechando el momento para entrar a robar a los locales y viviendas”, afirma la mujer, quien hoy tiene 73 años.
A pesar de que, dice, entre sus familiares y conocidos no hubo víctimas fatales, sus ojos no pueden esconder el sufrimiento del que fue testigo ese día. Relata que esa madrugada salió con unas primas a recorrer toda la zona donde había ocurrido la explosión.
“ Nos encontramos con una negrita que parecía que la hubieran cogido con una cuchilla y la hubieran vuelto nada. Nos dijo que estaba en un hotel y que el último recuerdo que tenía era que había bajado al primer piso a prepararle tetero a su niño, al que andaba buscando como loca. Nunca lo encontró”, asegura Roldán.
Y agrega que “milagrosamente” su abuela se salvó de morir, ya que a la vivienda donde se encontraba se le desplomó el techo. “Sin embargo, el tejado cayó sobre un armario y por eso mi viejita salió ilesa”, sostiene.
“Los muertos para Cali eran desconocidos”
Nicolás Ramos, quien para ese entonces se desempeñaba como gerente general de Emcali, se encontraba pasando el puente festivo en una casa de veraneo en el corregimiento de Pichindé.
“A la una de la mañana sentí una explosión pero seguí tranquilo. Una hora y media después apareció una camioneta en la finca para bajarme a la ciudad con mi cuñado. Me dijeron que era importante que yo estuviera allí porque algo muy grave había ocurrido”, cuenta el hombre de 92 años.
A Cali llegó pasadas las 5:00 a.m., cuando los pocos rayos de luz que se estaban asomando entre las nubes apenas permitían vislumbrar la magnitud de la catástrofe.
“Lo que más me impactó cuando llegué fueron las maquinarias sacando escombros y, en medio de ellos, cadáveres por doquier. La mayoría de personas que fallecieron ese día no se identificaron y por eso fueron a parar a una fosa común del Cementerio Central.
Además refiere que una gran cantidad de los muertos que hubo eran desconocidos. “Como esa era una zona de tránsito, muchas de las víctimas fatales eran comerciantes, viajeros y motoristas, que estaban de paso por la ciudad”, asegura Ramos.
Según él, la tragedia pudo ser peor si hubiera ocurrido a otra hora.
“Si la explosión hubiera sido a las 11:00 p.m. o 12:00 a.m., la mortandad habría sido el doble y hasta el triple. Por ejemplo, hubo teatros a los que se les cayó el techo y que la noche anterior habían tenido presentaciones”, dice.
Ramos también explica que la tragedia del 7 de Agosto, también fue una oportunidad para el renacer de la capital del Valle.
“La zona afectada se reconstruyó gracias a los créditos que otorgó el gobierno a través del Banco Central Hipotecario, de esos recursos se hizo, por ejemplo, la nueva Estación del Ferrocarril. Asimismo, a las Empresas Municipales nos prestaron para esa época $1.500.000 para reponer el sistema de acueducto y alcantarillado que se dañó”, concluye el presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali.
A raíz de la explosión del 7 de Agosto, hoy se conmemora en Cali el ‘Día del Bombero’. La capital del Valle del Cauca es la única ciudad en Colombia que hace un homenaje al oficio bomberil.
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